Saturday, 23 November 2024
Artículos relacionados
Tejido musical
Cultura | Este País | Miriam Mabel Martínez | 01.08.2013 | 0 Comentarios

syd-barrett

La historia de la música —desde las expresiones primitivas, quizá de carácter religioso, hasta el rock progresivo, pasando por las canciones populares y la llamada “música culta”— se ha entretejido íntimamente con la de la humanidad. Pink Floyd es, sin duda, un grupo importante de esa larga cadena de sonidos que devienen en arte.

La música de Syd Barrett es una síntesis de su tiempo y, a la vez, la continuidad de una tradición británica, aquella con la que rompió para reinventar un sonido y unirse a esa cronología. En sus acordes están implícitos, además, la música de cámara, los experimentos de Karlheinz Stockhausen, la vanguardia de John Cage, el rockabilly, el jazz y las vanguardias roqueras de la década de los sesenta. En los acordes de Syd están, también, las ideas de Marcel Duchamp, el happening —como forma— y la investigación científica de las drogas. Syd Barrett, con su educación sibarita, se apropió del momento histórico: sabía de dónde venía y, más allá de coincidencias o no, aplicó el método científico —una costumbre muy british—, se montó en su orgullo inglés y absorbió lo que estaba sucediendo en las otras bellas artes. Resultado: la creación de Pink Floyd, del rock psicodélico y la locura.

Estas son las aportaciones inmediatas. A largo plazo, su música y visión predijeron los sonidos del punk inglés y los sonidos que de aquí se derivaron hasta el género electrónico (desde los Sex Pistols, con su Johnny Rotten, hasta Joy Division y su posterior transformación en New Order). La sofisticación del pensamiento de Barrett lo llevó a entender que su apuesta estaba más allá del rock y que su obra era efecto y consecuencia de su lectura intelectual de la realidad.

Syd fue contemporáneo de sus contemporáneos. Un creador capaz de ver la big picture. Un jinete al que le quedó corto el presente. Su revolución era más acelerada. Quizá muchos se conformen con atribuir su locura a las drogas; sin embargo, ese ascenso a otra forma de entender la realidad surgió de la necesidad de inventar una en la que pudiera transitar sin prejuicios. Más que la locura, apabulla su claridad de pensamiento en un mundo que, en pleno destape, casi al mismo tiempo empezaba a castigar la originalidad. Syd entendió su momento porque conocía su pasado —“apretado” e imperialista—, y pudo reinventarse y vaticinar el futuro. Él no lo sabía, pero ya en sus primeros discos con Pink Floyd y en sus sesiones en vivo con ufo (en las que, como banda, se sumaba a la creatividad de artistas conceptuales de su generación) se adhería a una tradición en construcción y reconstrucción permanente que más tarde habría de traducirse en otras formas musicales. En aquellas sesiones el futuro no estorbaba ni limitaba; el presente se expandía en sus posibilidades y se concretizaba en notas y en el acto performativo. Orgulloso de su clase, buscó interlocutores; así eligió a sus compañeros de banda y también intuyó ese otro lado de la luna, al que Pink Floyd llegaría sin él.

Y Syd sigue brillando, y lo escucho y lo entiendo —en mi tiempo— contemporáneo y universal. Es un gurú y un arquitecto que, junto con Roger Waters, Richard Wright, Nick Mason y, después, David Gilmour, inició algo que hoy es legado universal y global.

Escucho The Piper at the Gates of Dawn y entiendo que su mayor obra no se limitó a las composiciones y los tejidos sonoros, sino que su gran legado es lo que posteriormente fue Pink Floyd —un poco en la tradición del artista alemán Joseph Beuys, cuya pieza magistral es el mundo intelectual y conceptual que abrió en sus clases. Y lo que devino es parte de nuestro legado. Ideas, historias que convergen, lecturas entrelazadas, estéticas relacionales que huyen, se concretan y se coquetean perdiéndose unas y permaneciendo otras.
Pink-Floyd

Observo y escucho la discografía de Pink Floyd con Syd Barrett, sin él, con Waters y —más allá de Waters— con Gilmour. Sin tomar partido disfruto el desarrollo de una semilla musical y sus bifurcaciones: en cada una de sus rutas me agasaja la autenticidad y la apuesta. Son lo que son. Me quedo con la propuesta existencial que se escapa a la narrativa, que se integra —sin realmente integrarse— a lo clásico, al rock, al progresivo, al psicodélico, al pop y, en un sentido universal, se resume en su propia experimentación sintetizando teatro, literatura, artes visuales, filosofía. Pink Floyd está fuera del tiempo. Vigencia y pasado. Su flexibilidad para responder y escuchar a su época fue la herramienta para continuar su destino confrontando, asimilando y reintentando la vanguardia. Impusieron moda y se escaparon de ella.

Apreciar el legado de Barrett, como un clásico, plantea un reto moderno entendido como una consecuencia posmoderna. Su aportación sonora es en sí una especie de ejercicio de contemplación del mundo, un “hacer sonar la filosofía”. Su música —al igual que la de Pink Floyd— es una narración que entrelaza sonido y arquitectura, que viaja de la pintura al ensayo, de lo conceptual a la escultura, de la literatura a la reflexión sociológica: es la traducción sonora de una postura. Una invención para dibujar el mundo visible de una forma distinta.

Syd es para mí lo que para algunos es Marcel Duchamp o para otros John Cage o Jorge Luis Borges, visionarios que impusieron tendencia y crearon lo que hoy es moda. Me gusta pensar a estos personajes como rizomas atemporales que unen tradiciones a veces con nudos, otras de maneras sutiles. Los respeto por ser punta de lanza, no como consigna sino porque no sabían ser de otra forma. Pienso en sus seguidores quienes, sin copiar o copiando, sin repetir o repitiendo, se redescubren en otros tiempos haciendo otras aportaciones, creando otras piezas, unas transgresoras, otras conservadoras, tibias, locuaces, perturbadoras o frívolas, que casi imperceptiblemente dan continuidad, sin que eso signifique sumisión: se trata simplemente de la progresión natural humana.

¿Qué hubiera sido de Syd Barrett si en lugar de escuchar su instinto y explorar dentro y fuera de la tradición se hubiera conformado con repetir sin reflexionar lo que otros estaban haciendo en su tiempo? ¿La historia de la música sería diferente?

Lo más probable es que sí.  ~

——————————
Becaria del programa Jóvenes Creadores del Fonca, MIRIAM MABEL MARTÍNEZ (1971) obtuvo en 2001 una residencia artística en el Vermont Studio Center. Ha publicado textos en Casa del Tiempo, Nexos, Los Universitarios y Origina, entre otras revistas y suplementos culturales.

Dejar un comentario



Nosotros, los gordos
Si bien la figura del mito aparece en los horizontes del hombre para tratar de explicar, con la belleza y la ingenuidad de la magia, algunos fenómenos naturales, las grandes civilizaciones de la historia, las que realmente gestaron a las sociedades sedentarias, tuvieron Mitos Fundacionales relacionados a la idea del cuerpo. Concepciones muy firmes, pues, […]
¿Qué es hablar mal?
Algunas cosas que hay que saber antes de emitir juicios lingüísticos ¿Qué es hablar mal? La percepción sobre la calidad de la manera en la que hablamos está mediada por muchísimos factores. Hablar mal puede significar que no se pronuncian adecuadamente los sonidos propios de una lengua (usar indistintamente /l/ o /r/ en español: ‘mila’ […]
En medio de bloqueos, el CNTE
Durante muchos años, los sueños de una mejoría en el sistema de educación giraban en torno a dos ejes: primero, la desaparición del icono de la disfunción educativa de México, Elba Esther Gordillo; y segundo, una reforma educativa que redujera el desperdicio de recursos e introdujera un mayor rendimiento de cuentas de las escuelas. Este […]
¿Maestros o criminales?
Durante muchos años, los sueños para una mejoría en el sistema de educación iban en dos ejes: primero, la desaparición del icono de la disfunción educativa de México, Elba Esther Gordillo; y segundo, una reforma educativa que reduce el desperdicio de recursos e introduce un mayor rendimiento de cuentas de las escuelas. Este cálculo siempre […]
Legitimidad de la reforma educativa
Aquí y en China la evaluación es necesaria, pero lo que los maestros inconformes estarían diciendo es que no se debe partir de que la baja calidad de la educación sea atribuible enteramente a la de las enseñanzas que ellos brindan, y que, en consecuencia, dejar de reconocer el contexto educativo de sus entidades –las […]
Más leídos
Más comentados
Los grandes problemas actuales de México (153.154)
...

La economía mexicana del siglo xx: entre milagros y crisis (65.925)
...

Con toda la barba (48.028)
...

¿Por qué es un problema la lectura? (30.527)
Desarrollar el gusto por la lectura no es cuestión meramente de voluntad individual. El interés por los libros aparece sólo en ciertas circunstancias.

La distribución del ingreso en México (26.626)
...

Presunto culpable: ¿Por qué nuestro sistema de justicia condena inocentes de forma rutinaria?
Bas­tan­te han es­cri­to y di­cho ter­ce­ros so­bre Pre­sun­to cul­pa­ble....

Los grandes problemas actuales de México
Se dice que el país está sobrediagnosticado, pero en plenas campañas y ante...

I7P5N: la fórmula
Homenaje al ipn con motivo de su 75 aniversario, este ensayo es también una...

China – EUA. ¿Nuevo escenario bipolar?
No hace mucho que regresé de viaje del continente asiático, con el propósito...

La sofocracia y la política científica
Con el cambio de Gobierno, se han escuchado voces que proponen la creación...

1
Foro de Indicadores
Debates que concluyen antes de iniciarse
El proceso legislativo reciente y sus números

Eduardo Bohórquez y Javier Berain

Factofilia: Programas sociales y pobreza, ¿existe relación?
Eduardo Bohórquez y Paola Palacios

Migración de México a Estados Unidos, ¿un éxodo en reversa?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Donar no es deducir, donar es invertir. Las donaciones en el marco de la reforma fiscal
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Impuestos, gasto público y confianza, ¿una relación improbable?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Los titanes mundiales del petróleo y el gas
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La pobreza en perspectiva histórica ¿Veinte años no son nada?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La firme marcha de la desigualdad
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia. 2015: hacia una nueva agenda global de desarrollo
Roberto Castellanos y Eduardo Bohórquez

¿Qué medimos en la lucha contra el hambre?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Bicicletas, autos eléctricos y oficinas-hotel. El verdadero umbral del siglo XXI
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Parquímetros y franeleros: de cómo diez pesitos se convierten en tres mil millones de pesos
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Una radiografía de la desigualdad en México
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Más allá de la partícula divina
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: El acento está en las ciudades. Algunos resultados de la base de datos ECCA 2012
Suhayla Bazbaz y Eduardo Bohórquez