Movimiento hacia la pluralidad y mayor información de parte de la ciudadanía en materia electoral son algunos de los logros que a partir de la elección de 1991 ha conquistado la sociedad mexicana. El autor analiza el tránsito al multipartidismo como un signo saludable de modernidad y del avance en la vida democrática nacional en los últimos 20 años.
Entre 1991 y 2009 tres partidos se han disputado más de 90% de los votos en las elecciones presidenciales y más de 82% en las de diputados, con la perenne presencia de entre tres y hasta siete partidos que se han disputado el resto de las preferencias. La elección de 1991 fue la última en que un partido recibió más de 51% de los votos, tanto en la votación para presidente como en la de diputados (ver Gráfica 1) y, a partir de entonces, las preferencias de los electores se movieron de la concentración al multipartidismo, tanto en las elecciones de diputados como en las de presidente. Con ello ocurrió una trascendental transformación de la vida democrática de México, por lo menos en lo que se refiere a su sistema electoral y sus consecuencias institucionales: la integración de los poderes ejecutivo y legislativo y su sistema de partidos. En el año 2000 por primera vez un partido distinto al pri ganó la Presidencia y desde 1997 ninguno ha obtenido mayoría absoluta en la Cámara de Diputados. Esta transformación fue posible gracias a una ciudadanía que se apropió de los cambios institucionales con los que inició el cambio y en el camino revisó muchas de sus creencias básicas, como pretendo demostrar en esta breve nota.
La elección intermedia de 1991 fue la primera que se celebró bajo las reglas y los instrumentos definidos por la trascendental reforma de 1990. En primer lugar y fundamentalmente, la construcción de un padrón electoral confiable integrado por medio de visita domiciliaria a prácticamente todas las viviendas del país, acompañado de la credencial para votar, sin fotografía en ese año y con ella a partir de la elección siguiente de 1994. En segundo lugar, la distribución de este padrón en alrededor de 65 mil espacios geográficos razonablemente pequeños (mil 600 electores), seguido de la redistritación correspondiente. En tercer lugar, la administración de la recepción y suma de los votos depositada en manos de ciudadanos elegidos por procesos aleatorios. No es exagerado afirmar que la elección de 1991 es la primera verdadera elección en la historia moderna de México.
Esta evolución se percibe claramente en lo que se conoce como el Número Efectivo de Partidos (NEP).1 Si se quiere medir la extensión de su apoyo popular, el NEP se mide con base en la votación. Si se quiere medir por su importancia en la definición de políticas, el NEP se mide con base en su fuerza en el Congreso o su capacidad de aprobar leyes por sí solo o por su fuerza de coalición, ideológica o simplemente pragmática. En la Gráfica 2 se observa el claro movimiento hacia el multipartidismo entre 1991 y 2009. En la votación para diputados, el NEP pasa de 1.8 partidos efectivos votados en 1991 a 3.3 en 2009, con la elección de 2003 como el caso extremo (4.2)2. En las elecciones presidenciales, el NEP pasa de 2.3 en 1994 a 3.0 en 2006.
Este movimiento hacia la pluralidad no hubiera podido ocurrir sin dos condiciones de confianza básicas: en el sistema electoral, es decir, en que el voto cuenta, y en la relevancia de los partidos políticos dentro del sistema de gobierno. En efecto, ambas percepciones han acompañado el proceso de cambio entre 1991 y 2009. Desde 1991, prácticamente toda la población consideraba que el voto valía la pena porque influye en lo que sucede en el país.3 Con la excepción de la elección de 2003, más de 80% de los mexicanos en edad de votar así lo ha considerado, como se observa en la Gráfica 3. Probablemente este serio revés se explique por las enormes expectativas de cambio que despertó la elección de Vicente Fox y que difícilmente podría haber cumplido en tres años de gobierno, aunque el asunto demanda una investigación más cuidadosa de lo que pretende esta nota.
Asimismo, la creciente preferencia por un sistema de partidos más descentralizado estuvo acompañada por una creciente percepción de la importancia de los partidos políticos. En la Gráfica 4 se observa que, mientras que en 1994 el 54% de las personas mayores de 18 años pensaba que el partido en el poder importaba o hacía una diferencia y 42% que no,4 en 2009 estas cifras cambiaron radicalmente: 72% pensaba que sí y 26% que no. La elección de 2003 muestra un regreso a las opiniones de 1991, donde la diferencia entre quienes pensaban que el partido en el poder importaba y los que no era de apenas ocho puntos.
Si la población confiaba en el voto y crecientemente adquirió confianza en los partidos, mayores proporciones de electores habrían de desarrollar identidades fuertes con ellos, como en efecto ocurrió (ver Gráfica 5).5 Mientras que en 1997 el 32% de las personas se identificaba fuertemente con algún partido, la mayoría de ellas con el PRI —que estaba en el poder—, para 2009 aproximadamente 49% de las personas expresa una identidad firme con algún partido, identidad que se distribuye de manera más homogénea entre los tres partidos principales.
Este enorme cambio en el sistema político de la concentración a la dispersión ha transferido el centro de la toma de decisiones de la Presidencia de la República al Congreso. Un actor que en el largo reinado unipartidista era irrelevante pasó a ocupar el lugar preponderante que le corresponde y así lo ha percibido la población. Mientras que en 1997 sólo 33% de las personas sabía que el Congreso se integra con dos cámaras, en 2009 el 57% respondió correctamente la pregunta.6 Asimismo, el conocimiento sobre la duración del mandato de los diputados subió de 53 a 61% entre 1997 y 2009. Con estas preguntas y una más sobre el conocimiento del nombre del gobernador del estado donde vive el entrevistado se construye un índice que resume el conocimiento sobre política de los entrevistados. El índice muestra una enorme mejoría: pasó de 26 a 42% entre 1997 y 2009, como se puede ver en la Gráfica 6.
En suma, una ciudadanía más informada e interesada —que confía en el voto como instrumento central para introducir cambios y en los partidos como agentes principales de estos cambios— ha acompañado y, en algún sentido, ha resultado de este enorme paso de un sistema político concentrado a uno disperso, de un sistema de partidos dominado por un partido a uno multipartidista, que el electorado realizó entre 1991 y 2009.
ULISES BELTRÁN es sociólogo por la UNAM y doctor en Historia por la Universidad de Chicago. Ha sido profesor en El Colegio de México, el ITAM, el Instituto Mora y el CIDE. Autor de numerosos estudios sobre opinión pública, comportamiento electoral, valores y el papel de los medios en la formación de opiniones, es socio fundador de BGC, Ulises Beltrán y Asociados.
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1 Laasko y Taagepera definen el número efectivo de partidos como “el número hipotético de partidos del mismo tamaño que tendría el mismo efecto total en la fraccionalización del sistema que tiene el número real de partidos de tamaño distinto” Laakso, Markku y Rein Taagepera, “‘Effective’ Number of Parties. A Measure with Application to West Europe”, en Comparative Political Studies 12(1), abril de 1979: 4.
2 Existen varias fórmulas para estimar este número. Las más utilizadas son las de Laakso y Taagepera (1979), Molinar y Golosov. Ver Laakso, Markku y Rein Taagepera, óp. cit.; Juan Molinar, “Counting the Number of Parties: An Alternative Index”, en The American Political Science Review 85(4), diciembre de 1991: 1383-1391, y Grigorii V. Golosov, “The Effective Number of Parties: A New Approach”, en Party Politics 16: 171-192, 2010. Estimado con la fórmula de Golosov.
3 Algunas personas dicen que sí importa cuál partido es el que gobierna. Otras personas dicen que realmente no importa cuál partido es el que gobierna. Usando la escala que aparece en esta tarjeta, donde 1 significa que no importa qué partido es el que gobierna y 5 significa que sí hay una gran diferencia, ¿dónde ubicaría lo que usted piensa?
4 Ídem.
5 Independientemente de por cuál partido votó, ¿usted se identifica con algún partido político? Sí. ¿Con cuál? (Lista de partidos que participaron en la elección.) ¿Qué tanto? Mucho.
6 Con lo que usted sabe, ¿cuáles son las cámaras que tiene el Congreso de México?