Friday, 15 November 2024
Artículos relacionados
Viabilidad y validez
Cultura | El Espejo De Las Ideas | Este País | Eduardo Garza Cuéllar | 03.06.2012 | 0 Comentarios

La historia de la filosofía no es otra sino la del planteamiento, replanteamiento y depuración de las preguntas fundamentales que, finalmente, nos constituyen como seres humanos. También es, por supuesto, la de las respuestas significativas (aunque parciales) que les hemos procurado.
En el caso específico de la ética, cuya vocación es iluminar desde el pensamiento el actuar humano, la necesidad de aprender de la realidad para después orientarla —ese círculo hermenéutico— es especialmente evidente en su necesidad.

Y es que, aunque pensable, la carencia absoluta de normas de comportamiento (el nihilismo moral con que amenazan todos los indoctrinamientos) es, en realidad, imposible. El perverso —como el escrupuloso y el desentendido, como la mafia y el crimen organizado— recurren necesariamente a códigos, escritos o no, hechos de órdenes, prohibiciones, reglas, valores, premios, castigos y consecuencias. Disponen, pues, de un determinado sistema moral. Por su parte cualquier comunidad y sociedad es impensable sin sus usos y costumbres o sin un sistema jurídico, por precario que este sea.

De ahí que la filosofía moral no haya hecho sino proponer criterios para validar éticamente las normas de comportamiento. ¿Qué nos permite adjetivar de ética una práctica o una norma social? ¿Cómo perfeccionar nuestros criterios de acción —incluidos los usos y costumbres en los que estamos culturalmente inmersos— hasta hacerlos humanizantes? ¿Qué convierte a una norma en éticamente válida? Son preguntas que han acompañado la historia de esta disciplina filosófica.1

El entusiasmo por atender este llamado, junto con la motivación que despierta naturalmente el ideal ético en un corazón sensible, lleva a no pocos a elevar el listón ético hasta perder de vista el mundo real: el de la política, la sociedad, el trabajo, los negocios, la comunidad, la familia, la intimidad, la religiosidad y la amistad. Lejos de ennoblecer la ética, la terminan exiliando.

No es raro escuchar en la calle vacunas —humanas, necesarias— contra este idealismo moral. Se dice por ejemplo que la política se rige por reglas autónomas, ajenas a las de la ética. Se dice algo análogo de la economía, la ciencia y la tecnología, como se dice del comercio, de la acción empresarial, incluso de los dinamismos sociales y psicológicos. En un mundo enfermo de sobreespecialización, cada disciplina aspira a regirse por criterios propios y autónomos, impermeables a los que derivan de la reflexión filosófica.2 De estos argumentos, comunes, hasta correctos, se seguiría —cito de memoria a Adela Cortina— que la ética no es de este mundo.

Es necesario repatriar la ética a nuestra cotidianidad y a nuestro horizonte vital. De ahí que el criterio de viabilidad constituya un segundo eje, igualmente importante, de la reflexión y la acción ética.

En realidad, validez y viabilidad sostienen un único eje, no exento de tensión, del que pende el universo ético en su totalidad.

Una norma válida, cuando no es viable es un Quijote sin Sancho: nos condena a la doble moral. Quizá por ello los puritanos pierdan tanto en materia de sinceridad, vitalidad y espontaneidad. Por su parte, una norma viable que no es válida nos conduce necesariamente a la insatisfacción. Lo que más impresionó a uno de mis hijos en su visita reciente al Museo Memoria y Tolerancia es que el exterminio y la discriminación ¡hayan sido legales hace tan pocos años! Cualquiera de estos criterios, sin el otro, termina conduciéndonos al cinismo.

Cuando nos toca proponer una norma familiar o escolar, redactar un código de ética empresarial o legislar, la tensión viabilidad-validez se hace presente de manera casi automática, aunque no necesariamente consciente. De ahí que hacer explícita esta tensión tenga posiblemente sentido.

Pienso en esto a unos minutos de haber visto en televisión el primer debate entre candidatos a la presidencia de México. Y pienso que, si una norma ética debe pasar el doble tamiz de la validez y la viabilidad, en el mundo de la política —crecientemente subordinado a las artes contemporáneas de la persuasión, al manejo mediático, a la publicidad y al marketing— la ética debería contar más allá de lo discursivo.

No deja de ser lamentable que en el análisis posterior a un debate la dimensión ética tenga tan poca relevancia. Importa ciertamente la retórica: convencer, parecer, actuar, aparentar, ocultar con estilo, incluso mentir con seguridad, cínicamente. La ética se subordina a dicho empeño.

Pensar que las reglas de la política en nada tienen que ver con la ética es condenar a la sociedad a la ley del más fuerte. Pensar la ética como un mundo aparte del universo político, la hace levitar hasta desencarnarse.

Las mejores páginas de la historia de México y del mundo se han escrito sin duda cuando este difícil encuentro, el de la ética y la política, ha sido posible.
Y ahora que los ciudadanos estamos llamados a hacer tanto por México y su democracia, la ética política es quizá la más importante de nuestras herramientas.

__________________

1 Tres han sido los grandes criterios que la ética ha propuesto para validar las normas morales. Corresponden a los tres grandes paradigmas desde los que se ha construido la filosofía en Occidente. Las éticas de raigambre metafísica, como la aristotélica, validan una norma en función de su adecuación a un principio de orden universal: el bien, el ser, la ley natural. Las éticas modernas, cuyo rostro identificable es el de Kant, encuentran en el ejercicio de la razón práctica, específicamente en su principio de universalidad, un criterio de validez. Estas dos formas las corresponden al paradigma del objeto y al del sujeto respectivamente. El criterio democrático, el de la aceptación de una norma por sus afectados y el del impacto de la misma en la calidad del vínculo intersubjetivo —en materia de justicia, solidaridad, de inclusión— constituye el tercer criterio para validar éticamente una norma o práctica social. Esta última puede asociarse al paradigma filosófico del encuentro.

2 Un ejemplo común en este sentido es el de la llamada falacia naturalista, que de la descripción científica de un proceso natural intenta derivar conclusiones en el orden del deber, desestimando cualquier metodología derivada de la filosofía moral.

——————————
EDUARDO GARZA CUÉLLAR es licenciado en Comunicación y maestro en Desarrollo Humano por la Universidad Iberoamericana, y posgraduado en Filosofía por la Universidad de Valencia. Ha escrito los libros Comunicación en los valores y Serpientes y escaleras, entre otros. Se desempeña como Director General y Consultor del despacho Síntesis.

Dejar un comentario



Marginalidad como vocación
Este texto estará disponible en el transcurso del mes. Por favor, visite el sumario general o el sumario del suplemento de Cultura regularmente. Los títulos subrayados indican que el artículo completo ya está disponible. Suscríbase a Este País y reciba la versión impresa cada mes a la puerta de su casa o cómprela con su […]
De salarios y honorarios
Este texto estará disponible en el transcurso del mes. Por favor, visite el sumario general o el sumario del suplemento de Cultura regularmente. Los títulos subrayados indican que el artículo completo ya está disponible. Suscríbase a Este País y reciba la versión impresa cada mes a la puerta de su casa o cómprela con su […]
Inclusión social:
binomios y paradojas
Para que no sean necesarios más héroes ni más milagros pa’ adecentar el local. Joan Manuel Serrat Integración e inclusión El paradigma de la integración, como en las películas norteamericanas, pone el acento en el esfuerzo de un individuo inicialmente excluido del juego social que termina, por su audacia y perseverancia, conquistando un lugar en […]
Presentación del libro Aprendiz de Luna de Niza Illescas
Sábado 9 de agosto, 19 hrs. Entrada Libre Radio UNAM, Adolfo Prieto 133, Col. del Valle  
Este País | Cultura 106
Este País | cultura presenta la obra plástica de Javier Carral y su colección de tintas sobre papel. Este mes disfruta de las columnas de Flavio González Mello, Cecilia Kühne, Claudio Isaac, Gregorio Ortega Molina, Bruno Bartra y Ricardo Ancira.
Más leídos
Más comentados
Los grandes problemas actuales de México (152.772)
...

La economía mexicana del siglo xx: entre milagros y crisis (65.697)
...

Con toda la barba (47.640)
...

¿Por qué es un problema la lectura? (30.414)
Desarrollar el gusto por la lectura no es cuestión meramente de voluntad individual. El interés por los libros aparece sólo en ciertas circunstancias.

La distribución del ingreso en México (26.509)
...

Presunto culpable: ¿Por qué nuestro sistema de justicia condena inocentes de forma rutinaria?
Bas­tan­te han es­cri­to y di­cho ter­ce­ros so­bre Pre­sun­to cul­pa­ble....

Los grandes problemas actuales de México
Se dice que el país está sobrediagnosticado, pero en plenas campañas y ante...

I7P5N: la fórmula
Homenaje al ipn con motivo de su 75 aniversario, este ensayo es también una...

China – EUA. ¿Nuevo escenario bipolar?
No hace mucho que regresé de viaje del continente asiático, con el propósito...

La sofocracia y la política científica
Con el cambio de Gobierno, se han escuchado voces que proponen la creación...

1
Foro de Indicadores
Debates que concluyen antes de iniciarse
El proceso legislativo reciente y sus números

Eduardo Bohórquez y Javier Berain

Factofilia: Programas sociales y pobreza, ¿existe relación?
Eduardo Bohórquez y Paola Palacios

Migración de México a Estados Unidos, ¿un éxodo en reversa?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Donar no es deducir, donar es invertir. Las donaciones en el marco de la reforma fiscal
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Impuestos, gasto público y confianza, ¿una relación improbable?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Los titanes mundiales del petróleo y el gas
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La pobreza en perspectiva histórica ¿Veinte años no son nada?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La firme marcha de la desigualdad
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia. 2015: hacia una nueva agenda global de desarrollo
Roberto Castellanos y Eduardo Bohórquez

¿Qué medimos en la lucha contra el hambre?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Bicicletas, autos eléctricos y oficinas-hotel. El verdadero umbral del siglo XXI
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Parquímetros y franeleros: de cómo diez pesitos se convierten en tres mil millones de pesos
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Una radiografía de la desigualdad en México
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Más allá de la partícula divina
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: El acento está en las ciudades. Algunos resultados de la base de datos ECCA 2012
Suhayla Bazbaz y Eduardo Bohórquez