Según una reciente encuesta de un conjunto de organizaciones no gubernamentales, más que la mitad de los mexicanos cree que el gobierno está perdiendo su guerra con los narcos. Otras encuestas han revelado que la misma opinión a lo largo de la presidencia de Calderón. Por el otro lado, el economista Tyler Cowen recién planteó el argumento contrario en su blog Marginal Revolution, provocando un centenar de comentarios, la mayoría en contra de la opinión del autor.
Eso de quién va ganando es uno de los debates más constantes en la seguridad pública, lo cual es una lástima, porque es un pobre marco analítico. Es como discutir si Superman sería capaz de ganar una pelea contra un portaaviones: puede ser una conversación divertida, pero es absurdo tomar algo así muy en serio. Hace unos meses, dediqué un post a explicar que lo que esta pasando en México no es una guerra, ni nada parecido. Una extensión obvia de este punto es que nadie puede ganar la batalla actual.
¿Que significa “ganar” para los grupos del crimen organizado? La idea de que los narcos quieran o puedan tumbar al presidente y operar abiertamente desde la sede del estado, encargándose de todas las funciones del gobierno a todo nivel, desde la colección de la basura hasta las negociaciones con el SNTE, es impensable. Los narcos quieren cooperar con el gobierno, no derrocarlo. Mientras grupos como el Sendero Luminoso querían rehacer el estado con uno que sigue su modelo, los narcos en México nada más quieren el espacio necesario para conducir sus negocios.
Sin embargo, la percepción de un estado sitiado por el narco persiste, alimentado por reportes oficiales como el del Pentágono en 2008, que identificó a México, junto a Pakistán, como uno de los países con mayor posibilidad de una caída repentina del gobierno.
Por el otro lado, solamente un ingenuo diría que el gobierno es capaz de acabar con el narco. Tendría más probabilidad de ganar una guerra contra el odio o la discriminación. Entonces, ¿que significa “ganar” para el gobierno? Es una pregunta importante con muchas respuestas posibles (que por cierto Calderón nunca ha querido contestar de fondo), pero ninguna se parecería a una victoria militar después de una batalla culminante. Con mucho esfuerzo, el gobierno puede alentar e incluso imponer un modo de operación más pacífica de las pandillas, pero no puede derrotar el fenómeno del narco.
Hay una competencia entre el gobierno y los narcos, eso sí, pero el rango de los resultados posibles de ésta es muy cortita. Puesto que el resultado inevitable no puede ser cualitativamente diferente a la situación de hoy, buscar el lado ganador es demasiado simple.
De ahí se generan otros problemas analíticos. Uno es que el paradigma ganador-perdedor implica que hay una meta esperando en la distancia, y después de lograrla, ya se acabó el asunto. No es así. Como comentamos arriba, mientras exista el consumo de drogas, siempre habrá narcos. Nunca va a llegar un momento en que el presidente pueda decir, “Bueno, ya les ganamos, ya no hay que preocuparnos en la seguridad.” Resulta que más allá que el tráfico de drogas, imponer la autoridad y garantizar el estado de derecho es la lucha permanente de cualquier gobierno. Es más, usando la famosa definición de Weber, es inseparable del acto de gobernar.
CREO QUE una de las muchas razones por la cual a los humanos nos gustan los deportes es que nos presentan una resolución fácil de percibir y digerir: un equipo marca más tantos y gana. El otro queda corto y pierde. Que cosa tan simple.
Pero gobernar no es como jugar futbol; es mucho más desordenada. Hasta las guerras son más complicadas, ya que los supuestos ganadores en un conflicto a menudo resultan bastante debilitados, y sufren en el futuro por ello. (El ejemplo clásico es el Reino Unido y Francia después de la Primera Guerra Mundial.) Si este simple concepto de ganar o perder no es ideal para entender las circunstancias bélicas, pues menos en cualquier otro ámbito de la gobernación.
Lo que se busca en México no es una victoria decisiva, sino un comportamiento menos ofensivo. Los narcos nunca serán ángeles, y el mercado de drogas norteamericano nunca va a desaparecer, así que el reto es permanente. Sin embargo, haciendo uso de los incentivos y estableciendo una estrategia comprensiva basada en una lista de prioridades que guía la distribución de recursos de forma lógica, México si puede lograr que las pandillas cambien su modo de operar.
Eso es el objetivo, y preguntar constantemente si el gobierno va ganando es una distracción.
La distracción de que somos victimas tiene su origen en la incapacidad del actual gobierno, clase politica y empresarial para redireccionar las estrategias y modelo economico, sin un buen puerto a donde llegar cualquier distractor es bueno, escogieron el peor de los distractores y los «daños colaterrales» ya rebasan las proporciones de algunas guerras regionales. No es una guerra pero si tiene consecuencias muy identicas: muertos inocentes.
[…] parte es que, como expliqué hace unas semanas en este espacio, el propósito de ganarle al narco es imposible, y por lo tanto, algo absurdo. Otro […]
Gracias por leer y por el comentario. Me gusta tu comparación–no es el cancer como ha dicho Calderón, sino diabetes.
Tu análisis me parece muy certero y de una forma distinta concluye lo mismo que yo personalmente pienso del fenómeno del combate al narco.
Tienes razón, el narco jamás se acabará y lo que hay que combatir en todo caso en su forma en extremo violenta de operar, además de no permitir que siga diversificando sus negocios y modus operandi.
En todo caso, esto es análogo a una enfermedad crónica, de la cual jamás te curas, pero si la controlas, puedes vivir con ella, de lo contrario, puede derivar en un cáncer que te matará.
Saludos cordiales.