Saturday, 20 April 2024
Artículos relacionados
Los frutos de Esmirna
Cultura | Este País | Galaxia Gutenberg | Angelina Muñiz-Huberman | 01.09.2013 | 0 Comentarios

Homero Aridjis, Esmirna en llamas,  Fondo de Cultura Económica,  México, 2013.

Homero Aridjis, Esmirna en llamas,

Fondo de Cultura Económica,

México, 2013.

Homero Aridjis ha logrado en Esmirna en llamas un largo poema en prosa épico-lírico con tonos de Apocalipsis. Ha fundido la tradición de la literatura clásica griega y de la mitología en un libro que es, además, testigo histórico de nuestra época. Podría ser también un libro sobre el exilio —si no propio, heredado. Situado en los aciagos días de la guerra grecoturca (1919-1922) refleja parte de la vida de Nicias Aridjis, padre de Homero. Pero es una vida entreverada con el sufrimiento de todo un pueblo: en este caso, del griego ante los turcos, y con los nombres de los personajes que oscilan entre los antiguos mitos y la realidad o, incluso, la historia de Grecia: Calíope, Eurídice, Penélope, Tales, Heródoto, Platón, Pericles. Hasta el mismo Nicias, nombre del general de la Guerra del Peloponeso y, no digamos, Homero.

El otro gran hecho innegable, causa de constantes conflictos bélicos, es el enfrentamiento entre Grecia y Anatolia —o Asia Menor— desde la época troyana hasta el siglo XX. Así, en una región tan debatida, se dará la última batalla, en la que se ventilaron intereses de las potencias europeas. Un libro que expone la vertiente final y los desastres que causan la política, los nacionalismos y las religiones cuando eligen el camino de la intolerancia.

Esmirna en llamas es también, y ante todo, el eterno combate entre el bien y el mal, la débil frontera en la que la pasión y el crimen se desbordan y no hay dique que la contenga. Crueldad, violencia y tortura solo son apagadas con la muerte. Nicias, el testigo, va grabando en su memoria las imágenes delirantes de la guerra, de la destrucción de una bella y rica ciudad que se derrumba en sus cenizas. Ciudad construida a lo largo de los siglos que en pocos días es condenada a las llamas. Familias enteras que son sacrificadas y aun los que esperan en el puerto la llegada de embarcaciones salvadoras caen muertos:

Pero lo que más impresionó a Nicias no fue descubrir el movimiento de las columnas de caballería turca dirigiéndose a la ciudad en silencio, sino ver arrodillado al campanero de la iglesia de San Esteban, a punto de ser decapitado por un jinete turco que corría hacia él con un sable en la mano. (pp. 13-14)

Luego, las paradojas de la guerra se manifiestan en que ambos bandos cometen atrocidades y los valores se invierten: “Mustafá Kemal, el tirano infausto para los griegos, bueno para los turcos” (pp. 17-18). Frente a él, la defensa griega, al mando de Georgio Hatzianestis, resulta ineficaz, porque instalado en la locura y, a la manera de un personaje cervantino, se cree de cristal. Los absurdos y las incongruencias determinan el destino de las batallas.

La acción se desarrolla en las calles y el constante movimiento, los ataques, los avances y retrocesos de perseguidos y perseguidores corren aparejados con el ritmo literario. La lectura se vuelve imperiosa y las páginas se devoran unas a otras, se incendian de presagios y desvaríos. El libro entre las manos apenas se sostiene por la velocidad incontenible de los hechos y del fuego consumidor.

Con palabras dolorosamente irónicas, Nicias exclama:

Cuántas iglesias católicas romanas, armenias romanas, ortodoxas griegas, ortodoxas gregorianas y templos anglicanos y protestantes hay en Esmirna, pero como dice el dicho: “Vinieron los sarracenos y nos molieron a palos porque Dios protege a los malos cuando son más que los buenos”. (p.19)

Esmirna era una ciudad pluriétnica donde vivían diferentes pueblos con culturas, idiomas y religiones que podían convivir. Nicias deambula por el barrio de los sefardíes (quienes lo habitaron desde su expulsión de España en 1492) donde aún se recuerda al falso profeta Shabetai Tzvi y resuenan los ecos de las antiguas canciones en ladino.

Esmirna es condenada a arder y el fuego todo lo destruye igualando en cenizas a casas humildes y palacetes, personas y animales. Aparecen los chettes, mercenarios encargados de las matanzas más crueles:

En las calles había cuerpos calcinados que despedían ese sabor dulzón de eternidad que tiene la carne abrasada. Entre los muertos había perros y gatos, pájaros y ratones achicharrados; las mascotas aparecían junto a sandalias, zapatos, manos, vendas, sombrillas, vestidos chamuscados. Más allá de los sexos, más allá de las edades no se sabía si una mandíbula pelada, un pie mutilado, una oreja perdida pertenecían a este o aquel cuerpo. La ciudad entera olía a fuego. (p. 87)

La destrucción alcanza las formas de la cultura y arden también libros, manuscritos, grabados, papeles, tesoros milenarios de las bibliotecas donde se guardaban desde escritos de la antigüedad clásica hasta el recién publicado Ulises de James Joyce. Y entonces se vuelve vigente la cita de Heinrich Heine: “Allí donde se queman los libros se acabará quemando a seres humanos” (p.91). Análogamente con lo que hicieron la Inquisición española y el nazismo.

Nicias se siente parte del fuego:

Ante sus ojos no solo el pasado individual de miles de personas se venía abajo sino también siglos de civilización. Él, fantasma de sí mismo, sentía que nunca más podría separar su persona de la ciudad arrasada, como si hombre y paisaje fuesen la misma cosa, las mismas ruinas. (p. 97)

Y, sin embargo, Tánatos atrae a Eros, y Nicias y Eurídice aún pueden gozar de una noche de amor y evocar, a la manera del Cantar de los Cantares, la plenitud del éxtasis. Así la ronda por la ciudad abarca toda su vitalidad en medio de la muerte.

La mirada fotográfica de Nicias se esfuerza por grabar para siempre la historia que vive. No deja nada de lado, ni los grandes hoteles ni los clubes deportivos ni los parques ni los mercados ni las escuelas y sus maestros ni los teatros y los cines. Ni siquiera las películas vistas : El Gólem, El gabinete del Dr. Caligari, Nosferatu y los extraordinarios noticieros Pathé, en repaso melancólico. Todo habrá de ser mencionado y trasmitido para las generaciones futuras en versión de los vencidos, los que no escriben la historia, frente a los relatos de periodistas y testigos de Francia, Inglaterra, Estados Unidos y sus posiciones partidistas. Asimismo, versos de la Ilíada y la Odisea o bien de Cavafis son intercalados.

Esmirna en llamas, de Homero Aridjis en boca, oídos y ojos de su padre Nicias, recoge un trozo de la historia mundial que no debe ser olvidado. O como dijera el cónsul americano George Horton: “Una de las más fuertes impresiones que me llevaba conmigo era un sentimiento de vergüenza de pertenecer a la raza humana” (p.112). Como nota al margen resulta oportuno referirnos a la situación actual, aunque en circunstancias de otra índole, en la que tanto Grecia como Turquía ocupan los titulares periodísticos y atraviesan momentos difíciles.

Por último, el libro incluye fotografías e ilustraciones de la época, así como fragmentos de cartas y artículos periodísticos, además de la bibliografía final, que completan el panorama. Estamos ante un libro verdaderamente excepcional que debe ser conocido por todo lector y difundido en amplitud. Un libro que parecería alejado de la realidad mexicana cuando no es sino todo lo contrario. La historia de Nicias, después de la quema de Esmirna, lo lleva al exilio de ciudad en ciudad y de país en país para finalmente establecerse en Contepec, Michoacán —ejemplo, una vez más, de la cualidad hospitalaria de México que ha recibido a tantos refugiados y perseguidos políticos. La fotografía final de Nicias en su huerto de Contepec, abrazando contra su cuerpo un montón de higos cierra el libro de manera emotiva y concluyente: después de todo el sufrimiento, el dulzor de los frutos de Esmirna quedó afianzado en su corazón para siempre.  ~

________

Poeta y narradora, académica e investigadora, ANGELINA MUÑIZ-HUBERMAN (Hyères, Francia, 1936) ha dedicado su fructífera vida a las letras. Es autora de más de treinta libros, entre los que se cuentan los poemarios El trazo y el vuelo (1997), La sal en el rostro (1998), Conato de extranjería (1999) y La tregua de la inocencia (2003), por mencionar solo algunos de los más recientes. En 1985 recibió el Premio Xavier Villaurrutia por Huerto cerrado, huerto sellado, volumen de cuentos. Otras de las distinciones que ha recibido son el Premio Magda Donato, la primera edición del Premio Sor Juana Inés de la Cruz (1993), la Medalla Jerusalén y la Orden de Isabel la Católica (2011).

Dejar un comentario



La historia de las palabras en la RAE
Cronopio, la camaradería de Julio Cortázar
Este texto estará disponible en el transcurso del mes. Por favor, visite el sumario general o el sumario del suplemento de Cultura regularmente. Los títulos subrayados indican que el artículo completo ya está disponible. Suscríbase a Este País y reciba la versión impresa cada mes a la puerta de su casa o cómprela con su […]
Un ojo siempre abierto
Eduardo Mosches, El ojo histórico, Universidad Veracruzana,  México, 2014. Pensad que esto ha sucedido: Os encomiendo estas palabras. Primo Levi En una de sus novelas más famosas, 1984, George Orwell imaginó una presencia inquietante, un ojo siempre abierto que prolongaba hasta lo inconcebible el viejo mito griego de Argos Panoptes. Su esencia misma, una curiosa […]
Tirar la piedra
Víctor Cabrera, Guijarros, La Dïéresis, México, 2014. Hace más o menos diez años leí por primera vez unos poemas de Víctor Cabrera incluidos en la antología Un orbe más ancho. Los textos, pertenecientes al hasta ahora inédito El libro de la arena, resonaron estentóreos para mí desde entonces. Ha pasado, pues, una década de escritura, […]
Selfies y la llegada de Maximiliano y Carlota
Observamos que se ha introducido en nuestro léxico la voz inglesa selfie que equivale a ‘autofoto’, porque se trata de una fotografía que una persona hace de sí misma, sola o en compañía de otras personas con una cámara o con algún dispositivo electrónico como un teléfono celular o una tableta, y que se sube […]
Presencia de Severino Salazar
Obras reunidas de Severino Salazar, director editorial: Alberto Paredes, Juan Pablos-INBA, México, 2013.   Entre las buenas noticias que nos sigue dando la edición independiente en México, una de las mejores es la aparición, a fines de 2013, de las Obras reunidas de Severino Salazar, el narrador zacatecano muerto hace ya un poco más de […]
Más leídos
Más comentados
Los grandes problemas actuales de México (144.789)
...

La economía mexicana del siglo xx: entre milagros y crisis (59.599)
...

Con toda la barba (38.231)
...

¿Por qué es un problema la lectura? (27.210)
Desarrollar el gusto por la lectura no es cuestión meramente de voluntad individual. El interés por los libros aparece sólo en ciertas circunstancias.

La distribución del ingreso en México (23.070)
...

Presunto culpable: ¿Por qué nuestro sistema de justicia condena inocentes de forma rutinaria?
Bas­tan­te han es­cri­to y di­cho ter­ce­ros so­bre Pre­sun­to cul­pa­ble....

Los grandes problemas actuales de México
Se dice que el país está sobrediagnosticado, pero en plenas campañas y ante...

I7P5N: la fórmula
Homenaje al ipn con motivo de su 75 aniversario, este ensayo es también una...

China – EUA. ¿Nuevo escenario bipolar?
No hace mucho que regresé de viaje del continente asiático, con el propósito...

La sofocracia y la política científica
Con el cambio de Gobierno, se han escuchado voces que proponen la creación...

1
Foro de Indicadores
Debates que concluyen antes de iniciarse
El proceso legislativo reciente y sus números

Eduardo Bohórquez y Javier Berain

Factofilia: Programas sociales y pobreza, ¿existe relación?
Eduardo Bohórquez y Paola Palacios

Migración de México a Estados Unidos, ¿un éxodo en reversa?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Donar no es deducir, donar es invertir. Las donaciones en el marco de la reforma fiscal
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Impuestos, gasto público y confianza, ¿una relación improbable?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Los titanes mundiales del petróleo y el gas
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La pobreza en perspectiva histórica ¿Veinte años no son nada?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La firme marcha de la desigualdad
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia. 2015: hacia una nueva agenda global de desarrollo
Roberto Castellanos y Eduardo Bohórquez

¿Qué medimos en la lucha contra el hambre?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Bicicletas, autos eléctricos y oficinas-hotel. El verdadero umbral del siglo XXI
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Parquímetros y franeleros: de cómo diez pesitos se convierten en tres mil millones de pesos
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Una radiografía de la desigualdad en México
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Más allá de la partícula divina
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: El acento está en las ciudades. Algunos resultados de la base de datos ECCA 2012
Suhayla Bazbaz y Eduardo Bohórquez