Friday, 15 November 2024
Artículos relacionados
Vive Latino: tres visiones del rockstar
Cultura | Identidades Subterráneas | Bruno Bartra | 20.05.2011 | 0 Comentarios

Todavía se sentía ese fuerte aroma de lo prohibido en el rock en México; era el 12 de noviembre de 2000 y yo estaba ansioso, a las afueras del Foro Sol, con mi boleto para asistir a la segunda fecha del II Festival Iberoamericano de Cultura Musical. Se escuchaban el ritmo y los acordes de reggae de la banda argentina Los Pericos, y junto con mi mejor amigo de la preparatoria, Jorge, eché a correr: estaba sonando “Párate y mira”, pieza que casi representaba un himno en nuestras noches semanales de reventones caseros.

Después de años de que el rock estuviera confinado a foros alternativos o a conciertos masivos en espacios autónomos, como Ciudad Universitaria —a los que también solía asistir con frecuencia—, éste finalmente conquistaba un espacio para conciertos: la empresa más fuerte del espectáculo por fin había invertido en ello. Sin embargo, no dejábamos de sentirnos en el territorio de la rebeldía: el día anterior, miles de fans habían arrancado el plástico que protegía el césped y lo habían lanzado al aire, descalabrando a 35 personas e hiriendo a una integrante de Dover, banda que no había gustado a los asistentes; la cantante del grupo había respondido de una manera que desbordó la furia de los presentes: “Mariquetas, estoy segura que si los tuviera enfrente no tendrían los cojones para partirme la cara. Les voy a meter el puño por el culo”.1

Gocé ese festival como ninguno otro antes: entre las 26 bandas invitadas, 13 tocaban ese día y, a diferencia de los masivos de CU, en este caso se apostaba por ciertas propuestas poco conocidas en el país, limitadas al territorio de los melómanos. Yo, que pensaba que jamás vería en vivo a una banda desconocida en México como Divididos, de Argentina, cuyo álbum La era de la boludez me parecía —y me sigue pareciendo— uno de los mejores del rock en español, me vi escuchando con enorme emoción algunos de mis temas favoritos del trío.

Eso, más el aspecto emblemático de Los Pericos, se unió a otras propuestas que escuchamos ese día como Resorte y Sekta Core, favoritas del slam preparatoriano; Desorden Público con su extraordinaria pieza “La danza de los esqueletos”, y La Gusana Ciega, una de las pocas bandas de rock alt-pop que respetábamos en nuestra juventud rockero-metalera.
Por esas épocas apenas comenzaba mis andares periodísticos, y me sentía soñado cuando veía que subía al escenario algún conocido; me invadía una emoción hasta ese momento desconocida.

Sostener la utopía

El 9 de mayo de 2004 la historia fue otra: llegué corriendo al Festival, pero no precisamente por alcanzar a mi grupo favorito, sino por la urgencia del trabajo. Aquel evento tan disfrutable para el público resultaba ser uno de los momentos más estresantes para las secciones de espectáculos de los diarios, y yo debía escribir crónicas, entrevistas y varios textos, en tiempo real.

La emoción de ver a conocidos sobre el escenario se había borrado ligeramente pues, en mayor o menor medida, conocía prácticamente a todos: había sido el entrevistador anónimo —pues las bandas difícilmente recuerdan un nombre entre decenas de periodistas que los entrevistan— de una buena parte de los participantes.

No había tiempo para emocionarse: tenía que dictar notas para la página en internet, comenzar a escribir para la edición impresa del día siguiente y estar atento para pescar a cuanto rockero se cruzara en el camino, además de aquellos que daban rueda de prensa conforme bajaban del escenario.

La emoción aquí era la de poder domar a un monstruo: el Vive Latino ya no era el festival con 13 bandas por día en dos escenarios, a los que se iba sin perderse un acto; ahora se trataba de que cada quien armara su festival, pues en un solo día, y tres escenarios, había 37 bandas. El reto era narrar el evento de manera casi omnipresente; algunas piezas como “El son del dolor” de La Cuca o “Señor Cobranza” de Bersuit Vergarabat y los múltiples éxitos de Maldita Vecindad despertaban la fiera rockera que yo había sido años atrás, pero no por ello descuidaba mi responsabilidad laboral.
Ahí noté que detrás de ese mundo de “rebeldía irreverente” había un enorme conglomerado de trabajadores formales: periodistas, staff, organizadores, todos edificando y manteniendo esa aparente utopía rebelde.

Los pies en el suelo

El más reciente Vive Latino es el que ha dejado una huella más honda en mí: el punto climático del evento fue cuando subí, el pasado 10 de abril, una escalinata hacia el escenario, saludé al público que casi colmaba la Carpa Roja y presenté a mi banda —La Internacional Sonora Balkanera—, que recibió una ovación.

En esta ocasión, el festival no dejó de zumbar en mi mente durante los seis meses anteriores, por una u otra cosa; la emoción durante la semana previa a la presentación era casi incontenible, y ese día llegué con más calma, pero a las 11 de la mañana, horas antes de lo que jamás había llegado. Una vez ahí, tuvimos la fortuna de poder probar las líneas de audio, y tener alrededor de una hora para relajarnos, antes de subir al escenario.

El concierto de 25 minutos resultó ser para nosotros uno de los más llenos de energía por parte del público, y una vez abajo del escenario, iniciamos un tour de medios que se prolongó por cerca de dos horas, dimos entrevistas a diestra y siniestra, primero en el canal oficial del festival, luego en la rueda de prensa y en todas las radiodifusoras y televisoras que instalan un pequeño espacio en el backstage, por el cual pasamos todos los músicos. Todo eso le da un impacto y una proyección al concierto que no se podría conseguir de otra forma.

Finalmente, abandonamos el camerino para darle lugar a otras bandas que tocarían a lo largo del día, pero pudimos permanecer en el backstage, sobre todo en la carpa llamada Hospitality, una de las más codiciadas: comida de cortesía, todo el alcohol que uno quiera beber y, lo que más atrae, la crema y nata del rock que se detiene a tomar unos tragos, platicar, conocerse. No debe extrañar que algunas de las colaboraciones musicales más interesantes de los últimos años hayan surgido de ahí.

Después de haber pasado por emocionarme y adorar a quienes tocaban en el festival, hasta mirarlos sin sorpresa, como un objeto de trabajo, ahora, al compartir escenario con algunos de ellos, el respeto y la admiración vuelve, pero desde otra perspectiva: no se vincula con la fama, sino con la manera en que cada uno enfrenta al público, enciende la mecha de miles de personas y regresa al backstage a sabiendas de que sus pies todavía requieren de la tierra para caminar: ser aclamado sobre el estrado no hace que uno sea superior a quienes lo vitorean. ~

1 Periódico Reforma, 12 de noviembre de 2000, en “Un inicio agresivo”, de Juan Carlos García.

____________________

Escritor, sociólogo y dj, Bruno Bartra ejerce desde 2000 el periodismo en medios como Nuestro Rock, Sónika, Replicante y Reforma. Es fundador y miembro de la agrupación de balkan beat La Internacional Sonora Balkanera.

Dejar un comentario



El analfabetismo digital
A finales de noviembre de 2012 el sitio web del periódico chino People’s Daily desplegaba la noticia de que el presidente de Corea del Norte, Kim Jong-un, había sido considerado por un sitio web estadounidense como el hombre más sexy del mundo. El reporte, que iba acompañado de una galería de más de cincuenta fotos […]
Sin ton ni son. Música y lengua
Para Raúl Herrera Música, canciones y danza acompañan nuestra existencia desde hace milenios. No es difícil imaginar a nuestros ancestros uniendo sus voces y agitando sus cuerpos para celebrar una cacería exitosa, el nacimiento o la unión de miembros de la tribu o bien el dolor compartido frente a la muerte. Nada más lógico, entonces, […]
Mis desventuras en la UNAM
Los egresados de la UNAM vimos con tristeza cómo el pasado 28 de mayo la institución cayó del quinto al octavo sitio latinoamericano del ranking de QS, debajo del Tec de Monterrey, que se mantuvo en el séptimo puesto. Aunque ese tipo de listados son subjetivos, creo que habrá pocos Pumas a los que esto no […]
El poder de las redes sociales III. El contorno de la democracia digital
En octubre de 2013 se llevaron a cabo los YouTube Music Awards, los cuales contaban entre sus atractivos con la dirección de Spike Jonze, cineasta que saltó a la fama precisamente por dirigir videoclips con propuestas estéticas de vanguardia. Para estos premios, apostó por realizar videoclips en vivo a lo largo de la transmisión del […]
Los rezagos culturales de México
Los mexicanos nos interesamos menos que otras sociedades latinoamericanas en las actividades artísticas, y las manifestaciones culturales de los pueblos originarios se estiman menos en la realidad que en el discurso. La mayoría de los latinoamericanos percibe una mayor oferta cultural en sus respectivos países a lo largo de la última década. Además, la mayoría […]
Más leídos
Más comentados
Los grandes problemas actuales de México (152.776)
...

La economía mexicana del siglo xx: entre milagros y crisis (65.700)
...

Con toda la barba (47.648)
...

¿Por qué es un problema la lectura? (30.416)
Desarrollar el gusto por la lectura no es cuestión meramente de voluntad individual. El interés por los libros aparece sólo en ciertas circunstancias.

La distribución del ingreso en México (26.511)
...

Presunto culpable: ¿Por qué nuestro sistema de justicia condena inocentes de forma rutinaria?
Bas­tan­te han es­cri­to y di­cho ter­ce­ros so­bre Pre­sun­to cul­pa­ble....

Los grandes problemas actuales de México
Se dice que el país está sobrediagnosticado, pero en plenas campañas y ante...

I7P5N: la fórmula
Homenaje al ipn con motivo de su 75 aniversario, este ensayo es también una...

China – EUA. ¿Nuevo escenario bipolar?
No hace mucho que regresé de viaje del continente asiático, con el propósito...

La sofocracia y la política científica
Con el cambio de Gobierno, se han escuchado voces que proponen la creación...

1
Foro de Indicadores
Debates que concluyen antes de iniciarse
El proceso legislativo reciente y sus números

Eduardo Bohórquez y Javier Berain

Factofilia: Programas sociales y pobreza, ¿existe relación?
Eduardo Bohórquez y Paola Palacios

Migración de México a Estados Unidos, ¿un éxodo en reversa?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Donar no es deducir, donar es invertir. Las donaciones en el marco de la reforma fiscal
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Impuestos, gasto público y confianza, ¿una relación improbable?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Los titanes mundiales del petróleo y el gas
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La pobreza en perspectiva histórica ¿Veinte años no son nada?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La firme marcha de la desigualdad
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia. 2015: hacia una nueva agenda global de desarrollo
Roberto Castellanos y Eduardo Bohórquez

¿Qué medimos en la lucha contra el hambre?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Bicicletas, autos eléctricos y oficinas-hotel. El verdadero umbral del siglo XXI
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Parquímetros y franeleros: de cómo diez pesitos se convierten en tres mil millones de pesos
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Una radiografía de la desigualdad en México
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Más allá de la partícula divina
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: El acento está en las ciudades. Algunos resultados de la base de datos ECCA 2012
Suhayla Bazbaz y Eduardo Bohórquez