Hemos revisado metáforas que involucran animales y vegetales. Toca el turno a los minerales, tanto en forma de tierra (volver al terruño), como de rocas (quedarse petrificado), metales (ser rubia platino) o piedras preciosas (un diamante en bruto).
Algunos metales, como el oro, destacan por su valía y califican a personas o cosas. Por eso, dorados o de oro hay sueños, bodas, siglos, épocas, minas, recuerdos, letras, corazones. Es oro molido el/lo que “vale su peso en oro”. Aquilatar, lógicamente, significa apreciar el valor de algo. Oro negro es casi un oxímoron (alianza de opuestos) para designar el petróleo; ahora se habla de “oro verde” y de otros colores. Enseñar el cobre es develar la ordinariez propia, antes disfrazada por una leve chapa dorada, mientras que ser chapado(a) a la antigua implica conservadurismo. De plata hay hilos (eufemismo para canas), aniversarios, papel (aluminio), un río. Hablar en plata quiere decir sin rodeos. En varias zonas dialectales plata significa dinero (en el habla popular mexicana se ha preferido fierros o bien una metáfora animal: lana). De los ambiciosos y los avaros se dice que están metalizados.
Según la tradición judeocristiana, el ser humano fue moldeado a partir del barro, a imagen y semejanza de Dios, por eso su destino material es volver al polvo. En parte por ello, “mi tierra” significa el lugar donde nací (o donde me crié). Tierras las hay prometidas, santas, firmes, también de nadie. “Libre de polvo y paja” significa ganancia neta. Muerde el polvo quien muere. Otras expresiones: estar hecho polvo (fatigado, abatido), hacer polvo (aniquilar);1 echar tierra a alguien (criticarlo) o a algún asunto, (ocultar, solapar). Está escrita en la arena una determinación endeble; un gran(it)o de arena es una pequeña contribución. Da una de cal y otra de arena quien es inconstante. En las metáforas el cristal connota transparencia pero también fragilidad. Otros metales, en cambio, sugieren solidez: temple de acero,2 voluntad férrea, salud de hierro. Una nación —y otros entes abstractos— se forjan, es decir que obtienen su forma a golpes. De la misma manera, las conspiraciones se fraguan, es decir se maquinan. Los metales, como los atributos, se acrisolan (se depuran). Verbos todos relacionados con la metalurgia.3
Es un cliché decir que la mexicana es la raza de bronce.4 A la historia y los héroes de ese mismo metal los sustentan el culto a la personalidad y las leyendas. Broncearse es oscurecer la piel al sol o en camas especiales, lo cual resulta paradójico en un mundo en el que las culturas dominantes discriminan a los morenos.
Hay piedras en muchos contextos: filosofal, la edad, del riñón, la primera,5 la que se tira para luego esconder la mano, el convidado, las que se ponen en el camino, que se traen en el zapato o las que los torpes tiran a su propio tejado. En las guerras, cuando los indefensos civiles “se encierran a piedra y lodo” (o a “cal y canto”), no suele quedar ni una sobre otra. La literatura, en especial la poesía, mineraliza a menudo a la mujer. Cervantes guasea alternando metáforas minerales y vegetales: “[La] hermosura [de Dulcinea es] sobrehumana, pues en ella se vienen a hacer verdades todos los imposibles y quiméricos atributos de belleza que los poetas dan a sus damas: que sus cabellos son oro, su frente campos elíseos, sus cejas arcos del cielo, sus ojos soles, sus mejillas rosas, sus labios corales, perlas sus dientes, alabastro su cuello, mármol su pecho, marfil sus manos”.6 A su manera, una balada dice lo mismo: “Eres la gema que Dios / convirtiera en mujer / para bien de mi vida”. Es esta una veta inagotable.7
El término plomero es una metonimia en la que el material empleado da nombre al oficio, porque antiguamente las tuberías, sobre todo del desagüe, eran de plomo. Entre nosotros, un plomazo es un disparo; tener aplomo, una virtud; ser un plomo, un defecto. De la sal, ese cristal que se come: saleroso(a) implica donaire; salado(a), mala suerte. Salpimentar quiere decir amenizar mientras que echar sal en la herida es recordar a alguien algo molesto.8
También existen contradicciones: el azadón de palo en casa del herrero, el ¿plata o plomo?, los diamantes de césped y arcilla (en el beisbol), los gigantes con pies de barro o los oros de la baraja española que son diamantes en la francesa. Perlas y conchas fueron animales y ahora están mineralizadas. Entre las primeras están las que significan perfectamente, otras implican exquisitez, rareza; en ocasiones se piden las de la Virgen; las segundas para el Cono Sur son vaginas. Meterse (alguien) en su concha, enconcharse, significa retraerse. Hacer concha implica osadía y descaro.
De Pedro Páramo, desde el título —que como se sabe es el nombre del protagonista—, Rulfo nos da a entender que era como un ser mineral, y por partida doble: “Era una piedra9 en un suelo yermo, pedregoso. Su voz era ‘seca como la tierra más seca’”. Tras morir, “se fue desmoronando como si fuera un montón de piedras”. Todo ello es muy congruente dentro de una novela acerca de un cacique de talante pétreo, con corazón de piedra. ~
1 En España, echar un polvo es tener relaciones sexuales.
2 Se dice que se templa el carácter, y esto al menos desde el siglo XVII: “¿Pues cómo ha de estar templada / la que vuestro amor pretende, / si la que es ingrata ofende / y la que es fácil enfada?” (Sor Juana, Sátira filosófica).
3 Por otro lado, a cierto rock se le llama pesado, macizo, “metálico”.
4 También se dice, no sin un dejo racista, que somos cobrizos.
5 Una es evangélica e implica rechazar lapidariamente, la otra es la que ponen los gobernantes posando para la foto.
6 1ª parte, cap. XIII.
7 Conocemos el muy mexicano sarape veteado y otras vetas (de información, por ejemplo), pero no es fácil determinar, entre las que involucran a los tres reinos de la naturaleza, cuáles fueron las primeras: las que hay en la madera, en la carne o en el subsuelo.
8 Como se sabe, salario (del latín salarĭum) proviene de sal, la antigua remuneración romana.
9 Simón pasó a llamarse Pedro en el momento en que Cristo exclamó, señalándolo: “Sobre esta piedra edificaré mi iglesia”.
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Profesor de literatura francesa en la Facultad de Filosofía y Letras y de español superior en el CEPE de la UNAM, RICARDO ANCIRA (Mante, Tamaulipas, 1955) obtuvo un premio en el Concurso Internacional de Cuento Juan Rulfo 2001, que organiza Radio Francia Internacional, por el relato “…y Dios creó los USATM”.
Qué divertido, Ricardo. Mi madre decía «¡Una de cal por las que van de arena!»
Muchas felicidades Ricardo
Excelentes referencias
Un abrazo
Excelente y divertido artículo. Gracias