La Encuesta a públicos de museos 2008-2009 confirma una certidumbre: los visitantes más asiduos (62%) tienen niveles de escolaridad de educación media y superior:
• Preparatoria incompleta 18.3%
• Licenciatura incompleta 17.7%
• Licenciatura completa 17.1 %
• Preparatoria completa 9%
Así, la cifra de este segmento poblacional asciende al 62.1%, casi dos terceras partes.
A este segmento le siguen los visitantes con la primaria incompleta, (14.5%) y con la secundaria incompleta, (poco más del 8%).
Los resultados de la Encuesta también sorprenden. Llama nuestra atención los bajos índices de asistencia entre los visitantes con primaria completa y con estudios de posgrado. Por un lado, la cifra entre los asistentes que aún no completan la primaria y los que sí, baja del 14.5% al 2 por ciento. Por el otro, la cifra entre aquellos con la licenciatura completa y los que cursan estudios de posgrado desciende también, del 17.1% al 2.5 por ciento. En ambos casos, el desplome es radical. ¿Qué sucede?
Son necesarias más preguntas para poder establecer con precisión el motivo del cambio. Sin embargo, podemos conjeturar que en el caso de los visitantes que tienen la primaria incompleta, se trata de niños que asisten en compañía de sus padres, mientras que los asistentes con primaria completa son adolescentes o adultos que visitan el museo solos.
Por el contrario, la explicación para el segundo caso parece más clara: la falta de motivación. Los intereses individuales se concentran en las trayectorias académicas o profesionales, y la visita a los museos no figuró como una opción para el tiempo libre.
El dato nos remite a “El desastre educativo”, análisis de Gabriel Zaid a la Encuesta Nacional de Lectura. Entre otros aspectos, Zaid pone el énfasis en el descenso en los niveles de lectura entre los sectores que han culminado sus estudios de educación superior. Así pues, la lectura es motivada por razones escolares y curriculares, pero una vez cumplida la meta, y ante la falta de un hábito inculcado, es abandonada.
En tanto, en mi comentario a la misma encuesta publicado en la edición de Este País de febrero de 2007, nos aproximamos desde otro ángulo al tema. En esa ocasión agrupamos los porcentajes de aquellos que no leen porque no les gusta (30%), con aquellos que otorgan prioridad a diversas actividades recreativas distintas a la lectura: 79.7 por ciento.
Estos datos dejan claro que en la construcción del hábito de la visita a los museos y de la lectura, el sistema educativo nacional amerita una severa y meticulosa evaluación.
En la Encuesta a públicos de museos 2008-2009, la ocupación de los consultados aporta igualmente certezas parecidas a la Encuesta Nacional de Lectura. El 53% de los encuestados se definió como estudiante. La cifra desciende casi a la mitad en el criterio siguiente, aquellos cuya ocupación central es el trabajo: 27 por ciento de la población. Las amas de casa apenas alcanzan un porcentaje cercano al 9% y los menores de seis años alrededor del 5 por ciento. Los que menos asisten a los museos son los que trabajan y estudian a la vez (2%), los jubilados (1.7%) y los desempleados (1.4%).
En resumen, es el estudiante el visitante principal de museos, lo cual refuerza la hipótesis que establece que las obligaciones escolares son el motor de la visita. Cumplida la obligación escolar o concluidos los estudios de educación superior, el museo desaparece del horizonte de intereses de los mexicanos.
La Encuesta aborda asimismo el estatus económico-social de los visitantes y ahí también nos enfrentamos con una inquietante situación. El nivel socioeconómico se mide con base en el número de focos en la vivienda de la persona a la que se le aplica el cuestionario. La encuesta del conaculta aplicó este criterio, que se ha vuelto una norma internacional, dado que se ha detectado que por diversas razones los consultados suelen sentirse incómodos cuando se les pregunta de manera directa por su ingreso mensual o anual, por lo que las respuestas no se apegan a la realidad.
En México, este criterio se aplicó anteriormente en la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares, enigh, de 2006. Señalemos la relación entre el número de focos en una vivienda y el nivel de ingresos para orientarnos con más exactitud. Según esta metodología, las personas que viven en viviendas con entre uno y cinco focos tendrían un ingreso promedio mensual de entre 2 mil 419.69 a 4 mil 32.80 pesos. En tanto, aquellos que cuentan en sus hogares con seis a diez focos, ganarían de 6 mil 49.21 a 10 mil 82 pesos. Y los que tienen más de diez focos acumularían un ingreso mensual de 10 mil 82 pesos o más. Los resultados de la encuesta muestran que, como se podría esperar, mientras mayor es el nivel económico, la asistencia a los museos también es mayor. Esto, hasta cierto límite, pues ocurre un fenómeno parecido al de la escolaridad: la mayoría de los visitantes a los museos (45%) viven en hogares que tienen de seis a diez focos, mientras que aquellos con mayor nivel socioeconómico (más de 16 focos) representan sólo el 20 por ciento.
¿Indica este dato que aquellos con los ingresos más altos en el país son los menos interesados en los museos? La encuesta pareciera confirmarlo. Los porcentajes, conforme aumenta el ingreso, siguen a la baja: aquellos con más de 20 focos contabilizan el 11% y los que tienen entre 16 y 20 focos el 10.6 por ciento. Incluso aquellos que ocupan viviendas de entre uno y cinco focos, acuden con mayor frecuencia: el 12.7 por ciento.
La metodología de la encuesta sobre museos se inspiró en la que realizó el Museo de la Civilización de Quebec, Canadá, en 2001, sometida en México a una prueba piloto para mejorarla y orientarla a lo que se buscaba para el tema. El conaculta, se indica en la introducción del documento, conversa con diversas instituciones culturales estatales con la finalidad de incluir a más entidades en encuestas semejantes y completar así el diagnóstico nacional. Es de gran valía que nuestra más importante institución cultural continúe con este tipo de diagnósticos, iniciados en los noventas durante la etapa de Rafael Tovar como titular del Consejo, para que podamos definir políticas culturales más puntuales por municipio, ciudad, estado y región.
Esta aproximación inicial a los visitantes de los museos en México refrenda la llamada de alerta acerca de la apremiante necesidad de una reforma educativa, toda vez que en los niveles de educación primaria, secundaria o preparatoria no se inculcan hábitos culturales, como el de la lectura o la visita a museos.
En México tenemos una red de museos, distribuida a lo largo de la geografía del país, sostenida en su mayoría por el Estado, con una significativa contribución de las comunidades y la iniciativa privada, y una temática plural, donde predomina la arqueología y la historia, las artes y la ciencia y tecnología. No obstante, las exposiciones ameritarían mucho más visitas por parte de la población en general, y los recintos podrían albergar otras actividades educativas y culturales que animaran a los ciudadadanos a visitarlos con más frecuencia, a fin de incorporarlos a la latitud de los espacios públicos, cuya amplación es una demanda urgente en la situación actual.
Éstas forman parte de las tareas que aún nos falta cumplir y que debemos encarar en los años por venir.
Hola Gerardo.
Me ha interesado mucho este artículo tuyo y me ha sido de utilidad. Estoy elaborando mi tesis de maestría sobre museos comunitarios y me interesa encontrar “La historia de los museos en México”, ya busqué en catálogos de algunas bibliotecas y de varias librerías y no puedo encontrarlo.Tampoco lo he encontrado en la red. ¿Podrías indicarme dónde o cómo puedo localizar un ejemplar?
Muchas gracias.
Hola que Gerardo, Después de leer tu articulo y en particular en este párrafo no puede dejar de responder la pregunta que planteas.
Por el otro, la cifra entre aquellos con la licenciatura completa y los que cursan estudios de posgrado desciende también, del 17.1% al 2.5 por ciento. En ambos casos, el desplome es radical. ¿Qué sucede?
Este cambio en las proporciones se explica principalmente por los distintos tamaños de los segmentos, es decir sabemos que proporcionalmente hay un mayor número de personas que terminan una licenciatura con respecto a las personas que terminan un posgrado. es de esperarse que las proporciones de visitantes sean similares a las proporciones poblacionales.