Wednesday, 25 December 2024
Artículos relacionados
Egoísmo: ¿vicio reprobable?
Escritos De Frontera | Este País | Arturo Damm Arnal | 19.05.2011 | 1 Comentario

Para que los mercados funcionen y progresen, argumenta el autor, es necesaria cierta dosis de egoísmo tanto en los productores como en los consumidores. De otra forma ningún intercambio comercial sería posible.

No es la benevolencia del carnicero,
del cervecero o del panadero la que
nos procura el alimento, sino la consideración
de su propio interés.

Adam Smith

I.

Por lo general, al egoísmo no se le considera una virtud (es decir, un hábito operativo bueno que beneficia no solamente a la persona virtuosa, sino a quienes la rodean), sino un vicio (y por lo tanto un hábito operativo malo que perjudica no únicamente a la persona viciosa, sino a todos sus semejantes), razón por la cual se le condena, en muchas ocasiones sin mayores consideraciones, como bien se podría condenar al carnicero, cervecero y panadero mencionados por Smith en uno de los párrafos más conocidos de la literatura económica. Panadero, cervecero y carnicero egoístas —y por lo tanto viciosos— que actúan en función de sus intereses y no de las necesidades de quienes compran esos productos para alimentarse, lo que haría parecer que no existe —por lo menos no desde el punto de vista moral— mayor antítesis que la que se da entre interés y necesidad. Así, resulta vicioso actuar en función de los propios intereses y virtuoso hacerlo en función de las necesidades de los demás.

©iStockphoto.com/NLshop

©iStockphoto.com/NLshop

En efecto, no parece haber nada más virtuoso que actuar con el fin de aliviar las necesidades de los demás, razón por la cual no parece haber conducta más viciosa que la de quien actúa con el objetivo de salvaguardar sus intereses, tal y como lo hacen el carnicero, el cervecero y el panadero; tal y como lo hacen, a final de cuentas, todos los agentes económicos, ya sean productores, oferentes o vendedores; compradores, demandantes o consumidores.

En el mercado, sin importar el papel que juguemos en cada momento, todos actuamos egoístamente, de tal manera que, parafraseando a Smith, podemos afirmar que no es la benevolencia de los consumidores o de los compradores la que proporciona su ingreso al carnicero, panadero y cervecero, sino la consideración de su propio interés, que consiste en satisfacer sus necesidades.

¿Cómo es posible que, si todos los que participan en los mercados —es decir, en los intercambios de bienes y servicios— lo hacen en función de sus propios intereses y no de las necesidades de los demás —es decir, lo hacen de manera egoísta, y por lo tanto viciosa—, los mercados funcionen y lo hagan en beneficio de todos los que participan? He ahí la magia del mercado y, por lo tanto, el poder del egoísmo.

II.

El progreso económico consiste en la capacidad para producir más y mejores bienes y servicios; depende de la productividad, de la división del trabajo y del intercambio que resulta posible, únicamente, si los agentes económicos involucrados actúan de manera egoísta.

¿Por qué compran los consumidores bienes y servicios? ¿Porque pretenden ayudar a quienes los ofrecen o porque pretenden ayudarse a sí mismos? Y los productores, ¿por qué venden mercancías? ¿Porque su intención es ayudar a quienes las demandan o porque su objetivo es ayudarse a sí mismos?

¿Cuándo fue la última vez que usted compró algo, no porque lo necesitara, sino por ayudar al productor de dicha mercancía? Y, si recientemente lo hizo, ¿con qué frecuencia lo hace? Y si la compra la realizó con el objetivo de ayudar al vendedor, ¿por qué no la llevó a cabo a un precio mayor, considerando su ingreso?

¿Cuándo fue la última vez que usted, en su calidad de productor, vendió algo no porque usted lo necesitara sino por ayudar al comprador? Y si lo hizo recientemente, ¿con qué frecuencia lo hace? Y si lo hizo con la intención de ayudar al consumidor, ¿por qué no lo vendió al menor precio posible considerando el costo de producción?

La respuesta a cada una de estas preguntas es: “Porque actué de manera egoísta, pensando en mi propio interés y no en la necesidad de la contraparte”. Así actuamos todos en el mercado; el egoísmo hace posible su funcionamiento y, por ello, todos los beneficios que trae consigo, comenzando por el más obvio que consiste en que todo intercambio es un juego de suma positiva, por el que ambas partes —productores, oferentes y vendedores por un lado; consumidores, demandantes y compradores por el otro—, ganan, ¡juego de suma positiva que se da a partir de la actuación egoísta de los jugadores!

III.

¿Qué pasaría si, por no comprender el funcionamiento de los mercados, es decir, de los intercambios, los agentes económicos decidieran actuar altruistamente? Lo que pasaría es que ningún intercambio sería posible, por lo que los mercados desparecerían y con ellos se esfumarían la división del trabajo y la productividad. Como resultado final, ¿tendríamos una considerable involución económica?

Supongamos que el oferente y demandante de cierta mercancía deciden —por aquello de que el egoísmo es un vicio y el egoísta un vicioso— actuar altruistamente, de tal manera que el consumidor está dispuesto a pagarle al productor el mayor precio posible según sus ingresos, al mismo tiempo que el productor está dispuesto, no solamente a regalarle al consumidor la mercancía, sino a otorgarle el mayor subsidio que le sea posible. Con tal disposición, tanto del comprador como del vendedor, ¿habrá intercambio? No, ya que nunca llegarán a establecer un precio, porque el demandante quiere pagar el mayor posible y el oferente recibir el menor, al grado de estar dispuesto a subsidiar al demandante. La actuación altruista de las partes involucradas en el intercambio de mercancías los coloca, paradójicamente, en direcciones contrarias, en caminos divergentes, que hacen imposible que se establezca un precio y, por eso mismo, hacen imposible el intercambio.

¿Pero qué sucede si, en vez de actuar altruistamente, en función de las necesidades de los demás y no de los propios intereses, oferentes y demandantes se comportan de manera egoísta? Entonces el consumidor querrá comprar al menor precio posible y el productor vender al mayor, lo cual los coloca, paradójicamente, en la misma dirección, en caminos convergentes, que hacen posible el establecimiento de un precio.

En el primer caso, el del comportamiento altruista de oferentes y demandantes, el comprador quiere pagarle al vendedor un precio de 10 millones de pesos por un par de zapatos, al tiempo que el vendedor quiere subsidiar al comprador con 20 millones de pesos en la “compra” del par de zapatos: no se llegará a un precio y el intercambio resultará imposible. El altruismo impide el intercambio y, así, limita las posibilidades de bienestar de la gente.

En el segundo caso, el del comportamiento egoísta de demandantes y oferentes, el comprador quiere pagarle al vendedor el menor precio posible, al tiempo que el vendedor quiere cobrarle al comprador el mayor precio posible, lo cual permite, mediante el regateo (formalmente conocido como interacción entre oferta y demanda), que comprador y vendedor lleguen a un acuerdo: el precio. El intercambio es posible y acarrea todas sus ventajas, comenzando por el hecho de que es un juego de suma positiva. El egoísmo, al hacer posible el intercambio, expande las posibilidades de bienestar de la gente.

IV.

La división del trabajo eleva la productividad, lo cual da como resultado no sólo más bienes y servicios, sino mejores bienes y servicios, que hacen posible un mayor bienestar.

La división del trabajo, cuya consecuencia es que buena parte de los bienes y servicios que necesitamos para satisfacer nuestras necesidades sean producidos por alguien más y, por ello, sean propiedad de alguien más, tiene sentido en la medida en que el intercambio es posible.

El intercambio, que hace posible la división del trabajo, que hace posible una mayor productividad, que hace posible la producción de más y mejores bienes y servicios —que, a su vez, hacen posible un mayor bienestar—, es posible gracias a la actuación egoísta de los agentes económicos. Gracias a que actúan no en función de las necesidades de los otros sino en función del propio interés. Egoísmo que es, a final de cuentas, la piedra de toque del progreso económico, como claramente lo vio Adam Smith, y como claramente lo explicó con la metáfora de la mano invisible, que será el tema de la próxima entrega.

Desde el punto de vista de las condiciones para el funcionamiento de los mercados, y dadas las ventajas que los mercados traen consigo, ¿sigue siendo válido calificar al egoísmo como vicio y, por ello, como algo que debe combatirse? La consideración —en el marco de los mercados— del egoísmo es descriptiva, ya que nos dice que, en los intercambios, los agentes económicos actuamos de esa forma. Es un hecho. Si para que los mercados funcionen y se obtengan sus beneficios es necesario el egoísmo de los agentes, entonces, de no darse, debería de prescribirse. Sería un deber ser.

Por lo pronto, en éste, como en muchos otros temas, hay que ir más allá de la frontera.

<span style=»font-variant: small-caps;»>arturo damm arnal</span> es economista, filósofo y profesor de Economía y Teoría Económica de Derecho en la Universidad Panamericana.

Una respuesta para “Egoísmo: ¿vicio reprobable?”
  1. Eduardo dice:

    Buen intento por reconciliar la depredadora economía de libre mercado con las humanidades y una narrativa de corte filosófico compadre. Aunque para mi no resultó convincente.
    Saludos
    Eduardo Anaya desde GDL

Dejar un comentario



Salario, de lo deseable a lo posible
¿Cuál tendría que ser el monto del salario mínimo para cumplir con la Constitución? El autor hace las cuentas, se opone a un ajuste por decreto y enumera una serie de factores que, en los hechos, intervienen en la definición de salarios, entre ellos el grado de justicia de los empresarios. I. Al hacer propuestas […]
¿Cómo definir recesión?
El lenguaje de los economistas es a veces incomprensible para el público no especializado. Aclarar algunos conceptos económicos para volverlos más accesibles puede ser un buen comienzo para explicar, por ejemplo, por qué no crece la economía mexicana. I. ¿Está la economía mexicana en recesión? Todo depende de la definición de recesión, y puede haber […]
La economía mexicana en 2013: un guión inesperado
Las razones del exangüe crecimiento económico durante 2013 —y que ahora se prolonga al menos sobre todo el primer semestre de este año— son múltiples pero claras. El siguiente texto las explica de manera detallada y comprensible.  Bosquejo del guión Las perspectivas de la economía mexicana para 2013 —primer año del nuevo Gobierno priista encabezado […]
Escritos de frontera
“Escritos de frontera” inicia una nueva etapa. Sin olvidar su interés en los fundamentos racionales de la economía, el autor incursionará en el análisis de casos concretos y de coyuntura. El primer tema: la evolución —relativa— de nuestra economía durante los primeros 23 años de vida de la revista.  I   La revista Este País […]
Scarcity
¿Cual es la mejor forma de combatir la pobreza? Es quizá la pregunta de mayor importancia en el mundo durante los últimos 100 años, y las respuestas tienen implicaciones para el bienestar material de miles de millones de personas. Son varios los campos de actividad humana que han intentado concretar una respuesta: los sacerdotes, los […]
Más leídos
Más comentados
Los grandes problemas actuales de México (154.326)
...

La economía mexicana del siglo xx: entre milagros y crisis (66.494)
...

Con toda la barba (49.270)
...

¿Por qué es un problema la lectura? (30.892)
Desarrollar el gusto por la lectura no es cuestión meramente de voluntad individual. El interés por los libros aparece sólo en ciertas circunstancias.

La distribución del ingreso en México (27.025)
...

Presunto culpable: ¿Por qué nuestro sistema de justicia condena inocentes de forma rutinaria?
Bas­tan­te han es­cri­to y di­cho ter­ce­ros so­bre Pre­sun­to cul­pa­ble....

Los grandes problemas actuales de México
Se dice que el país está sobrediagnosticado, pero en plenas campañas y ante...

I7P5N: la fórmula
Homenaje al ipn con motivo de su 75 aniversario, este ensayo es también una...

China – EUA. ¿Nuevo escenario bipolar?
No hace mucho que regresé de viaje del continente asiático, con el propósito...

La sofocracia y la política científica
Con el cambio de Gobierno, se han escuchado voces que proponen la creación...

1
Foro de Indicadores
Debates que concluyen antes de iniciarse
El proceso legislativo reciente y sus números

Eduardo Bohórquez y Javier Berain

Factofilia: Programas sociales y pobreza, ¿existe relación?
Eduardo Bohórquez y Paola Palacios

Migración de México a Estados Unidos, ¿un éxodo en reversa?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Donar no es deducir, donar es invertir. Las donaciones en el marco de la reforma fiscal
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Impuestos, gasto público y confianza, ¿una relación improbable?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Los titanes mundiales del petróleo y el gas
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La pobreza en perspectiva histórica ¿Veinte años no son nada?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La firme marcha de la desigualdad
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia. 2015: hacia una nueva agenda global de desarrollo
Roberto Castellanos y Eduardo Bohórquez

¿Qué medimos en la lucha contra el hambre?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Bicicletas, autos eléctricos y oficinas-hotel. El verdadero umbral del siglo XXI
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Parquímetros y franeleros: de cómo diez pesitos se convierten en tres mil millones de pesos
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Una radiografía de la desigualdad en México
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Más allá de la partícula divina
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: El acento está en las ciudades. Algunos resultados de la base de datos ECCA 2012
Suhayla Bazbaz y Eduardo Bohórquez