Casa, vestido y sustento son nuestras tres necesidades básicas; trabajamos diariamente a fin de satisfacerlas. Y somos afortunados: para millones de seres humanos siguen siendo aspiraciones inalcanzables.
Nos hemos ocupado aquí de las expresiones relacionadas con las casas; próximamente haremos lo mismo con la comida. Por ahora nos interesa la ropa ya que, como escribió el controvertido Desmond Morris, somos poco más que monos vestidos.1
Se suele hablar del tejido social, de que alguien “perdió hasta la camisa”, “se quedó en calzones” y “arrastra la cobija” o, por el contrario, que “tiene mucha lana” y no necesita apretarse el cinturón. Podemos estar hasta el gorro de algo/alguien debido a que este “se pone sus moños”, mientras que otros sí “traen bien puesta/se ponen la camiseta (de un equipo de trabajo)”.2 Cuando decimos que algún asunto pende de un hilo, que está en pañales, que se disfraza algo o que tiene/hay telade dónde cortar no siempre nos damos cuenta de que estamos metaforizando a partir de la vestimenta.3 Ello se debe a que, si bien estas expresiones semantizan la ropa, también tienen vida independiente. En este apunte veremos algunos botones de muestra.
Empecemos por el calzado. Antes de juzgar a un individuo de siete suelas siempre es aconsejable ponerse en sus zapatos, no solo porque él sabe bien dónde le aprietan sino porque nunca nos ha tratado con la punta del pie/zapato. Hay quienes no brincan/dan paso sin huarache y hay huarachudos que nos vienen a zapatear.4 Se puede afirmar que no les llegamos ni a la suela del zapatoa aquellos que murieron con las botas puestas.5
Como vemos, muchas metáforas vestimentarias se emplean para expresar temas abstractos. Así, un proyecto puede estar “prendido con alfileres”; hay quien sabe hilar muy fino (negociar con sutileza), hilvanar ideas, tejer relaciones/amistades, planchar un asunto (llegar a un acuerdo antes de empezar a debatir), nadar y guardar la ropa. Al hilo significa consecutivamente y de un hilo, sin interrupción. Otras involucran la sexualidad: bajarse los pantalones quiere decir “ceder en condiciones poco honrosas”; un corte de mangas le pone palabras a un ademán en el que el antebrazo y el puño cerrado simulan una erección; buscarle chichis a las gallinas/culebras o mangas al chaleco es buscarle tres pies al gato. Hablar de taparrabo(s) es hiperbólico. En México, hacer(se) una chaqueta significa masturbar(se). Por otro lado, cambiar de chaqueta, ser chaquetero aluden a aquel oportunista cuyas convicciones varían con frecuencia (saltando de un partido a otro, por ejemplo).
Según la lingüística cognoscitiva existen expresiones metafóricas idiosincráticas, que son solo parciales: una montaña tiene faldas pero no mangas ni pantalones. Están pegados a las faldas los niños dependientes; también los perros diminutos. Los descamisados de Eva Perón fueron una reedición, populista, de los sans-culottes6 de la Revolución francesa de 1789. Son vaqueros un tipo de pantalones, comúnmente llamados jeans (pronúnciese “llins”). El Pantalón es un edificio emblemático, conocido así por su forma, de un barrio aparatoso, recientemente (y mal) urbanizado, en la Ciudad de México.7
Algunas personas acostumbran saludar con sombrero ajeno, es decir, adjudicarse logros de otra persona. También son impertinentes los gorrones. De gorra es obtener maliciosamente algo a costa de otros, generalmente comida y bebida. Las solemnes sesiones de nuestros legisladores suelen acabar a gritos y sombrerazos; las legisladoras, por su lado, agarradas del chongo. Ningún mexicano se quitaría el sombrero ante semejantes “representantes”.
Otras expresiones son añejas: ser “el mismo que viste y calza”, andar de pipa y guante, defender a capa y espada o la bíblica rasgarse las vestiduras. Los accesorios se utilizan en muchas locuciones: morder el rebozo (timidez), llevarse a alguien de corbata (atropellar), venir/caer algo como anillo al dedo (ser oportuno). El guante está presente en varios contextos: oculta puños de hierro/acero, se avienta, se recoge, se dan bofetadas con él, se cuelgan, “se les echa” a los delincuentes; como un guante quiere decir adecuadamente. Un abanico da a entender un conjunto de diversas opciones. Las locuciones en el/los bolsillos, traer un as/una carta bajo la manga y sacarse algo de la manga se refieren, respectivamente, a dinero, a un argumento secreto y a afirmar sin fundamento. Unos hablan a calzón quitado, otros “son una seda”. Entre nosotros son calzonudas las personas arrojadas; en Argentina el término se refiere exactamente a lo contrario. Camisa de fuerza/corsé implican no tener libertad de acción. La camisa de once varas significa líos. O se es mandilón o se faja uno los pantalones. La ropa sucia, que se lava en casa, se refiere a problemas interpersonales y a secretos o deficiencias institucionales; la ropa vieja es la carne de la víspera pero “deshilachada”, o sea deshebrada.
Se dice que nuestra Constitución está muy remendada/parchada. Entre nosotros parchar —es decir, tapar un agujero— también significa fornicar (“coger” en México, “follar” en España) pero no necesariamente existe relación entre esto y la legislación suprema. ~
1 Dicho sea con todo respeto a nuestros primos.
2 Inversamente, ponerse el overol y arremangarse implican que alguien abandona momentáneamente sus funciones directivas (“de cuello blanco”) y trabaja al parejo de sus subordinados: no tiene miedo de que “se le caigan los anillos”.
3 También hay telas de araña, cebolla; adhesiva, metálica y de juicio.
4 El clasismo casi nunca está ausente en nuestra habla, sea cual sea el tema y el registro de que se trate; en este mismo caso están los sombrerudos (campesinos también) y la cabeza de indio, nombre que recibe una manta burda.
5 También que alguien “no llena los zapatos” de su predecesor.
6 Literalmente “despantalonados”, en alusión a su pobreza.
7 En ambos casos la influencia estadounidense es apabullante; también para nombrar otras prendas: top, pants, overol, leggings, t-shirt, sweatshirt, sweater (ya españolizado: suéter), jumper, panties, jersey, bra, o hablar de ropa casual.
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Profesor de literatura francesa en la Facultad de Filosofía y Letras y de español superior en el CEPE de la UNAM, RICARDO ANCIRA (Mante, Tamaulipas, 1955) obtuvo un premio en el Concurso Internacional de Cuento Juan Rulfo 2001, que organiza Radio Francia Internacional, por el relato “…y Dios creó los USATM”.
Muy interesante, sería posible que yo pueda recibir estos artículos en mi correo? En verdad, me encantan
Gracias