Sunday, 24 November 2024
Artículos relacionados
Oralidad escrita o escritos orales
Blog | E'px | Yásnaya Aguilar | 09.05.2012 | 1 Comentario

Yasnaya-bio Sígueme en Twitter @yasnayae

Escribir no es transcribir. La lengua utilizada en la escritura es distinta de la lengua utilizada en la oralidad, aprender a escribir implica necesariamente aprender a utilizar otro sistema lingüístico, con un léxico particular y con estructuras especiales. La lengua utilizada en la escritura tiene prestigio, se le llama “formal”, “elegante”, “culta” pero en la realidad, las personas que escriben pocas veces utilizan en la vida cotidiana el “no obstante”, el “a saber”, el “asir”, el “en un giro inesperado…” mientras dialogan durante la comida con algunos amigos. Sería muy gracioso, por decir lo menos, utilizar la lengua propia de la escritura para argumentar las bondades de distintas marcas de detergentes. Imaginen por un momento que ante la pregunta “¿Te sirvo refresco?” alguien respondiera “Después de haber evaluado todas las alternativas que plantea tu cuestionamiento, he de decir que me decanto por el lado positivo”. Impensable. La lengua utilizada en la escritura es muy distinta de la que utilizamos en la oralidad y debe serlo, considerando que responden a necesidades y contextos distintos. No es que la lengua utilizada para la escritura sea mejor (lo cual es solo una apreciación subjetiva), es distinta; de hecho, en muchos otros sentidos, podríamos decir que la lengua oral, como sistema, es mejor, pues no responde a reglas establecidas, es más compleja y vital, más real y dinámica.

Aprender a escribir implica aprender a utilizar una lengua distinta. Aprender a escribir no significa aprender a utilizar un sistema gráfico o un determinado alfabeto, no es aprender a codificar en grafías lo que se dice en la oralidad. Ignorar este hecho tiene serias consecuencias; me parece que el hecho de que se reporten muy bajos niveles de calidad en el uso de la lengua escrita, tiene que ver en gran medida con que “enseñar” a escribir se concibe en la práctica como enseñar a transcribir. Pareciera que en el caso del español, la lengua de la escritura y la lengua de la oralidad es la misma, así que no nos preocupamos por aprender esa otra lengua, esas otras palabras, esas otras construcciones sintácticas.

La diferencia entre la lengua escrita y la lengua oral sería más clara si, por ejemplo, lo que ahora conocemos como español nunca se hubiera escrito; supongamos por un momento que la lengua para la escritura siguiera siendo el latín: un niño en París y un niño de la ciudad de México, independientemente de las lenguas que hablan, acuden a la escuela y se les enseña a leer y escribir en latín. Imaginen que toda la producción escrita, o la mayor parte de ella, en occidente se siguiera produciendo en la lengua de Virgilio. Esta situación tendría sus innegables ventajas, sería posible que estos dos niños pudieran escribirse cartas y reunirse luego en congresos en los que el latín sería la lengua para argumentar, discutir, y presentar ideas. La televisión y la radio transmitirían noticias sobre el congreso en latín para todos los países de lenguas romances. Después, cada uno de los participantes podría llamar a casa en español, en francés, en rumano o en italiano. Es más, para mucha gente, las lenguas romances serían una misma lengua con variantes particulares según el país, aunque en la realidad sean ya sistemas ininteligibles entre sí. El hecho de compartir una misma lengua para la escritura crearía la ilusión de “unidad lingüística”. Esto, que suena como algo tan fantasioso, es una realidad para muchas lenguas, por ejemplo, para las lenguas árabes. Existen sistemas lingüísticos distintos e ininteligibles entre sí, pero todos los niños aprenden el árabe clásico para la escritura, una lengua que ya nadie habla. El hecho de que el llamado árabe clásico se utilice para la escritura permite hablar de una sola lengua “árabe” aunque en la oralidad sean muchas lenguas distintas.

Aún cuando el caso del español, la distancia parece ignorarse, es un hecho de que la lengua utilizada en la escritura es distinta de la usada en la oralidad, no es gratuito que se presenten tantos problemas de comprensión lectora, no basta con hablar una lengua y conocer los valores fonéticos de las letras para entender un texto escrito.

En el caso de las indígenas en las que la escritura está siendo impulsada de nuevo (después de una interrupción obligada de una tradición escrita que para muchas de ellas ya existía), me pregunto cómo es que este proceso de diferenciación entre la lengua hablada y la lengua escrita se está llevando a cabo. Pienso en los orígenes del español escrito, ¿será que en un comienzo solo se transcribía el habla? Sin duda, en las lenguas indígenas existen diversos estilos, el estilo de la tradición oral es decididamente distinto del de la oralidad cotidiana, seguro que el discurso ritual es diferente del utilizado para hablar de las últimas travesuras del nieto más pequeño. ¿Será que el estilo de la tradición oral sea el utilizado para la escritura? Tal vez el proceso sea distinto y poco a poco el otomí escrito adquiera una vida idependiente.

¿Es mejor la lengua escrita que la lengua hablada? No lo creo, son distintas, a veces no tanto, a veces muchísimo. Lo que creo es que, por un lado, nadie debería ser discriminado por la manera en la que habla al mismo tiempo que todos deberíamos tener garantizado el derecho de aprender la lengua escrita. Poder hablar el ayuujk sin posibilidad de discriminación y poder aprender el estilo utilizado en los discursos rituales; poder hablar el español como en Tepito y escribir como Julio Cortázar: eso es lo que a mí me gustaría.

Una respuesta para “Oralidad escrita o escritos orales
  1. Paula Colín dice:

    Pues sí, tienes razón, no es mejor una que otra, son diferentes, como diferentes son los procesos de cada una, la lengua hablada es espontánea, fresca, ¿emocional?, y ahí radica su riqueza, mientras que la escrita tiene el “rigor” que le marca el “pensar” lo que se va a exponer, el buscar decir “bien” lo que se quiere comunicar, y ahí radica también su riqueza. Pues hablemos y escribamos, lo importante al final de cuentas es darle rienda suelta a la expresión.

Dejar un comentario



Josef K. habla mixteco
En El proceso, de Franz Kafka, se narra la historia de Josef K. un oficinista arrestado, acusado y condenado por un crimen del que no se entera nunca. La narración está construida de tal manera que el protagonista tiene que enfrentar un juicio que no entiende, no entiende de qué se le acusa, no entiende […]
¿Por qué y qué traducir a lenguas indígenas?
Waldo Villalobos, nuestro profesor en el taller de traducción literaria en el que nos encontrábamos hablantes de zapoteco, mixe y mixteco, nos dijo: “La lengua a la que más se traduce actualmente es el inglés”. Esta afirmación tiene varias implicaciones, el estatus social y político del inglés parece estar directamente relacionado con el hecho de […]
¿Para qué publicar libros en lenguas indígenas si nadie los lee?
Es lamentable que una de las principales descalificaciones que sufren las publicaciones que se realizan en lenguas mexicanas distintas del español se base en la falta de lectores potenciales. Hace unos días leía una columna que descalificaba la publicación de un material de divulgación sobre nanociencia y nanotecnología en lenguas como el mixteco y el […]
¿Oralidad y tradición oral?
La oralidad y la tradición oral no son términos equivalentes. La oralidad es una propiedad de todas las lenguas del mundo: todas las lenguas utilizan un medio vocal-auditivo para establecer la comunicación. Todas las interacciones lingüísticas de una lengua, por ejemplo, del mixe o del español se dan por medio de la oralidad: todas las […]
Caminos lingüísticos de ida y de regreso:
Novelas en maya, libanas en español
Escribir novelas en mixe, obras de teatro en tepehua, poemas en tepehuano son rutas posibles en el campo de los encuentros interculturales, posibilita experimentar lenguas en los géneros literarios de otra tradición cultural. Más allá de los gustos personales estoy a favor y me interesa el resultado de estos encuentros, las implicaciones que acarrea, las […]
Más leídos
Más comentados
Los grandes problemas actuales de México (153.181)
...

La economía mexicana del siglo xx: entre milagros y crisis (65.946)
...

Con toda la barba (48.080)
...

¿Por qué es un problema la lectura? (30.540)
Desarrollar el gusto por la lectura no es cuestión meramente de voluntad individual. El interés por los libros aparece sólo en ciertas circunstancias.

La distribución del ingreso en México (26.637)
...

Presunto culpable: ¿Por qué nuestro sistema de justicia condena inocentes de forma rutinaria?
Bas­tan­te han es­cri­to y di­cho ter­ce­ros so­bre Pre­sun­to cul­pa­ble....

Los grandes problemas actuales de México
Se dice que el país está sobrediagnosticado, pero en plenas campañas y ante...

I7P5N: la fórmula
Homenaje al ipn con motivo de su 75 aniversario, este ensayo es también una...

China – EUA. ¿Nuevo escenario bipolar?
No hace mucho que regresé de viaje del continente asiático, con el propósito...

La sofocracia y la política científica
Con el cambio de Gobierno, se han escuchado voces que proponen la creación...

1
Foro de Indicadores
Debates que concluyen antes de iniciarse
El proceso legislativo reciente y sus números

Eduardo Bohórquez y Javier Berain

Factofilia: Programas sociales y pobreza, ¿existe relación?
Eduardo Bohórquez y Paola Palacios

Migración de México a Estados Unidos, ¿un éxodo en reversa?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Donar no es deducir, donar es invertir. Las donaciones en el marco de la reforma fiscal
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Impuestos, gasto público y confianza, ¿una relación improbable?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Los titanes mundiales del petróleo y el gas
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La pobreza en perspectiva histórica ¿Veinte años no son nada?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La firme marcha de la desigualdad
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia. 2015: hacia una nueva agenda global de desarrollo
Roberto Castellanos y Eduardo Bohórquez

¿Qué medimos en la lucha contra el hambre?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Bicicletas, autos eléctricos y oficinas-hotel. El verdadero umbral del siglo XXI
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Parquímetros y franeleros: de cómo diez pesitos se convierten en tres mil millones de pesos
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Una radiografía de la desigualdad en México
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Más allá de la partícula divina
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: El acento está en las ciudades. Algunos resultados de la base de datos ECCA 2012
Suhayla Bazbaz y Eduardo Bohórquez