Se sabe bien, pero vale la pena recordarlo de forma textual. La Constitución mexicana establece en su artículo tercero lo siguiente: “Todo individuo tiene derecho a recibir educación. El Estado —Federación, estados, Distrito Federal y municipios— impartirá educación preescolar, primaria, secundaria y media superior. La educación preescolar, primaria y secundaria conforman la educación básica; esta y la media superior serán obligatorias”. Quizá la principal novedad de esta norma es que recientemente se incorporó la educación media superior como parte de la educación obligatoria y del derecho a la educación. En este contexto adquiere aún mayor relevancia el debatido tema sobre el sector de la población joven que se encuentra en la difícil transición de las últimas etapas de su vida escolar a las primeras experiencias laborales (aunque algunos seguramente ya tendrán amplios antecedentes de trabajo): la llamada población “nini”, la que no estudia y tampoco trabaja. Este sector de la población no solo es importante por su tamaño sino por lo que muestra respecto de la incapacidad de la sociedad para darle oportunidades de desarrollo y por sus implicaciones sociales y económicas.
La edición 2012 de Panorama de la educación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ofrece cifras que permiten entrar en mayor detalle sobre el perfil de la población “nini”, los jóvenes que tienen entre 15 y 29 años de edad. En primer lugar, de los 29.7 millones de personas que en 2010 estaban en ese rango de edad en México, 7.2 millones no estudian ni trabajan: uno de cada cuatro (24.4%). Esta es la tercera cifra más alta entre los países de la OCDE, solo después de Turquía e Israel. Aun en tiempos de crisis, la cifra de México está muy por encima del promedio de la ocde de 15.8%. Un rasgo peculiar es que, a diferencia de otros países de la OCDE, las cifras de población joven que no estudia ni trabaja han sido muy estables en los últimos 14 años: en 1997 la proporción era de 25.4% y desde entonces no hay año en que haya disminuido de 24.1 por ciento.
La brecha entre sexos es amplia y persistente. En 2010, mientras que 37.2% de las mujeres de entre 15 y 19 años no estudiaba ni trabajaba (5.6 millones), solo 10.9% de los hombres estaba en esa circunstancia (1.6 millones). El análisis de la OCDE sugiere que puede haber causas de tipo cultural en esta brecha, como la maternidad y el matrimonio de las mujeres a una edad más temprana que los hombres. Pero también sucede que, en términos generales, el mercado laboral no parecería estar premiando la preparación académica en las mujeres en comparación con los hombres. Según la misma OCDE, la tasa de empleo de las mujeres con educación superior es 16 puntos porcentuales más baja que la de los hombres con el mismo nivel educativo (la segunda brecha más amplia entre los países de la OCDE).
Un dato duro de reportar es el nivel educativo de los jóvenes que “no estudian ni trabajan”. Uno de cada tres jóvenes tiene estudios de secundaria (30.5%), lo que convierte a este en el sector más amplio de este grupo de población; y cerca de un millón de jóvenes (12%) en este segmento incluso tiene estudios de nivel superior.
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