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Las palabras me intrigan, me gustan, las escudriño, sopeso los sonidos que las conforman, las repito muchas veces hasta que logro separarlas de su significado, hasta que solo suenan y no significan, me pregunto por su origen, colecciono etimologías oscuras y entre otras cosas, selecciono aquellas que encapsulan significados tan específicos que es imposible hallar una palabra equivalente en otra lengua. Las palabras de contenido semántico tan peculiar me hacen pensar en las experiencias que de tan recurrentes posibilitaron su existencia.
Para todas las lenguas del mundo es posible hallar una lista de palabras básicas; las palabras que describen el entorno inmediato común a toda la humanidad como “sol” “luna” o “tierra” siempre encontrarán su correspondiente léxico en cualquier otra lengua. Existen, sin embargo, otra palabras que capturan un rasgo tan especial de las personas, del mundo o de las experiencias humanas que será imposible hallar una palabra siquiera similar al intentar traducirlas.
Mi amiga Sheba Camacho y yo pretendíamos hacer una especie de diccionario de esta clase de palabras y emprendimos la búsqueda dentro del universo léxico y cada encuentro fue una sorpresa. El español para comenzar posee palabras sin correspondientes como “duende” o “estrenar” que nunca será lo mismo que “usar por primera vez”. El “saudade” del portugués es un clásico ejemplo de palabra específica que expresa un “sentimiento muy próximo a la melancolía y que tiene su origen en la distancia temporal o espacial con el deseo de resolver esa distancia”; saudade no describe necesariamente un sentimiento desagradable sino más bien, citando las palabras ya famosas de Manuel de Melo, saudade es “un bien que se padece y un mal que se disfruta”. Alrededor de esta palabra se han creado poemas, pinturas, canciones, cuentos en las que de algún modo se rinde culto a su especificidad semántica.
En su novela “Mañana en la batalla piensa en mí”, Javier Marías habla de una palabra del inglés antiguo que describe la relación de “parentesco” que se establece entre dos hombres que han mantenido relaciones sexuales con la misma mujer pero en momentos distintos. La relación que describe esa palabra pudo haber sido tan terrible que desapareció de la lengua. En tagalo, lengua hablada en Filipinas, “gigil” refiere la “sensación urgente de pellizcar algo que es irresistiblemente lindo” mientras que en noruego “forelsket” describe “la euforia que sientes la primera vez que te enamoras”; en chiluba, lengua hablada en Congo, la palabra “iiunga” se utiliza para referirse a “una persona que está dispuesta a perdonar un abuso la primera vez, a tolerarlo la segunda pero jamás la tercera vez”.
En un principio, durante la búsqueda de estas palabras, el ayuujk (mi lengua materna) parecía no tener palabras de significado específico de manera evidente, fue mediante la comparación y la traducción al español que fueron emergiendo, lo cual demuestra que la co-existencia de las lenguas y las experiencias multilingües posibilitan re-flexionar sobre tu propia lengua, preguntarte por ella y hacer evidentes sus características que solo se iluminan por contraste. ¿Qué dicen los encapsulamientos léxicos particulares de la lengua y de la cultura a las cuales pertenecen? ¿Por qué en una lengua es posible expresar algo mediante una sola palabra? Las respuestas pueden ser múltiples y complejas, por lo pronto, a mí nadie me quita la alegría de haber descubierto que en ayuujk “kutyu’mëp” es un verbo específico intraducible a una sola palabra y que se utiliza para cuando la luna se llena; aunque tampoco nadie me quita el asombro de saber que “jatyu’xp”, por otra parte, es un verbo que refiere a cuando una persona determinada hace una acción o una serie de acciones que se salen por completo de su patrón de comportamiento y que mediante esta irrupción en el curso normal de sus acciones está anunciando una desgracia como, por ejemplo, su propia muerte. En mixe este verbo me parecía normal, fue al traducirlo al español que su peculiar significado me golpeó sorpresivamente el pensamiento.
LIC. YÁSNAYA, te felicito enormemente por este arduo trabajo que estas realizando en el área de la lingüistica, para mi cuando me encuentro con estas actividades, considero que se aproximan a mis necesidades de aprendizaje, debido a que a mi me fáscina el campo de estudio de las letras que la lengua misma de cada pueblo y cultura nos obsequia.
Saludos desde la tierra yokot’an central de Tabasco.
Gracias compartir tus hallazgos y reflexiones, sigo diciendo que eres una super-persona, me gusta cómo escribes y lo que escribes. Recibe un fuerte abrazo.
Yásnaya, Yásnaya, Yásnaya; déjame repetir tu nombre al escribirte, que con escucharlo y mecerlo con mi teclado, quiero cachetear mi ignorancia que de tu talento tenía. Oye: Ya me tienes a la espera de todo lo que nos regalas aquí, pero en ¡un libro completo! Dime que ya lo tienes, noble criatura hecha para el arte de la escritura…
¡Buen día!