¿Quién forma a esos consumidores que, ofertantes de lo que se llama la geopolítica del entretenimiento o de la cultura, aguardan ansiosos a las puertas de un museo, una sala de concierto o una tienda como Remedios Mágicos, de la notable emprendedora Guadalupe Gómez? Respondemos en orden: los medios masivos, la escuela y las familias. En ese triángulo se encierran los códigos culturales que vertebran al cerebro a la hora de elegir.
Desde tal perspectiva, creemos que la mayoría no regateará que en las instituciones de educación superior —sean públicas o privadas— debería condensarse no sólo una vasta oferta de bienes y servicios culturales para los alumnos, sino también los conocimientos que terminarían de orientar los hábitos de consumo. Pero todo indica que no es así: los currículos de las carreras ignoran olímpicamente el andamiaje que permitiría al futuro profesional ser un buen consumidor. Y, por lo general, las políticas y programas de difusión cultural, extensión universitaria o vinculación —según la estructura de cada centro de estudios— responden a condiciones ajenas al perfil de la comunidad. Prevalece, en lo general, nos guste o no, una verticalidad que se solapa en los órganos colegiados.
Las instituciones de educación superior, ¿qué tanto conocen a sus “públicos” o a sus “consumidores”? Al tenor de lo expresado, aventuramos que muy poco o nada. Pero la ausencia de estudios sobre prácticas, hábitos y consumo culturales es suplida por un pragmatismo que va de visitas al abismo a las turbas en eventos emblemáticos. También puede ser que este tipo de estudios y encuestas se reserven, que no se hagan públicos sus resultados.
Dar con las excepciones es una suerte de labor detectivesca para quienes intentamos estar al día en los campos de la economía cultural, del mercadeo, del emprendurismo, del devenir de los consumidores. Tuve la fortuna de ser referido a la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) para apoyar el impulso renovador de las políticas y programas de extensión y difusión de la cultura, un notable empeño de donde se desprende el estudio de usos y prácticas culturales entre estudiantes de la Unidad Ajusco de esta Universidad. Agradezco la generosidad de sus autoridades el poder compartir algunos de los resultados de dicho estudio. Es ejemplo y acicate. Tanto bien nos haría conocer lo que pasa en otras instituciones.
El botón
Con insumos propios, en agosto de 2010 la UPN, a través de la Dirección de Difusión y Extensión Universitaria, obtuvo los resultados del estudio. Para llegar al diagnóstico, fueron antecedentes una encuesta realizada en 2008 y el estudio sobre los perfiles de la demanda y el nuevo ingreso llevados a cabo el mismo año (Patricia Muñiz, 2008). En esta ocasión, el énfasis fue colocado en los usos y prácticas culturales de una población estudiantil que ha permanecido al menos un año en la universidad, y en esa condición tiene una percepción formada en los últimos 12 meses y una valoración del programa cultural y artístico de la institución.
La población fue seleccionada a través de un proceso de estratificación muy riguroso, que dividió las muestras de 504 individuos en 14 estratos, uno por cada programa educativo, considerados tanto en el horario matutino como en el vespertino.
Se diseñó un cuestionario autoaplicable de 37 preguntas dividido en 6 secciones: (1) Identificación escolar; (2) Información demográfica general; (3) Uso del tiempo libre; (4) Prácticas, asistencia y estudio de actividades culturales, artísticas y deportivas; (5) Consumo de medios de comunicación, y (6) Percepción de la oferta cultural de la UPN.
Las 4 últimas secciones se piensan como respuestas a hipótesis implícitas en el diseño. Por ejemplo, el supuesto de la última es que los estudiantes desempeñan prácticas artísticas, culturales y deportivas como profesionales o aficionados; que asisten a espectáculos y realizan aprendizajes formales en talleres y seminarios. Las prácticas y usos culturales se desarrollan en tres posibles ámbitos: (a) las delegaciones políticas o municipios, (b) espacios privados y (c) la UPN.
En el grupo de preguntas enfocado a los medios de comunicación, se concibe a éstos como el instrumento y el contenido de la cultura digital, presente en los conocimientos y habilidades de las nuevas generaciones de estudiantes y que constituye los espacios y los tiempos culturales de los jóvenes universitarios.
En la sección final del cuestionario se indaga sobre la apropiación y valoración de la oferta cultural de la UPN; también, se exploran los probables impactos de las publicaciones, la difusión de la cartelera www.elpisoazul.com y la expectativa del programa cultural vinculado con los planes de estudio de cada licenciatura.
Algunos de los resultados
En relación con el uso del tiempo libre, 65.7% de los entrevistados considera que es poco. De las actividades propuestas como opciones de respuesta, llama la atención el alto porcentaje (74.7%) que elije conversar con la familia, a pesar de los procesos de crisis y de anomia social que se viven, la familia es el soporte social más importante de los estudiantes.
Las actividades relacionadas con los medios de comunicación e internet reportan niveles altos. Ver televisión (44.8%), escuchar radio (40.6%), ir al cine (45.8%), navegar por internet (30.2%) y chatear (34.8%) son prácticas usuales del tiempo libre estudiantil.
En el ámbito de las artes plásticas y la literatura, la información es contrastante. La actividad de visitar museos de arte alcanza hasta 59.8%. En cambio, leer libros y revistas es una actividad que, según la encuesta, 60.8% de los estudiantes casi nunca realiza en su tiempo libre.
Los conciertos de música clásica (21.1%), el teatro (27.6%) y la ópera (8.7%) tienen escasa preferencia, lo cual permitirá a la universidad revisar estas tareas. En contraste, las actividades deportivas, con una preferencia de 41.7%, tienen un lugar previsible y aceptable.
Práctica profesional o amateur de actividades culturales y artísticas
Cuando se interroga a los entrevistados sobre la práctica, profesional o amateur, de actividades artísticas y deportivas, nuevamente las acciones ligadas con los instrumentos y las técnicas de los medios audiovisuales sobresalen: 54.4% de la población ha tomado fotografías y elaborado videos y composiciones digitales. Siguen la participación en danza y artes plásticas, que rebasa el 30% (33.2 y 32%, respectivamente), el teatro (22.8%), la literatura (26.4%) y la competición en torneos deportivos (29.9 por ciento).
Un resultado importante para valorar la oferta del programa artístico, cultural y deportivo de la universidad tiene que ver con el ámbito donde desarrollan estas actividades. 36.2% acude a las delegaciones o municipios, 35.4% a instituciones privadas y 40.8% encuentra un espacio de participación en la UPN. “La oferta cultural de la institución es la más importante para los estudiantes”, enfatiza el estudio.
Asistencia a espectáculos culturales, artísticos y deportivos
Los estudiantes como espectadores confirman algunas de las tendencias ya expuestas. 64% prefieren asistir a los museos de arte, un porcentaje más alto incluso que en la categoría de uso del tiempo libre. Son buenos espectadores de cine (65.3%) y de teatro (42.8%). Las presentaciones de libros están en su percepción (38.4%), por arriba de los eventos deportivos. Es notable para este indicador la centralidad de los espectáculos organizados por la upn, dentro y fuera de la institución.
Estudiantes lectores
La lectura consuetudinaria de libros distintos a los recomendados por los programas educativos está presente en las prácticas de 22.4% de los estudiantes, y de 49.3% cuando se trata de “algunos días a la semana”. En términos generales, tienen los estándares lectores de otras instituciones. En relación con los libros publicados por Fomento Editorial de la propia institución, el porcentaje de lectores de uno, dos y tres libros apenas rebasa el 27%. Lo cual indica la necesidad de fortalecer los programas de promoción y fomento de la lectura de las publicaciones propias.
Finalmente, el estudio arroja algo vital: los estudiantes califican la oferta del programa artístico y cultural universitario como de buena calidad; consideran además que debe formar parte de su plan de estudios (59.9%) y ofrecerse de manera cocurricular (22%). Esta vinculación que se proclama como meta en la UPN debería darse en todas las universidades.
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Periodista, gestor cultural y ex diplomático, EDUARDO CRUZ VÁZQUEZ es coordinador del Grupo de Reflexión sobre la Economía y Cultura de laUAM -Xochimilco y del libro Economía cultural para emprendedores. Perspectivas (UAM/UANL, México, 2010).