Durante los próximos doce meses, México deberá enfrentar una doble incertidumbre: la de su propia sucesión sexenal y la que traen las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Por el lado demócrata, el candidato es obvio. La candidatura republicana, en cambio, está en el aire. ¿Quiénes son los aspirantes y qué implicarían sus distintas plataformas para México?
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El inicio de la carrera para la selección de candidatos a la presidencia de Estados Unidos brinda los primeros indicios de las posiciones que adoptarán los partidos con miras a las elecciones de 2012.
Para México, es importante adelantar el análisis de estas posiciones en el diseño de la política exterior en general y de la política bilateral con la Unión Americana en particular. Una mala lectura llevó a Carlos Salinas de Gortari a pronunciarse anticipadamente por la reelección de George Bush padre en 1992, lo que supuso que arribara a la primera reunión con el Presidente Bill Clinton en San Antonio en una posición debilitada e incómoda.
En el Partido Republicano se han pronunciado abiertamente ocho precandidatos, de los cuales los más prominentes son el Ex Gobernador de Massachusetts, Mitt Romney; el Gobernador de Texas, Rick Perry, el empresario afroamericano Herman Cain y la congresista Michele Bachmann. La ex candidata republicana a la vicepresidencia, Sarah Palin, se mantiene hasta la fecha al margen de la contienda.
Los dos rumbos que puede tomar la política en Estados Unidos tras las elecciones presidenciales de 2012 son muy distintos entre sí. Las políticas internas y externas que adopte el país vecino afectarán a México. Por ello la necesidad de contar con análisis cuidadosos de las distintas tendencias electorales estadounidenses.
En primer lugar, habrá que revisar la situación y el ambiente imperantes en Estados Unidos. El tema central en la elección será la economía y la difícil situación por la que atraviesa el país por el alto índice de desempleo, que en la actualidad alcanza a 14 millones de personas, equivalentes a 9.1% de los trabajadores. En estrecha relación con lo anterior, hay que destacar el movimiento emergente del Tea Party y la oposición de éste al gobierno en general, caracterizada por el rechazo al incremento de la deuda pública, la reducción de impuestos y la disminución de la intervención del gobierno. Otros rasgos distintivos del Tea Party son la defensa de los valores cristianos tradicionales, la resistencia a la diversidad cultural y a la inmigración, el rechazo a una reforma migratoria y la promoción de políticas conservadoras en materia social —aborto, homosexualidad—, todo lo cual pesará en la campaña electoral en 2012.
Observamos una disminución de la participación de Estados Unidos en la escena mundial con el retiro de las tropas de Irak y Afganistán y una tendencia a centrarse en la solución de los problemas internos del país. No obstante, las divisiones partidistas y la polarización ideológica de los partidos hacen suponer que difícilmente se alcanzarán los acuerdos necesarios para resolver estos problemas. La estrategia del Partido Republicano durante la administración de Obama ha sido la oposición sistemática a todas las iniciativas presidenciales, con un claro propósito obstruccionista tendiente a limitar el éxito de las soluciones planteadas y de impedir su reelección.
Lo anterior apunta hacia una polarización de las posiciones y dos visiones contrastantes de gobierno. Una es la del Presidente Obama, quien actualmente busca la reelección. Esta visión se ha caracterizado por una política moderada a nivel internacional que ha procurado paliar los efectos negativos de la política exterior unilateral impulsada por su antecesor, y por corregir el desarreglo en general, especialmente en lo económico, que le heredó la anterior administración republicana.
Obama ha impulsado el rescate financiero de las empresas y de los propietarios de casas amenazados por la debacle hipotecaria. Igualmente, ha promovido la obra pública para la creación de empleos, la reforma a los costosos sistemas de salud, el fomento de las tecnologías limpias y la reducción del calentamiento global, la creación de instrumentos para la protección del consumidor y la regulación de las entidades financieras, así como una reforma migratoria integral.
A nivel internacional, ha privilegiado las acciones multilaterales y ha reducido la participación militar, tanto en Irak y Afganistán, como en el reciente conflicto de Libia. En aquellos casos, con el retiro gradual de tropas y una estrategia antiinsurgente más selectiva, que llevó a la eliminación de Osama Bin Laden. En el de Libia, con una participación secundaria en la salida de Gadafi.
Las posiciones republicanas son exactamente las contrarias. La mayoría republicana en el Congreso ha bloqueado las iniciativas de gasto en obra gubernamental, se ha pronunciado en contra de la reforma al sistema de salud, ha buscado regular de manera restrictiva a la Agencia de Protección Ambiental, se opone a las normas para la reducción del calentamiento global, rechaza la supervisión y regulación de las entidades financieras, se opone al aumento de impuestos y las exenciones fiscales a los más ricos, y muy destacadamente, rechaza cualquier tipo de reforma migratoria.
En materia de política exterior, los republicanos han atacado a Obama atribuyéndole falta de liderazgo internacional y la disminución del papel de Estados Unidos como primera potencia mundial.
En este marco general, los precandidatos republicanos sostienen tesis particulares con las que intentan distinguirse entre sí.
El precandidato puntero hasta hace muy poco, Mitt Romney, se presenta como un empresario destacado que ha entrado a la política y que cuenta con una experiencia exitosa en la creación de empleos. Visto como un conservador moderado y con baja aceptación entre las bases republicanas, su perfil político más de centro lo aleja de las tendencias extremas del Tea Party y de los grupos conservadores que permean ciertos sectores de la sociedad estadounidense.
El Gobernador Rick Perry ha basado su campaña en la oposición al gobierno de Washington, en el acercamiento a los sectores evangelistas y a los grupos empresariales opuestos a las regulaciones financieras y ambientales, y en una posición singular con respecto a la cuestión migratoria, coincidente con el aseguramiento de las fronteras pero sin antagonizar a las comunidades latinas.
Perry se ha opuesto sistemáticamente a la intervención federal en los estados, llegando al extremo de insinuar la posible separación de Texas de la Unión Americana. Convocó y participó en el Día Nacional de la Plegaria, un acto masivo al que asistieron miles de fieles de las iglesias cristianas. Declaró asimismo que la Teoría de la Evolución y el calentamiento global no eran ciencia comprobable, que el seguro social era un esquema de pirámide tipo Ponzi, y que los sistemas asistenciales de salud creados con el New Deal habían sido el inicio de la intervención del gobierno en la vida privada de los ciudadanos. Recientemente declaró que estaría dispuesto a enviar tropas a México para combatir a los grupos del narcotráfico que amenazan a Estados Unidos.
A su vez, Michele Bachmann, independientemente de su adherencia a las posiciones radicales del Tea Party, del que es figura prominente, declaró recientemente en relación con la inmigración que: “En la frontera sur estamos enfrentándonos con un Estado narcoterrorista, porque 70% de los narcóticos que entran a los Estados Unidos provienen de México. Estamos viendo criminales, delincuentes, drogas; estamos viendo enfermedades contagiosas entrando a nuestro país”. Bachmann prometió construir una cerca a lo largo de la frontera “cada milla, cada yarda, cada pie, cada pulgada” de la frontera, y suspender los beneficios sociales a los inmigrantes ilegales.
Resulta difícil predecir a estas alturas quién será el candidato republicano que enfrentará al Presidente Obama. Sin embargo, dadas las condiciones políticas actuales y la situación económica tan precaria, existen buenas posibilidades de que la polarización que vive Estados Unidos defina la candidatura del partido Republicano en los extremos.
Es muy posible que la contienda final se dé entre Mitt Romney y Rick Perry. El peligro es que Romney, a pesar de proyectarse como un candidato más sólido, se quede por segunda vez en el camino a la candidatura por ser percibido como un político demasiado moderado y por su pertenencia a la iglesia mormona. Herman Cain, no obstante de un crecimiento en las encuestas, no cuenta con la experiencia política para alcanzar la presidencia, y es probable que Michele Bachmann pase a un segundo puesto debido a su extremismo y a que no tiene presencia nacional.
De ser así, quedarían perfectamente delineados los campos extremos entre los que se ha estado debatiendo la política de Estados Unidos en las últimas décadas.
La eventual elección en 2012 de Rick Perry despierta incógnitas difíciles de definir a estas alturas, aunque su trayectoria como gobernador de Texas anticiparía el regreso a la línea dura y unilateral en cuestiones internacionales, sobre todo si se toma como referencia la posición que sostuvo el precandidato en relación con el acatamiento de la resolución de la Corte Internacional de Justicia en materia del caso “Avena y los 52 nacionales mexicanos condenados a muerte”. Perry negó autoridad a la Corte y rechazó la recomendación de la Suprema Corte estadounidense de atender la suspensión de las ejecuciones. Texas registra el mayor número de ejecuciones de condenados a muerte en la Unión Americana.
Perry ha sostenido que los grupos delincuenciales en México afectan la seguridad de Estados Unidos y ha insistido en el incremento de la seguridad fronteriza, aunque se opone a la construcción del muro. Por el contrario, ha impulsado el comercio de Texas con México y se ha declarado en contra de las legislaciones antiinmigrantes como la de Arizona. Al principio de su mandato en Texas, promovió que los hijos de inmigrantes pagaran las mismas colegiaturas que los estudiantes nativos en las universidades del estado.1
Dadas las perspectivas, convendría que México recurriera a la experiencia de las épocas brillantes de la diplomacia mexicana, las que permitieron al país navegar por aguas tormentosas y salir adelante dignamente y con los menos daños posibles. Convendría también descartar las voces ignorantes o interesadas, locales y externas, que tienden a descalificar las bien probadas tesis diplomáticas de México calificándolas como “el viejo Tlatelolco”. Vamos a necesitar de éstas.
1 En un artículo posterior analizaremos la eventual candidatura del Partido Republicano de Mitt Romney.
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FERNANDO SEPÚLVEDA AMOR es Director del Observatorio de la Migración México-Estados Unidos.