Requerir era un verbo
especial en la gramática josefa:
requería de nosotros
más en el gozo que en el duelo.
Amigo es quien te invita en las buenas
y, sin decirlo, en las malas te requiere.
En las segundas nunca estuve.
Siempre en las primeras:
sus cumpleaños marcados con piedra blanca,
la boda de su hijo,
bajo un sol estridente.
Su irreverente y niño sentido del humor,
travieso y heroico y generoso.
Conoció las palabras.
Las entregó a los otros como armas
recién forjadas pero hijas
de una herencia de siglos.
Vivió con la palabras
y a todas las demás preposiciones
las colmó de gloria.
Hoy es dos de agosto a mediodía.
José Moreno de Alba deja
de estar entre nosotros con su mejor estruendo.
Afuera ladra Carlota.
Puedo decir mi perro.
No hay ley que lo prohíba:
el posesivo es sustantivo
apegado a la tierra.
Mi perro, que se llama Carlota
y es por lo tanto femenina,
mira cómo me anudo la corbata
para ir al funeral de don José,
las cuatro letras de un nombre
donde cabe un mundo,
donde palpita un sol que no se apaga.
Don José —digo a Carlota—
ya no está con nosotros.
Pero hoy estará
más que nunca entre nosotros.
Usted perdonará, José querido,
que este trago de fuego sea para no llorar
o como nos enseñó Rubén, nuestro común maestro,
para venir a llorar, como los hombres. ~
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VICENTE QUIRARTE (Ciudad de México, 1954) ha publicado decenas de poemarios entre los que se cuentan La luz no muere sola (1997), El ángel es vampiro (1991, Premio Xavier Villaurrutia) y la antología Razones del Samurai 1978-1999 (2000). Es autor también de ensayo —recibió en 1990 el Premio Nacional de Ensayo Literario José Revueltas por El azogue y la granada. Gilberto Owen en su discurso amoroso—, narrativa y obra dramática. Como editor se ocupó de la redacción de la Revista de la Universidad de México y de la dirección del Periódico de poesía. Ha sido director del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM y de la Biblioteca Nacional de México. En 2003 ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua.