Incluso antes de los juegos olímpicos que tenían lugar en la Grecia Antigua, los deportes ya eran representaciones sublimadas de algunos trabajos y actividades comunes, cotidianos, que los seres humanos hemos llevado a cabo a lo largo de la historia. El lanzamiento de jabalina sería una disciplina inconcebible si nuestros ancestros no hubieran fabricado lanzas para cazar; el salto con garrocha tiene un regusto de asalto a fortalezas medievales. Hoy se compite levantando pesas en lugar de bultos o troncos; antes se nadaba para cruzar un río o para evitar ser devorado por los depredadores, ahora se trata de romper récords.
Cada disciplina deportiva tiene su léxico así como expresiones propias que nosotros extrapolamos a contextos por completo alejados de lo gimnástico, asuntos a menudo abstractos. Así, volarse la barda (proveniente del beisbol) significa hacer o decir algo sobresaliente o divertido; estar en la lona (del boxeo), fracasar; meter(se) un autogol (del futbol), develar una debilidad propia; dar en el blanco (en tiro con arco o con armas de fuego) es acertar; fintar y su contraparte irse con la finta (en varios deportes) significan engañar/ser engañado.1 “Se la juega” aquel que se arriesga. Por medio de zancadillas se impide que el otro avance.
Nuestros ancestros solucionaban todos sus diferendos a golpes. Atacar o defenderse en disputas por territorios, alimentos u otros bienes en la prehistoria se limitaba al terreno físico; ahora las agresiones toman formas más sofisticadas pero el uso de la fuerza sigue siendo el “argumento” final. Por eso el boxeo y la lucha proporcionan varias metáforas conceptuales de fácil comprensión: bajar la guardia, recibir/dar un golpe bajo, noquear/estar noqueado (del inglés to knock out), etcétera. “Se tira la toalla” para abandonar un proyecto, “se cuelgan los guantes” al jubilarse. “Tiene punch” una idea brillante, “un gancho al hígado” es un revés inesperado. Uno “boxea un round de sombra” cuando se prepara para una entrevista importante. “No siente lo duro sino lo tupido” cuando se atraviesa una mala racha, es decir que se está contra las cuerdas. Por su lado la lucha libre, esa coreografía tan ensayada, es pura simulación y, por ello, muy popular entre nosotros; de esta se pueden entresacar: aplicar una llave china, la quebradora, rudos contra técnicos, máscara contra cabellera… En muchos deportes, pero particularmente en el futbol, el uso del léxico bélico es constante. Hay cañonazos, bombazos, tiros, fusilamientos, riflazos, misiles, disparos;2 barreras, atacantes, defensores, contragolpes. Se da/hace marcaje personal a alguien de quien se recela.
Del atletismo se tomó maratón, poner muy alta la vara/barra (por el salto de altura), correr la milla, ser (algo, por ejemplo un trámite) una carrera de obstáculos.3 Los deportes y otras actividades acuáticas nos han dado: nadar y guardar la ropa (cuidarse las espaldas/no arriesgarse), navegar en internet, echarse un clavado, o sea revisar concienzudamente un asunto/documento; ir viento en popa, buena suerte/prosperidad. Un cargo o un amigo poderoso pueden ser/servir de trampolín para bonanzas futuras.
Del beisbol surgen expresiones que utilizamos en diversos contextos: “agarran fuera de la base” a alguien distraído, incapaz de reaccionar ante una situación inesperada. Un hit es un éxito, de ahí la expresión derivada hit parade. Los adolescentes estadounidenses enseñaron a los nuestros expresiones sexuales como llegar a primera base, a segunda, a tercera… las cuales significan, respectivamente, besarse, acariciarse (con ropa) y masturbar manual o bucalmente. Llegar barriéndose a/en home quiere decir: en el último instante.
Esta última locución tiene un equivalente (llegar rayando el cuaco) originario de la mexicanísima charrería. “No tira ni un pial” aquella persona a quien se corteja con insistencia aunque infructuosamente. Sostener/jalar las riendas significa controlar, dominar. Del hipismo vienen ganar por una cabeza/nariz, es decir in extremis. Se sabe que un handicap es una desventaja y que (por ejemplo en periodo electoral) “caballo que alcanza gana” porque “está/viene cerrando muy fuerte”.
La filosofía popular en Estados Unidos abreva en dos fuentes principales (aquella, a su vez, nos nutre a nosotros): los parlamentos de las películas y los dichos de los deportistas. Entre estos destaca Yogi Berra. Algunas de sus expresiones son tautológicas, incontrovertibles: “el juego no se termina hasta que acaba”, “el pitcheo siempre vence al bateo, y viceversa”; otras resultan paradójicas: “el beisbol es un noventa por ciento mental; la otra mitad es física”. De diversas autorías son: “el último minuto también tiene sesenta segundos”, “el 2-0 es un marcador muy engañoso”, “con diez hombres un equipo resulta más peligroso que con once”, etcétera.
Otros deportes aportan una, máximo dos expresiones: del montañismo: escalar (progresar, ascender en una organización) y llegar a/estar en la cima (triunfar). Meter cuarta (automovilismo) y pedalear (ciclismo) significan acelerar el trabajo (o bien: hacerlo a contrarreloj). Algo/alguien “es un frontón” cuando repele ataques. Otras locuciones son: dar jaque mate (ajedrez), hacer chuza (atropellar); queda uno touché cuando alguien con su discurso nos toca una fibra sensible (esgrima). Hay réplicas y contrarréplicas (ping-pong). Cuando una persona se ensaña con otra se habla de rudeza innecesaria (futbol americano).
La jerga deportiva, utilizada sobre todo por los cronistas, es surrealista sin proponérselo: así, alguien puede tener muchas piernas o siete pulmones, lanzar una bola dormilona, hacer llorar la pelota, ejecutar una media chilena, matar el balón, lanzarse de palomita, hacer lagartijas.
Ahora bien, aunque se trabaje en equipo y se reme en la misma dirección, siempre hay alguien que es el dueño del balón. ~
1 El que gambetea también finta, regatea, como en el tango: “gambeteabas la pobreza / en la casa de pensión”.
2 Lo contrario: calcetinazos.
3 Al parecer había carreras de relevos para traer desde la costa pescado fresco a Moctezuma.
¡Buenísimo! En verdad me abrió los ojos a expresiones que uso y que oigo usar sin realmente saber su origen. ¡Me animó! soy más deportista de lo que pensaba. . . al menos de palabra, ja ja ja.