En el número pasado, Edmundo Vallejo presentó esta sección. Con esta nueva entrega, damos inicio formal a la serie de propuestas ciudadanas sobre las acciones que, como individuos y como miembros de organizaciones, podemos emprender a favor de nuestra sociedad.
Los graves problemas nacionales solo se resolverán cuando los ciudadanos nos obliguemos a participar y a contribuir en su solución.
Hace poco menos de tres años, Este País publicó una encuesta nacional que reveló que a 86% de los encuestados lo que le interesaba, o lo que solo le interesaba, era su bienestar personal y su familia. Y una encuesta anterior había dicho que, entre los mexicanos, únicamente 15% participaba en organizaciones, ya sean asistenciales, religiosas, culturales, deportivas o de otro tipo.
No hay duda de que la situación de nuestro país exige no solo la acción política sino también la participación de los ciudadanos. Y esta, por fuerza, se ha de dar en forma organizada para ser eficaz. Sin embargo, estoy convencido de que, para sumarse a alguna organización propiamente cívica —como las uniones de padres de familia, las asociaciones de vecinos y las instituciones gremiales—, es indispensable que las personas transiten primero por la vía social.
Esta precisamente ha sido la experiencia de mi larga vida. Por mi fe cristiana, he tenido siempre la exigencia de ayudar a los pobres, pero sobre todo de contribuir a su educación para que, por esta vía, puedan aspirar a una vida productiva. Así, fui uno de los primeros socios y el primer presidente de la Fundación Mexicana para el Desarrollo Rural.
También me ha movido la necesidad de hacer algo en el orden público. Ello, ante las deficiencias de un Estado que no siempre se ha inclinado a servir al bien común y que ha sido, muchas veces, autoritario. Recuerdo los atropellos, excesos o frivolidades de algunos presidentes. De ahí que a fines de la década de los sesenta participara en el Instituto Mexicano de Estudios Políticos, que funcionó varios años, sobre todo bajo la destacada dirección de Jaime González Graf, ya fallecido.
La labor social que he realizado ha sido en mi carácter de empresario. Pertenezco a la Unión Social de Empresarios de México (USEM) desde 1963, y he sido su presidente dos veces. He escrito artículos y numerosas conferencias y he recogido varias de ellas en tres libros. He aquí algunos de los títulos: “Lo social y el socialismo: una confusión frecuente”, “Neoliberalismo: ¿problema o solución?”, “México: visión y futuro”, “La revalorización de la empresa privada”, “Igualdad y desigualdad entre las naciones”, “El hombre del tercer milenio”, “Los jóvenes y el trabajo”, “Economía de mercado con responsabilidad social”, “Una empresa altamente productiva y plenamente humana”.
Sobre la situación del país, algunos dicen que tenemos cosas que van bien y otros que las cosas van mal. Pues bien, creo que debemos mejorar lo que está bien y corregir lo que está mal. ¿Quiénes deben hacerlo? En primer lugar, desde luego, los gobernantes. Después, los políticos, que tienen el poder de lograr mucho. Los medios de comunicación también pueden hacer su parte. Y lo hacen, denunciando, criticando, proponiendo. En esto, los intelectuales tienen una gran responsabilidad.
Los ciudadanos ya estamos trabajando en lo que se llama el tercer sector —la ayuda social—, pero en tareas muy concretas que desde luego inciden en la solución de los problemas. El trabajo voluntario en estas organizaciones debe promoverse. Pero para resolver los problemas que nos agobian, la tremenda limitación es que son muy pocos los ciudadanos que se preocupan y se ocupan de ellos.
Para satisfacer esta necesidad real y efectiva de participación ciudadana, hace tres años un grupo de personas creamos la organización Más Ciudadanía en la Ciudad de México (www.masciudadania.org, [email protected]).
Esta organización tiene como objetivos (1) construir y promover una ciudadanía participativa y solidaria, (2) pugnar por la vinculación de las organizaciones de la sociedad para reforzar sus objetivos fundamentales y, por último, (3) influir de manera determinante en la solución de los problemas clave de nuestro país. En pocas palabras, hacer una política no partidista. Entre los temas que más nos preocupan e interesan están los siguientes: seguridad y justicia, crecimiento económico y empleo, educación de calidad, pobreza y desigualdad. Dentro de este ambicioso proyecto me atrevo a proponer que se incluya el pugnar por reconstruir el tejido social, mediante el fortalecimiento de la fibra moral de las personas.
Finalmente, invito a mis estimados lectores a que hagamos todos juntos un esfuerzo, de acuerdo con nuestras posibilidades, para participar más en los asuntos públicos y sociales. Solo así podremos llegar a una convivencia civilizada, próspera y justa.
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LORENZO SERVITJE fue director y presidente de Grupo Bimbo de 1936 a 1981, y presidente del Consejo de Administración de esa empresa de 1981 a 1994. Ha recibido diversos reconocimientos por su labor cívica y altruista.