Tuesday, 05 November 2024
Artículos relacionados
Ese “auténtico” objeto del deseo
Cultura | Este País | Identidades Subterráneas | Bruno Bartra | 01.01.2012 | 1 Comentario

En 1962 salió al mercado estadounidense el álbum de un artista en quien la disquera Columbia apenas y confiaba. Con un par de canciones originales y once covers de clásicos del folk de Estados Unidos, el disco logró vender cinco mil copias en ese año, cantidad considerada raquítica en los tiempos en que no existían ni las descargas gratuitas ni se había generalizado la copia en casetes. A los altos ejecutivos de la compañía discográfica les sobraban ganas para sacar a patadas a ese artista izquierdoso, pero el productor John H. Hammond logró convencerlos de que le dieran otra oportunidad.

El disco llevaba por nombre el del músico, quien a la postre se convertiría en una de las figuras más importantes del rock, folk y la música popular estadounidense; tan sólo en los tres años siguientes, con la evolución de su música, generaría un cataclismo social y cultural que contribuiría a la agitación de una de las décadas más turbulentas del siglo XX. En las calles de Nueva York, ciudad a la que había arribado a inicios de la década, este hombre se hacía llamar Bob Dylan.

Robert Allen Zimmerman —nombre original del artista— nació en Duluth, Minnesota, el 24 de mayo de 1941, y llegó a la Gran Manzana en busca de su héroe musical, la leyenda del folk de la primera mitad del siglo, Woody Guthrie (1912-1967), quien, convaleciente en el hospital, fue visitado en numerosas ocasiones por el joven cantante, que incluso le dedicó una pieza del álbum debut mencionado.

Con aspecto desaliñado y guitarra en mano, Dylan se hacía pasar por un misterioso vagabundo de estirpe obrera que había recorrido todo el país y contaba asombrosas historias de inverosímiles encuentros musicales; buscaba encajar en la descripción del hobo tan anhelada por los nuevos folcloristas de izquierda, y además procuraba ocultar su verdadero apellido para evitar que se descubriera su origen judío y de clase media.

Pero el cantante había hecho mucho ruido en la escena neoyorquina desde su llegada y, pese al leve impacto del disco, su nombre estaba en boca de toda la comunidad artística de la ciudad. El 4 de noviembre de 1963 la revista Newsweek reveló el pasado del artista en un profundo reportaje, sorprendiendo incluso a la novia de éste. Aunque a esas alturas, ya nada podría afectar el ascenso de la carrera de Dylan.

La autenticidad

En un país que, a cien años de su Guerra Civil, se mantenía profundamente dividido entre el sur racista y el norte industrial y progresista, una nueva izquierda se configuraba y en la música se manifestaba intentando hallar la “auténtica” canción folclórica estadounidense, arraigada en la tradición y con una vocación populista e integradora.

Aunque la mayoría de las piezas del álbum Bob Dylan no eran originales, destacaba la “autenticidad” de la interpretación, algo que inmediatamente atrajo al líder del renacimiento del folk de protesta estadounidense, Pete Seeger, quien albergó a Dylan casi como un hijo pródigo.

Seeger era en ese momento la figura más conocida de un movimiento que incluía a artistas como Joan Báez o The Kingston Trio, y que estaba enfrascado en esa desesperada búsqueda por ser auténtico, algo que se vinculaba no sólo con la manera de interpretar la música, sino con el estilo de vida del hitchhiking hobo (el bohemio que viaja por el país a base de “aventones” por las autopistas) con una vocación política de izquierda y una perspectiva anticomercial y antimaterialista. En este sentido, las marchas por los derechos civiles de Selma, en 1965, en las cuales Seeger cantaba y el público coreaba al unísono el folk de protesta representaban para éste, según ha escrito el historiador Benjamin Filene en su libro Romancing the Folk: Public Memory and American Roots Music, la autenticidad en su estado más puro: “firmemente arraigada en la tradición, pero contemporánea, pragmática y aplicada”.
Bob Dylan con Joan Baez en la Marcha por los Derechos Civiles en Washington, D.C. (1963)

A su manera, esto marginaba a diversos grupos que no sea alineaban con su perspectiva política, como The New Lost City Ramblers, quienes, a pesar de tener un conocimiento vasto y de primera mano del folk estadounidense, al no manifestar una postura de izquierda eran ignorados por los artistas más conocidos.

Fue entonces que Seeger empezó a hallar contradicciones entre su persona y el músico de folk ideal que él mismo había construido: incluso llegó a escribir en un artículo que sus ideales habían sido mancillados por su propia realidad. No sólo tenía un origen de clase media y de alta educación, sino que se había convertido en un intérprete muy conocido y exitoso: lo opuesto a su prototipo del folclorista auténtico.

Mientras el nuevo folk se configuraba, Bob Dylan pasó de ser el niño consentido al enemigo: de sus discos The Freewheelin’ Bob Dylan (1963), The Times They Are A-Changin’ (1964) y Another Side of Bob Dylan (1964), salieron las canciones “Blowin’ in the Wind”, “The Times They Are A-Changin’” y “It Ain’t Me Babe”, auténticos himnos de izquierda y clásicos instantáneos que hicieron del género uno de los más populares en Estados Unidos, y que ubicaron al Newport Folk Festival entre los eventos más importantes del año, dado que ahí participaban todas las luminarias, encabezadas por Dylan y Seeger.

Después vino el “fatídico” año de 1965, cuando Dylan, además de sacar los dos extraordinarios álbumes Bringing It All Back Home y Highway 61 Revisited, que “ensuciaban” el folk con blues y rock, se presentó en Newport —¡oh, sacrilegio!— con guitarras eléctricas. Su presentación, de tan sólo tres canciones, fue abucheada, aunque aún se debate si ello se debió a la mala sonorización, a lo breve del concierto, o a que el músico se hubiera electrizado. El caso es que a partir de ahí, Dylan y Seeger se distanciaron y el revival del folk se sintió abandonado, buscando por años un nuevo líder hasta que la llama encendida con ayuda de Dylan se extinguió. En cambio, el ahora folk-rocker se había vuelto la estrella del país y, posiblemente en ese momento, el único músico de Estados Unidos capaz de rivalizar al maelstrom británico que representaban los Beatles.

Pese a que el género revitalizado por Seeger, los Ramblers y compañía lo había marcado, Dylan no había pretendido ser auténtico, sino crear música auténtica. Al final, logró ambas.

“Dylan jamás abandonó la lealtad al proceso de la canción folk que Seeger atesoraba tanto”, detalla Filene en su libro. “Su trabajo posterior a 1965 representa una transmutación, no una abdicación, al rol del estilista folk”.

A cincuenta años del álbum debut, la obra de Dylan ya no es aquella que busca interpretar con mayor autenticidad el pasado. Es el sonido que los intérpretes del futuro procurarán reproducir de la forma más auténtica posible. Es la música de nuestros tiempos, el folk del futuro. Y quien persiga la autenticidad en este siglo no la hallará al reproducir las canciones de Dylan de la manera más fiel al original, sino al emular la actitud de este rockero ante la creación artística. ~

——————————
Escritor, sociólogo y DJ, BRUNO BARTRA ejerce desde 2000 el periodismo en medios como Nuestro Rock, Sónika, Replicante y Reforma. Es fundador y miembro de la agrupación de balkan beat La Internacional Sonora Balkanera.

Una respuesta para “Ese “auténtico” objeto del deseo
  1. […] escribí a propósito del 50 aniversario de la salida al mercado del álbum debut de Bob Dylan: http://estepais.com/site/?p=36724 Like this:LikeBe the first to like this post. Comments RSS […]

Dejar un comentario



El analfabetismo digital
A finales de noviembre de 2012 el sitio web del periódico chino People’s Daily desplegaba la noticia de que el presidente de Corea del Norte, Kim Jong-un, había sido considerado por un sitio web estadounidense como el hombre más sexy del mundo. El reporte, que iba acompañado de una galería de más de cincuenta fotos […]
Mis desventuras en la UNAM
Los egresados de la UNAM vimos con tristeza cómo el pasado 28 de mayo la institución cayó del quinto al octavo sitio latinoamericano del ranking de QS, debajo del Tec de Monterrey, que se mantuvo en el séptimo puesto. Aunque ese tipo de listados son subjetivos, creo que habrá pocos Pumas a los que esto no […]
Manual para zurdos
El tú y el usted Sin duda es ramificado y complejo el tema del tú y el usted. ¿Cuándo aplicarlo y por qué? Hasta donde entiendo, el usted es un igualador eficaz que brinda respeto sin suprimir la cordialidad. Digamos que a un mesero le hablo de usted porque él no estará autorizado por la […]
El poder de las redes sociales III. El contorno de la democracia digital
En octubre de 2013 se llevaron a cabo los YouTube Music Awards, los cuales contaban entre sus atractivos con la dirección de Spike Jonze, cineasta que saltó a la fama precisamente por dirigir videoclips con propuestas estéticas de vanguardia. Para estos premios, apostó por realizar videoclips en vivo a lo largo de la transmisión del […]
El poder de las redes sociales II. Delirio por ser visto
Un escándalo sacudió el mundo de las redes sociales en diciembre de 2012: Google reportó alrededor de ocho mil millones de reproducciones falsas de videos en su red YouTube. Mediante el uso de bots y arañas (programas diseñados para revisar páginas web automáticamente), entre otras artimañas, grandes corporaciones habían logrado inflar las cifras de vistas […]
Más leídos
Más comentados
Los grandes problemas actuales de México (152.410)
...

La economía mexicana del siglo xx: entre milagros y crisis (65.502)
...

Con toda la barba (47.440)
...

¿Por qué es un problema la lectura? (30.338)
Desarrollar el gusto por la lectura no es cuestión meramente de voluntad individual. El interés por los libros aparece sólo en ciertas circunstancias.

La distribución del ingreso en México (26.412)
...

Presunto culpable: ¿Por qué nuestro sistema de justicia condena inocentes de forma rutinaria?
Bas­tan­te han es­cri­to y di­cho ter­ce­ros so­bre Pre­sun­to cul­pa­ble....

Los grandes problemas actuales de México
Se dice que el país está sobrediagnosticado, pero en plenas campañas y ante...

I7P5N: la fórmula
Homenaje al ipn con motivo de su 75 aniversario, este ensayo es también una...

China – EUA. ¿Nuevo escenario bipolar?
No hace mucho que regresé de viaje del continente asiático, con el propósito...

La sofocracia y la política científica
Con el cambio de Gobierno, se han escuchado voces que proponen la creación...

1
Foro de Indicadores
Debates que concluyen antes de iniciarse
El proceso legislativo reciente y sus números

Eduardo Bohórquez y Javier Berain

Factofilia: Programas sociales y pobreza, ¿existe relación?
Eduardo Bohórquez y Paola Palacios

Migración de México a Estados Unidos, ¿un éxodo en reversa?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Donar no es deducir, donar es invertir. Las donaciones en el marco de la reforma fiscal
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Impuestos, gasto público y confianza, ¿una relación improbable?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Los titanes mundiales del petróleo y el gas
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La pobreza en perspectiva histórica ¿Veinte años no son nada?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La firme marcha de la desigualdad
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia. 2015: hacia una nueva agenda global de desarrollo
Roberto Castellanos y Eduardo Bohórquez

¿Qué medimos en la lucha contra el hambre?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Bicicletas, autos eléctricos y oficinas-hotel. El verdadero umbral del siglo XXI
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Parquímetros y franeleros: de cómo diez pesitos se convierten en tres mil millones de pesos
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Una radiografía de la desigualdad en México
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Más allá de la partícula divina
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: El acento está en las ciudades. Algunos resultados de la base de datos ECCA 2012
Suhayla Bazbaz y Eduardo Bohórquez