Lecciones para aprender a leer el vacío. Dos. El horror de la ausencia en el Cono Sur
Blog | Optográfica |
Helena Okón | 02.12.2011 | 0 Comentarios
Entre 1976 y 1983 la dictadura militar argentina se encargó de detener, desaparecer y asesinar a aproximadamente 30 mil personas. El fotógrafo Gustavo Germano, cuyo hermano Eduardo Germano fue víctima de ese proceso, ha dedicado la serie fotográfica “Ausencias” a explorar este tema por medio de un argumento simple, pero poderoso.
1969 Gustavo M. Germano Guillermo A. Germano Diego H. M. Germano Eduardo R. Germano tomada del Blog Ausencias
La serie consiste en parejas de imágenes. La primera es una vieja fotografía donde aparecen amantes, series de hermanos, amigos, familias completas. La segunda fotografía es una versión actualizada de la misma escena, retratada por Germano. La segunda imagen intenta reproducir con la mayor exactitud posible la escena de la primera fotografía. Esto involucra tomarla en el mismo sitio, el mismo cuarto, con los mismos objetos que rodeaban a la imagen original, y las mismas personas. Sin embargo, es imposible complacer el impulso de exactitud, pues en todos los casos, al menos una de las personas retratadas fue desaparecida o asesinada durante la dictadura, y en el lugar donde antes posó, treinta años después, queda sólo vacío.
Esta faltante, el “error” en el retrato-copia, transmite con eficiencia emocional y devastadora, el vacío tan concreto que queda en la vida de los vivos, cuando uno de los suyos les es arrebatado, y quedan así, vacíos, para siempre; sin jamás recibir respuesta sobre cuál fue el destino final de quien ahora extrañan.
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El fotógrafo uruguayo Juan Ángel Urruzola cuenta que el primer gesto de los militares que lo arrestaron en 1972 “fue ponerme una capucha. A otros les vendaban los ojos. A todos los detenidos se les ‘amputaba’ la mirada. Estaba prohibido ‘mirar’, acaso ‘ver’”. Para un fotógrafo la premisa de vida es siempre la mirada, y quizás fue esto lo que llevó a Urruzola, a su regreso del exilio en Francia, a buscar restaurar la mirada herida por el régimen militar. Si por años sus compañeros fueron invisibilizados, entonces él los volvería visibles de nuevo, repondría su presencia en los sitios de donde fue extirpada a causa de la violencia de estado.
A su regreso del exilio, el fotógrafo encontró que “había temas de los que no se podía hablar”. La serie “Miradas ausentes” consiste es una respuesta a este ambiente. Consta de retratos panorámicos que muestran espacios urbanos donde el fotógrafo sobrepone una imagen tamaño credencial de una persona desaparecida.
El gesto del fotógrafo al sostener con sus dedos la imagen de la víctima lo involucra activamente en el acto de restaurar su presencia en el espacio. El impulso de la serie es forzar la mirada, obligar al público a observar aquello que la memoria colectiva dicta debe ser ignorado. La búsqueda es superar, lo que Urruzola llama “el silencio omnipotente de una sociedad que se negaba a ver”. En el proceso Urruzola deja de ser el fotógrafo objetivo que sólo mira sin emitir juicios. Muy al contrario, las imágenes de esta serie se enfocan sobre el desaparecido de manera concienzuda, dejando patente la injusticia de que ésa persona haya dejado de transitar por el paisaje que rodea a su retrato. El mensaje se extendió aún más cuando las imágenes de la serie fueron amplificadas y utilizadas para una intervención urbana en las calles de Montevideo.
Utilizando un mecanismo exactamente inverso al de la serie “Ausencias” de Germano—el primero segundo señala el vacío en el paisaje, mientras que el último impone una presencia sobre vacío—la serie “Miradas ausentes” comparte con Germano el mismo objetivo: crear conciencia del proceso de desaparición de personas, denunciar la violencia de la ausencia y restaurar la memoria colectiva. En ambos casos es muy claro que el trabajo surge de profundas lecturas de las implicaciones políticas del vacío.
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