Resulta difícil, si no imposible, apreciar aquello que no se conoce. Alguien me relató una historia que a mi parecer evidencia cómo una de los aspectos más crueles sobre la discriminación hacia los hablantes de lenguas distintas es la negación de su existencia. El día que mi amigo acompañó a su abuelo a otro pueblo se dio cuenta de que al interactuar con sus amigos pronunciaba palabras que él no alcazaba a comprender. A pregunta expresa, el abuelo le contó que aquello se debía a que él hablaba “mexicano” con sus amigos. Fue así que, después de varios años de convivencia intensa, él por fin supo que su abuelo era uno de los últimos hablantes del náhuatl de su comunidad.
En las circunstancias actuales, es claro que, en contextos monolingües, es mucho más fácil saber de la existencia del japonés o del ruso, por nombrar lenguas lejanas geográficamente, que saber que en el Estado de México existe una lengua llamada matlatzinca. Haciendo una breve y muy informal encuesta acerca de la primera vez en la que mis amigos se dieron cuenta de que en el mundo se hablaban lenguas distintas de su lengua materna (en la mayoría de los casos español) me di cuenta de que el inglés es la primera “otra lengua” de la que se tiene conciencia. Sea por las clases que tomaban, sean por las canciones de los Beatles, los programas de televisión o algún abuelo bracero, la primera vez que se daban cuenta de que en el mundo no todos los humanos hablamos la misma lengua, lo hacían a través del inglés.
En casos de familias bilingües o multilingües la historia es distinta. Conozco a una niña que vive en una ciudad hispanohablante y que pide permiso a su mamá en italiano, le cuenta una historia a su papá en inglés y después me explica a mí su dibujo en español. Digamos que para ella lo extraño sería la existencia de un mundo prebabélico. En mi caso, además de saber de la existencia del español, sabía del zapoteco y del chinanteco por los visitantes al mercado de mi pueblo. Me pregunto sobre la conciencia acerca de la diversidad de lenguas que tienen los niños que crecen en Tlapa Guerrero, un lugar en el que se hablan, cotidianamente, náhuatl, español, mixteco y me’phaa (también conocido como tlapaneco).
Me doy cuenta de que, aún cuando en las grandes ciudades existen muchos hablantes de las distintas lenguas de México, los espacios urbanos de población hispanohablante son los que tienen menos información sobre la diversidad lingüística del país. Creo que esta situación está estrechamente relacionada con una censura sistemática, aunque invisible, que se ha ejercido sobre las lenguas de México. En los contenidos educativos, pareciera que es más importante conocer, y en muchos casos aprender de memoria, las capitales de los estados del país que conocer los nombres y la ubicación de las lenguas mexicanas. ¿Por qué la diversidad cultural y lingüística no es un eje temático importante en los contenidos educativos? Como resultado, aún encuentro frecuentemente a personas que se sorprenden de saber que el maya no solo se hablaba en la época prehispánica o de que las otras lenguas no son solo dialectos. Es sorprendente, por lo menos, que la mayoría de las personas no conozca al menos el nombre de las lengua que se hablen en su país o en su estado y la sorpresa que se llevan cuando se enteran de que en Baja California viven, mexicanos también, los últimos cinco hablantes de la lengua kiliwa. Así como durante mucho tiempo, la diversidad de las culturas indígenas del país se diluyó bajo la etiqueta “campesino” así las diversidad de lenguas se ha ocultado bajo la categoría “dialecto”.
Si no conocemos la diversidad lingüística será difícil que un día pidamos saber más de ellas y demandar espacios para aprender y disfrutar de las lenguas que se hablan en tu propio país. En la construcción de una sociedad multilingüe vencer la censura sobre las diferentes lengua es un primer paso necesario y fundamental. Esta censura nos afecta a todos, a los que hablan las lenguas censuradas y a los que viviendo en este país jamás han oído hablar de la existencia del guarijío.
¿Y tú cómo supiste que en este país se hablaban más lenguas que el español?
Primero por mi nombre (Yuani), luego por la escuela (clases de inglés), después por diccionarios (francés, italiano, etc.).
En muchos lugares es más fácil que la gente de zonas rurales acepte que es campesino antes que acepte que es indígena, pues campesino significa ser trabajador de la tierra y nada más, en cambio indígena o indio tiene otras implicaciones que causan discriminación.