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La Sra. Wallace y el lado oscuro
Blog | Palimpsestos | Antonio Santiago Juárez | 15.03.2012 | 6 Comentarios

Al igual que Anakin Skywalker, en algún punto la Sra. Wallace se pasó al lado oscuro de la fuerza.

Antes lo iba haciendo bien: lejos de hacerse justicia por su cuenta forzó a las instituciones a cumplir con su deber. Pocos hombres o mujeres como ella y sin embargo, a pesar de haber escuchado las palabras correctas, comenzó a malinterpretarlas y no conforme con el extravío, quiere llevarse consigo a los minisros de la Corte —algunos andan muy desencaminados.

Estoy de acuerdo: a los secuestradores todo el peso de la ley, pero esta significa algo distinto a lo que el gobierno del Presidente ejerce con ayuda de su Secretario de Seguridad Pública (ni Durazo tendrá una memoria tan triste).

Un Estado democrático se conoce por la situación de sus cárceles y de su derecho penal. Las nuestras están repletas de inocentes y culpables de menor cuantía y las policías son corruptas y no tienen idea del significado de la justicia. Entonces llega un Presidente que tampoco entiende de estas cosas y comienza a presionar.

¿Qué haría usted si fuera un ministerio público o un judicial aliado de la delincuencia organizada? ¿Entregarse? Lejos de eso: fabricaría culpables, justo lo que han hecho judiciales y militares; lo que con seguridad hicieron al presunto culpable, algo similar a lo que intentaron con los estudiantes del TEC acribillados y sembrados de armas. Por eso cuando activistas claman delante de Palacios de Gobierno las autoridades no los ven ni los escuchan.

No es algo nuevo. La historia está plagada de persecuciones, vendettas y encarcelamientos gratuitos. Quien tiene poder, amedrenta. Por eso las democracias optaron desde un inicio por garantías para proteger a sus ciudadanos. Nadie tendría que ser privado de sus derechos y libertades sin juicio justo y la presunción de inocencia debería ser cuidada hasta el final, para ser abandonada sólo al convencerse al juez de la absoluta culpabilidad de los acusados gracias a pruebas científicas —no testimonios comprados, trasformados de una audiencia a otra, o confesiones obtenidas tras golpizas.

En México esos derechos no funcionan y aunque con la reforma penal de 2008 el panorama es luminoso con los juicios orales, sigue siendo muy sombrío cuando legitima lo que Günther Jakobs ha llamado derecho penal del enemigo: al presunto culpable se le restringen garantías.

En su libro Prisión sin condena, Marco Lara Klahr nos muestra la historia de Lía, una joven de veintisiete años que por error —producido adrede por la autoridad— fue transformada de la noche a la mañana en traficante. Su caso, como el de muchos otros acusados de delitos que nunca cometieron, muestra una política que distingue amigos de enemigos y vulnera a estos últimos garantías fundamentales. Una de ellas es un juicio justo. ¿Puede creerse que Cassez lo tuvo?

Desde temprano la policía se ensañó y los jueces hicieron lo contrario a lo que tenían que hacer al pasar por alto a víctimas que hacen como si fueran delincuentes o muestran como cicatrices manchas de nacimiento; además de montajes televisivos, y la apariencia indudable de querer quedar bien con la audiencia de este reality encerrando a una extranjera. Por eso el abogado de la francesa subrayó todas las contradicciones como muestra de los intereses que inclinaron la balanza en su contra: se trata de un “error judicial” —no sin cierto eufemismo se denomina así a los casos juzgados bajo presión de los poderosos.

Calderón tuvo varias oportunidades de recomponer el problema en sus inicios. La Sra. Wallace también. Pero así como Anakin, dejándose llevar por su enojo, asesinó a mujeres y a niños de la gente de las arenas que había secuestrado a su madre virgen, así el Presidente y la Sra. Wallace se han olvidado de los principios, y defienden el revanchismo.

Cuando Sarkozy señaló que el caso era una afrenta a la justicia, nuestro mandatario hubiera podido intervenir para que la policía evitara presionar. No lo hizo. Debe encerrarse a los criminales, pero para ello es necesaria una policía confiable. Calderón no quiso entenderlo hace seis años y al colocar la carreta delante de los caballos se atascó. Para él es demasiado tarde, pero no para nosotros.

En mi opinión el que Cassez sea culpable o inocente es secundario. Lo fundamental es dejar bien claro que la policía no puede hacer como si no le importaran nuestras garantías, como si pudiera pasar por alto las formalidades del derecho penal que tienen como finalidad defendernos de la arbitrariedad. El caso de la francesa no es excepcional, pasa todo el tiempo y por eso resulta emblemático: nos podría suceder a todos. Si no logramos poner un alto, no habrá un futuro en que sólo debamos cuidarnos de los secuestradores pues, tanto como al día de hoy, deberemos también hacerlo de nuestros gobernantes.

6 Respuestas para “La Sra. Wallace y el lado oscuro
  1. Jorge dice:

    Pues yo tambien tuve oportunidad de conocer al hijo de la Sra. Isabel M. de Wallace y el tipo era prepotente como su madre y se creia hecho a mano, solapado por su madre, quien lo etiquetaba de empresario y era un burro la verdad. La Sra. siempre ha sido una abusiva toda la vida y no tiene buen perfil entre sus conocidos y amistades, pues ya saben del pie que cojea.

  2. Charlie dice:

    Conozco de primera mano a la familia Miranda y es una pena la forma en que la Sra. Isabel ha lucrado con la muerte de su hijo. Los que conocemos de cerca el caso desde el principio, sabemos que no es como se ha planteado en los medios. Hugo no era una perita en dulce, ni tampoco se caracterizaba por ser un “empresario” con actividades muy legítimas que dijeramos, y sus amistades, bueno, ahí están a la vista el tipo de “amistades” y mujeres que frecuentaba.

  3. Antonio Santiago dice:

    Le agradezco mucho sus comentarios José Antonio.

  4. José Antonio Martínez Bello dice:

    Y me faltó decir que la Sra wallace no tiene la más mínima vergüenza;”lucrar políticamente con la muerte de su hijo”,qué barbaridad;eso ni el güero Palma lo hizo.La Sra es peor que narcotraficante! Ya ni a quién creerle!

  5. José Antonio Martínez Bello dice:

    Estoy absolútamente de acuerdo con el articulista;si no se corrigen estos errores y abusos judiciales,que cambien el águila de nuestra bandera por una swástica,ya que poco faltará para que nos parezcamos a la Alemania nazi en sus peores momentos.esperemos que los que propician este estado de cosas pronto sean removidos
    de sus puestos,pués los mexicanos no merecemos este tipi de gobernantes,y menos esta caterva de autoridades policiacas que lo que menos les importa son los derechos fundamentales del ser human.FELICIDADES.!

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