Mucho de lo que puede decirse en este breve espacio para ponderar la estatura artística de Manuel Felguérez, ha quedado ya expresado o sugerido en las páginas que siguen.
En su charla con Walther Boelsterly, Felguérez explica el lugar de la Generación de la Ruptura, y por ende de su propia obra pictórica y escultórica, en la historia del arte mexicano y en el curso de las corrientes estéticas del mundo. La Ruptura significó la expansión y la renovación que tanto necesitaba la vida plástica de nuestro país en los años cincuenta. Más aun, supuso un florecimiento bajo la forma de un número notable de obras concretas que al día de hoy no dejan de asombrarnos y proporcionarnos momentos de goce.
Por su parte, en un texto entrañable que recoge comentarios de Octavio Paz y del propio artista, Gerardo Estrada recuerda lo que representó para él y para una generación entera la vitalidad y el trabajo de un grupo de creadores con los que podían realmente identificarse.
En su charla con Boelsterly, Felguérez habla de oficio y esfuerzo. Lo que el lector/espectador encontrará en las páginas siguientes, a más de un arte en plenitud, son ventanas que nos dejan asomarnos a la importante dimensión del quehacer del artista: dibujos, bocetos, volúmenes en gestación, ideas, planes de ruta que dan cuenta de la labor que hay detrás de toda obra que se precie de serlo. Felguérez nos conduce tras bambalinas, al taller y la factura de su arte.
En estas líneas dejamos constancia de nuestro agradecimiento y nuestro cariño a Manuel y a su esposa, Mercedes Oteyza, por las imágenes y las palabras que dan cuerpo a este número.
También manifestamos nuestro especial reconocimiento a Walther Boelsterly, notable crítico, curador y museógrafo, y a Gerardo Estrada, gran promotor cultural y amigo cercano de EstePaís | cultura, sin quienes no hubiera sido posible esta entrega del suplemento.