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Este País | Histórico | Basáñez Miguel | 25.09.2009 | 0 Comentarios

Los NÚMEROS CLARIFICAN, pero pueden usarse con oscuridad como en este título. ¿Este País cuadrado? ¿Este País al cuadrado? No. Qué hizo en esta década Este País por este país, es el sentido. Intentar responder a esta pregunta me dio la grata oportunidad de revisar mis notas y archivos de los pasados 12 años. Sin duda Este País escogió la vía de usar las cifras para clarificar. Hagamos una revisión.

 

Lo primero que destaca del nacimiento de la revista es que fue una obra colectiva. Los nueve promotores iniciales (Adolfo Aguilar Zínser, Enrique Alduncin, Jorge Castañeda, Santiago Creel, Cassio Luisselli, Lorenzo Meyer, Federico Reyes Heroles, Luis Rubio y yo) teníamos cada uno ideas, expectativas y aspiraciones iniciales, que nuestra interacción durante seis meses intensos, de noviembre de 1988 a mayo de 1999, fue modificando. Doy aquí un testimonio necesariamente parcial desde mi perspectiva.

 

Hubo dos elementos que explicaron mi entusiasmo y participación en el proyecto. Primero, encontrar una excelente revista especializada en encuestas, lo que ocurrió en la reunión de WAPOR (World Association for Public Opinión Research) en Toronto en mayo de 1988. Desde ese momento soñé con la posibilidad de que un día se publicara en México Public Opinión. Ésa fue mi inspiración y de hecho mi propuesta inicial al grupo fundador de Este País. Segundo elemento, el éxito de la encuesta de la elección de 1988 que por conducto de Federico Reyes Heroles me encargó La Jornada. Se abrió ahí la posibilidad que varios acariciábamos de contribuir a la democratización del país vía las encuestas. Se convertirían en martillazos numéricos para abrir la concha autoritaria. Dardos venenosos al viejo dinosaurio. En el curso de las reuniones con Carlos Payan en torno al 6 de julio, discutimos la posibilidad de publicar una revista semanal de encuestas al estilo de Public Opinión que se insertara en medio de La Jornada.

 

Pierdo el rastro de lo que ocurrió entre julio y noviembre de 1988, fecha en que celebramos la primera reunión de organización de Este País. Sin embargo, recuerdo que en ese periodo exploramos también la posibilidad de una revista semanal con El Sol de México, que abrió Guillermo Chao. En mi entusiasmo, propuse en diciembre de 1988 un formato para arrancar la publicación de la revista unos días después. Enero de 1989 me parecía una buena fecha para el primer número. Federico sugirió que antes nos abocáramos a convocar a accionistas, a estudiar el diseño, a integrar el equipo de colaboradores y a madurar la idea. La propuesta me frustró mucho. Ahora, no entonces, veo que él tuvo razón y ese proceso nos tomó dos años.

 

En mayo de 1989, después de quince reuniones del grupo fundador, enviamos nuestra primera carta de invitación a accionistas. La titulamos: «Así será Margen». Fue el nombre propuesto por Julio Estrada, que en ese momento iba al frente. Habíamos descartado Reflejos, Perfiles, Espejo, Demoscopía, Lisis, Debates, Sondeo, Opina y Opción, según mis notas. Nos llevó un año concluir la lista de accionistas.

 

En la reunión del 5 de abril de 1990 se entregaron títulos y se decidió el nombre. Nuestra convicción de-mocratizadora impregnaba todo nuestro quehacer, organización y estructura. Los fundadores llegamos a la reunión con una propuesta de nombre. Pero los excelentes participantes de la asamblea mejoraron las opciones y vencieron nuestra idea inicial. Ganó la sugerencia de Amparo Casar Opinión Pública, que tuvimos que abandonar porque ya estaba registrada. Quedó Este País propuesto por Fernando Danel, con el subtítulo Tendencias y opiniones aportado por Víctor Urquidi.

 

La siguiente fecha simbólica fue el 6 de diciembre de 1990. En el Museo Tamayo se hizo la presentación pública del proyecto y el anuncio de la próxima aparición del primer número. Este País nacería finalmente en abril de 1991, desplegando los resultados de la Encuesta Mundial de Valores y convocando a valiosas plumas a interpretarlos. Bartra, Fuentes y Sáenz iniciaron. Después vinieron las encuestas sobre la Iglesia, el Congreso, la Corte, el petróleo, el TLC, el aborto, sin faltar las de aprobación presidencial y elecciones, entre muchas otras.

 

Un encabezado a declaraciones de Federico Reyes Heroles el 3 de diciembre de 1990 me parece muy premonitorio: «Tanto el gobierno como la oposición temen a las encuestas». Ésa fue la constante de nuestras diarias vicisitudes hasta la elección presidencial de 1994: temor, rechazo, hostilidad desde los círculos del poder. Pero nos alentaba que tales conductas se compensaban en la sociedad civil como un reflejo invertido: entusiasmo, aceptación, solidaridad.

 

El quehacer y el análisis de la política en México se concentraban hasta 1988 en las élites. Ahí era donde ocurrían los eventos y los acontecimientos. La sociedad no tenía forma de hacer reconocer sus preferencias, realidades, anhelos, ni aspiraciones, sin pasar por el tamiz del sistema. Los obreros pensaban lo que dijera la CTM; los campesinos, lo que dijera la CNC; y así cada grupo de la sociedad. Las encuestas expropiaron esos monopolios de las expresiones de opinión. En esa labor expropiatoria Este País fue central. No fue fácil pero la satisfacción, puedo hoy decir, es enorme. Este País desbrozó el camino de las encuestas, estimuló el interés de los jóvenes, futuros encuestadores; cuestionó la animadversión a la investigación empírica de varios círculos académicos; fue introduciendo un segmento de lectores a la costumbre de las cifras; hizo posible que en unos cuantos años México se pusiera a la par mundial en la investigación de la opinión pública por encuestas.

 

No concibo el avance de la democracia actual de México sin las encuestas y no concibo las encuestas hoy sin Este País. En este sentido, el décimo aniversario se marca por un éxito rotundo en una de las aspiraciones centrales del grupo fundador: la contribución de Este País a la democratización de México. Mi más reconocida felicitación a todos los colaboradores, escritores, accionistas, amigos, consejeros, anunciantes, lectores -y, muy especialmente, a Federico Reyes Heroles- que hacen e hicieron posible la contribución de esta insustituible revista en la valiosa y ya impostergable transición que el país inició en julio pasado

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