México ya tiene un nuevo presidente-electo, lo que ha ganado la atención del mundo. A continuación, les presento unos ejemplos del análisis electoral provenientes de medios estadounidenses.
Esta oración abrió un artículo que salió en la revista Rolling Stone antes de la elección:
El domingo, los 80 millones de votantes mexicanos van a las urnas, donde, descartando una sorpresa mayor, van a elegir a Enrique Peña Nieto, un ex-gobernador telegénico del antes-dominante (y notoriamente corrupto) Partido Revolucionario Institucional, o el PRI, quien promete desencadenar la economía y limitar el horror de la guerra contra el narco.
Un reporte desde Tampico se publicó unos días antes de la elección en el periódico The Washington Post empezó con lo siguiente:
Los dos Méxicos existen juntos en este puerto caluroso construido por empresarios petroleros y estibadores: el México bueno, moderno, y más próspero y el México verdaderamente malo, donde tiroteos explotan en el TGI Friday’s y equipos de secuestradores andan en zonas de clase media, raptando señoritas adolescentes.
La reacción del periódico The New York Times la noche de la elección:
El partido que mandaba en México por décadas con una fuerza autocrática parece haber brincado de nuevo al poder después de 12 años en oposición, ya que los votantes preocupados por una guerra sanguinaria contra el narco y un malestar económico le dieron a su candidato presidencial, Enrique Peña Nieto, un triunfo cómodo el domingo, según las encuestas de salida y los primeros conteos.
El reporte sobre el triunfo de Peña Nieto del periódico The Los Angeles Times:
Millones de mexicanos votaron el domingo para que regrese el partido anteriormente autoritario que echaron hace 12 años, según los resultados preliminares, mientras le dieron un reproche fuerte a un gobierno que mejoró el sistema democrático pero vio al país caer en violencia espeluznante.
Y, para finalizar, este reporte viene de la agencia de noticias Reuters (por cierto, Reuters no es precisamente estadounidense, pero su público sí lo es):
Los viejos mandatarios de México iban en camino para un retorno cuando los votantes eligieron un nuevo presidente el domingo, después de que una guerra espeluznante con los cárteles de drogas y una economía letárgica mermaron a los conservadores del gobierno.
Llama la atención que cada uno de ellos se refiere a los problemas con el narco entre sus primeras palabras. Hay muchos asuntos que están en juego en una elección presidencial, pero leyendo lo de arriba, es como si importara nada más uno: el crimen organizado y la violencia que genera éste.
Claro, los medios estadounidenses no siempre se destacan por su comprensión matizada del mundo extranjero. Frecuentemente, con una terqueza notable, imponen un punto de vista demasiado enfocado en las preocupaciones de Washington. Es por eso que hace seis anos la elección que ganó Felipe Calderón a menudo se explicaba, con una simpleza exagerada, como otro intento fallido de Hugo Chávez de propagar su marea rosa por todo la tierra de América Latina. A gran medida, los factores netamente mexicanos fueron ignorados.
Sin embargo, en este caso, el enfoque limitado no es solamente una manifestación de una visión obsesiva de Washington, que distorsiona las circunstancias. Otros medios internacionales, desde Canadá hasta Ecuador, han mostrado el mismo interés en el crimen organizado en México en su cobertura electoral. Tal enfoque no es completamente justo (puesto que los niveles de violencia en muchas partes de la región son mayores que en México) ni correcto (claro que hay mucho más en el país que el narco, y en muchos sentidos las cosas van bien en México), pero la imagen que México ha ganado internacionalmente es de un país luchando por su sobrevivencia. Desafortunadamente, el país se ha convertido en un sinónimo del caos.
Sin embargo, por muchas razones, el tema del narcotráfico no pesó mucho dentro de la campaña, así que es un poco difícil saber qué podemos esperar durante el mandato de Enrique Peña Nieto, y menos que impacto tendrán sus políticas sobre el nivel de criminalidad en México. En el tema de la seguridad pública, la definición del éxito no es nada concreta. Tampoco son muy claros los objetivos del nuevo gobierno, más allá que el deseo expresado de bajar los niveles de homicidio, extorsión, y secuestro.
Pero al leer los artículos de arriba, lo que vuelve indiscutible es que urge un cambio en la imagen de México. Sería una lástima, un fracaso, y una tragedia si la violencia vinculada con el narcotráfico sigue siendo el punto de partida para los reportes de los medios internacionales sobre la elección del sucesor de Peña Nieto. Ojalá que en 2018 no se les ocurra a los reporteros extranjeros incluir la palabra “espeluznante” en sus análisis de la próxima elección presidencial.