Las pautas de la vida. Homenaje a Miguel Ángel Granados Chapa
Este País |
Malena Mijares | 09.11.2011 | 0 Comentarios
El 2 de abril de 2009, en el auditorio Alfonso Caso de Ciudad Universitaria, la comunidad de la unam rindió homenaje a uno de sus miembros más distinguidos: Miguel Ángel Granados Chapa. El texto que reproducimos fue leído en esa ocasión y se centra en su importancia para la radio universitaria. Ese año 2009 la Plaza Pública cumplió tres lustros al aire. Cuando Granados Chapa se despidió de la radio hace apenas unas semanas, su espacio noticioso y de análisis había cumplido 3 mil 994 emisiones y estaba cerca de celebrar su XVII aniversario. Con este entrañable comentario y la sentida nota biográfica de Elvira García que lo acompaña, Este País se une a la dolorosa despedida del gran periodista mexicano.
En el caótico devenir de la vida contemporánea —plagada de signos, abrumadora en la catarata de información que lanza a los cuatro vientos a través de infinidad de medios, brutalmente agresiva en la violencia de las imágenes que indiscriminadamente nos ofrece—; en el ritmo vertiginoso de un acontecer siempre carrereado donde la vida en las grandes ciudades exige sacrificios personales cercanos al heroísmo, no hay en mi opinión mejor antídoto para combatir el frenético bombardeo de datos y el desencanto que nos rodean —con la atmósfera de angustia que conllevan— que la búsqueda de pautas rutinarias, el establecimiento de hábitos que, robados a la masificación y el anonimato que impone nuestra era, permiten construir una cotidianidad particular mínimamente disfrutable.
La lectura, por ejemplo, es un gusto individual que alimenta el espíritu, y en la medida en que se generaliza representa un beneficio para la sociedad. No cabe duda. Pero se trata de una práctica privada, íntima, que suele desarrollarse en soledad. Hay otros rituales, sin embargo, que son colectivos, cuyo cumplimiento contribuye a tejer una red social de usos y costumbres que poco a poco enriquece primero nuestra propia circunstancia, luego nuestro ámbito afectivo directo y al cabo del tiempo, acaso, ayuda a forjar un espacio de calidad más amplio.
Ciertamente, las formas en que cada uno enfrentamos el vértigo de este todavía nuevo siglo xxi son singulares, como singulares son los retos que nos planteamos para capotear la crisis. Pero hay paisajes propicios, territorios de encuentro. Y es indudable que en este país nuestra Universidad es uno de ellos.
Hablar de la trayectoria universitaria del gran periodista y el gran hombre que es Miguel Ángel Granados Chapa es tarea difícil. Maestro de muchas generaciones, su magisterio rebasa con creces el ámbito ortodoxo del salón de clases y es una vocación que su persona irradia y ejerce donde quiera que va.
En su proverbial generosidad, la unam supo brindar a Miguel Ángel un aula simbólica. A partir del 28 de noviembre del año 1994 abrió sus puertas a la presencia en nuestra radio de este universitario cabal.
Con la creación de la Plaza Pública, la Universidad contribuyó al noble propósito de generar “un programa de análisis, reflexión y polémica sobre la política y la cultura en nuestro país”, como reza la rúbrica que en la voz indispensable de Margarita Castillo abre y cierra cada mañana la emisión. Esto es ya, de suyo, un logro formidable para la institución.
Pero lo que propició la unam hace casi 15 años es mucho más, es también una aportación a las vidas individuales de los radioescuchas, universitarios y no, que con la música de entrada ponemos en hora nuestro reloj interno, asentamos el alma en el cuerpo, empezamos el día con una certeza de algún modo tranquilizadora, porque no importa cuán absurda y atemorizante sea la realidad nacional a la que la prensa diaria y esa hora nos enfrentan, la sensatez, la cordura y el juicio ponderado de nuestro querido Miguel Ángel transmiten seguridad.
De lunes a viernes, en punto de las ocho y media, en las frecuencias de Radio Universidad Nacional Autónoma de México la sabiduría, el profesionalismo y la ética de Granados Chapa nos han permitido pautar la vida cotidiana —la personal y la de toda una comunidad— con una cita impostergable. Sea en el automóvil, cuando a toda prisa vamos o venimos de un desayuno de trabajo que para nuestra mala fortuna interrumpe el hábito —en mi caso sacrosanto— de desayunar en casa, acompañados de la Plaza Pública; sea en el comedor hogareño al calor de un buen café, sea en el escritorio de la oficina o instalados ante la computadora en lugares remotos de la República Mexicana o del extranjero, donde gracias a las bondades del internet se puede sintonizar, somos muchos los que echamos a andar la jornada con Miguel Ángel. Somos muchos los que cada mañana encontramos un ancla que nos afirma contra el naufragio en la certidumbre de su compañía.
Salvo una interrupción debida a compromisos políticos que lo alejaron de la emisora del 30 de octubre de 1998 al 22 de marzo de 1999, Granados Chapa ha estado siempre allí; por casi tres lustros ha dado cuenta de los acontecimientos del país y también del devenir universitario.
Aquellos 100 días de su ausencia los recuerdo puntualmente, casi uno por uno, no sólo (aunque quizá sobre todo) por mi desamparo de radioescucha sino porque a la sazón tenía yo en ese momento el enorme privilegio de ocupar la dirección de Radio UNAM.
Aciago, vacío y desconcertante fue ese paréntesis sin la Plaza Pública, y jubilosa la mañana primaveral en que volvió a sonar la añorada rúbrica, entre aplausos, aquel 22 de marzo en que Miguel Ángel regresó a un espacio que lo estaba esperando porque era suyo.
Suyo y de la Universidad, en tanto Granados Chapa ha sabido convertir su Plaza en un punto de contacto entre universitarios, ha sabido dedicar siempre unos minutos, entre los avatares de la vida nacional, al recuento de los trabajos y los días de nuestra Casa de Estudios —variados como los que más, por cierto— con la equidad que caracteriza su programa: ha dado cabida a todos y ha permitido que se expresen todas las voces.
En épocas de adversidad, hay que decirlo, cuando intereses oscuros, ambiciones desmedidas y manipulaciones de propios y extraños han atentado contra la civilidad de la vida universitaria; cuando en horas amargas se ha visto amenazada la convivencia, se ha condenado la discrepancia y se ha criticado la pluralidad de opiniones, Miguel Ángel ha estado allí, imbatible, en la defensa de uno de los valores universitarios esenciales: la libertad de expresión.
Desde los diversos foros en los que participa, y por supuesto desde el aula hertziana que es la Plaza Pública, Granados Chapa dicta cátedra del mejor periodismo, ejerce la crítica con brillantez, reflexiona con honestidad y da testimonio de enorme calidad humana. Como les consta a sus colaboradores (que son sus discípulos en más de un sentido), Miguel Ángel desempeña su espléndida labor con oficio probado y comprometido entusiasmo; sabe que sus espacios de trabajo son una aportación al ensanchamiento de la vida democrática en el país. Que lo corroboren si no quienes como Guadalupe Irízar o Juan Guerrero lo han acompañado en cada una de las más de 3 mil Plazas Públicas; o Guadalupe Bringas, Abel Mora, Raúl Muñiz y tantos otros que han pasado allí largas temporadas de aprendizaje, o los amigos de Radio unam —desde don Pepe Montes en los albores del programa y ahora su hija Socorro, pasando por todos los trabajadores que están diariamente en las cabinas para hacer técnicamente posible la transmisión.
Por lo que hace a la UNAM, sin distingos de dependencia o disciplina, la Plaza Pública informa lo más sobresaliente del acontecer académico y sirve por igual a la docencia y a la investigación.
Donde se mezcla de manera especial la pasión de Miguel Ángel por las artes con su bondadosa gratitud hacia el subsistema al que pertenece la radio, es en la vasta cobertura de los asuntos de Difusión Cultural. Al cabo de los años, en las 3 mil 411 emisiones cumplidas al día de hoy, su programa ha hecho eco de las actividades culturales universitarias en sus diversas manifestaciones, les ha tomado el pulso y ha compartido con su auditorio las grabaciones de los conciertos semanales de la OFUNAM.
Por su impecable trayectoria personal, su probado compromiso universitario, su arraigo en Difusión Cultural y particularmente su labor en la Plaza Pública, Granados Chapa obtuvo en el año 2002, en el ámbito de “Creación artística y extensión de la cultura”, el máximo reconocimiento que otorga nuestra Casa de Estudios: el Premio Universidad Nacional. Merecidísimo, fue un premio celebrado unánimemente por la comunidad, que se sintió representada como pocas veces en la decisión de sus cuerpos colegiados.
Son múltiples y brillantes las facetas que definen su quehacer profesional: abogado, periodista, analista político, escritor… Y diversos son los ámbitos en los que destaca su compromiso, pero Miguel Ángel Granados Chapa reúne todo en la sólida pieza del hombre que es: el que acude puntual a una cita irrenunciable, el que en su Plaza Pública logra un espacio de confluencia para las numerosas individualidades aisladas que allí nos encontramos. Si me es dado un comentario cifrado, dirigido al auditorio más fiel, diré que somos muchos los que todos los días querríamos oír “El Hidalguense” y aplaudirlo. Muchos los que en torno a Granados Chapa trazamos líneas de convergencia, lazos invisibles que al encender la radio cada mañana nos hermanan; los que en su lúcido análisis aprendemos a mirar los conflictos nacionales y la cruda realidad que nos rodea con esa manera suya de abordarlos: ordenada, inteligente, responsable, sagaz, valiente, libre…
A más de todo ello, sin embargo, y eso lo sabemos a cabalidad sus radioescuchas asiduos, lo que resulta especialmente preciado para nuestra cotidianidad personal es que estructuramos en torno a él una rutina que nos arropa; generamos a su lado un hábito cómplice que nos fortalece, pautamos en su sintonía una costumbre que nos defiende del caos.
Muchas gracias, Miguel Ángel, por ese asidero.
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MALENA MIJARES trabajó durante más de 20 años en diversas dependencias de la UNAM, donde entre otros desempeños fue Directora General de Radio Universidad y Directora de Literatura en Difusión Cultural, así como editora de la revista Los Universitarios. En 2005 llegó a esta casa para fundar el suplemento EstePaís | cultura y desde octubre de 2010 dirige nuestra revista.
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