Pocos países del mundo han derrumbado tantas barreras comerciales como México pero, ¿dónde está el desarrollo interno acelerado que esta liberalización debía traer consigo? Al parecer, nos hemos enfocado demasiado en cuánto importar y exportar y menos en cómo hacerlo.
Si alguien quisiera estudiar el desenvolvimiento de la economía mundial desde de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días, sin duda encontraría una diferencia muy marcada entre los factores de crecimiento de 1945 a los primeros años de los ochenta, y los del periodo posterior. Después de la década de los ochenta del siglo pasado, el proceso de globalización económica se intensifica, impulsado primordialmente por una creciente liberalización del comercio y la inversión alrededor del mundo. Para muchos economistas, esa liberalización es el símbolo más representativo del quehacer económico de los últimos 30 años, y constituye un periodo que será recordado en las décadas por venir, pues ha modificado la relación y la dependencia económicas entre países cómo nunca antes en la historia moderna.
El proceso de globalización y liberalización del comercio y la inversión no pasó inadvertido en México. Todo lo contrario, ha marcado de manera decisiva nuestra política económica desde 1985. Son ejemplos de ello la entrada de México al gatt en 1985 y la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA, por sus siglas en inglés) en 1994, así como la entrada del país a organismos multilaterales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC). Desde la firma del nafta, además, México ha suscrito otros 12 tratados de libre comercio, con lo que alcanza el estatus de socio comercial de más de 40 países, una de las redes más amplias del mundo. Asimismo, ha impulsado políticas sucesivas de liberalización con la reducción de aranceles y la eliminación de barreras no arancelarias. El resultado ha sido un significativo incremento del comercio y de la inversión extranjera directa (IED). En 2011, el comercio internacional de México alcanzó la cifra histórica de 700.4 miles de millones de dólares, 6.9 veces mayor a la de 1993.1 De acuerdo con cifras oficiales, en 2011 México ocupó el lugar 16 en el comercio mundial y el primero en América Latina.2 Además, lo “hecho en México” ocupa el tercer lugar mundial en las compras de Estados Unidos (solo por abajo de China y Canadá) y el primero en ciertos sectores, como el automotriz (autopartes y vehículos) y parte del electrónico (televisores y electrodomésticos).
A pesar de estas cifras, los efectos de la apertura comercial y la llegada de capital extranjero, pilares de la política económica del país, han sido ampliamente debatidos. Las cifras del producto interno bruto (PIB) indican que este camino de liberalización comercial e inversión ha multiplicado las cifras de comercio e ied pero no ha generado el crecimiento económico esperado. En términos reales, el PIB de México ha crecido a una tasa de alrededor de 2.5% anual desde 1995. Esta cifra es menor a las tasas de crecimiento del PIB en otros periodos de la historia económica del país, y es también menor al crecimiento de otras economías cuya política económica ha girado en torno a la apertura comercial y los flujos de inversión extranjera.3 De acuerdo con otros indicadores, como el pib por persona empleada, el crecimiento en México ha sido de tan solo 0.4% anual desde 1985.4
Además, la economía mexicana, a pesar de tener grandes ventajas por su ubicación geográfica y sus recursos, no ha logrado dar un brinco espectacular, como sí ocurrió con otras economías apoyadas en la liberalización comercial y la inversión, y que hoy son casos muy citados de convergencia económica, como Corea del Sur, Singapur, Taiwán y China.5
El crecimiento tan espectacular en los flujos de comercio del país tampoco ha llevado a México a los niveles de bienestar social y desarrollo humano que quisiéramos. Si analizamos la lista de los 20 países más grandes del mundo en términos de comercio, todos ─con excepción de México, China, Rusia y Arabia Saudita─ tienen niveles de bienestar y desarrollo humano considerados entre los más altos en el mundo. México ocupa el lugar 57 en el índice de desarrollo humano de la onu; si bien se considera alto, este desarrollo no ha ido a la par del crecimiento de las cifras comerciales del país. Ocurre algo similar respecto al nivel de pobreza, donde México está muy rezagado respecto a la mayoría de esos 20 países. En productividad y competitividad tampoco vemos un avance espectacular: hay rezagos en innovación y en el papel que juegan la ciencia y la tecnología en el desarrollo económico del país. La productividad en particular ha estado estancada.
Por ello, después de casi 30 años de la entrada de México al GATT, y en plena transición sexenal, es relevante hacer un examen de lo que la apertura y la globalización han traído al país y preguntarse por qué la economía no ha crecido como se esperaba. Considerando el curso actual de la globalización y el desarrollo económico, es vital para México entender con claridad cómo comercia. Si la bandera de la apertura ha sido fundamental en nuestro éxito como comerciantes, debemos comprender mejor qué hay detrás de nuestras cifras —principalmente en lo relacionado con las exportaciones— y de la participación de nuestras empresas en el comercio exterior.
A mediados de 2011, la OMC y el Instituto de Economías en Desarrollo de la Agencia Japonesa para la Promoción del Comercio (IDE-Jetro, por sus siglas en inglés) sacaron a la luz un estudio: Patrones de comercio y cadenas de valor global en Asia del este: Del comercio de bienes al comercio de tareas.6 En él se detalla la importancia de hacer una revisión de las cifras de comercio en todas las economías, pues hay problemas de sobrestimación que se deben al cambio radical que han sufrido los patrones de producción con la globalización. La cadena de producción de muchos bienes finales se ha repartido entre países y regiones, y el concepto de “hecho en”, que ha perdido vigencia, cambia por el de “hecho en el mundo”.7 Por ejemplo, cuando un bien final es exportado, su valor total se atribuye al país que lo ensambló, pero no se considera el valor que hay en su interior —en las piezas importadas—, lo que se traduce en una sobrestimación de las exportaciones.
Para México, este fenómeno de sobrestimación es relevante pues nuestra economía ensambla muchos bienes finales a partir de insumos importados; hace esto en los principales sectores de exportación, por ejemplo el automotriz, el de electrónicos y el aeroespacial.8 A la fecha, no hay una idea clara del tamaño de la sobrestimación ni de la diferencia entre las cifras de comercio mexicanas y lo que en realidad aporta el país a los bienes producidos y exportados. Una manera de saberlo sería atender la recomendación de la omc de calcular los flujos de comercio netos como indicador de las exportaciones (descontando las importaciones). Así, podríamos conocer el valor que el país agrega a los productos que exporta, y cómo el comercio agrega valor a la economía. Se tendría una idea más real de cuál es el lugar que ocupa México como exportador.
Tampoco conocemos bien la distribución de las exportaciones mexicanas en términos del número y el tamaño de las empresas que las realizan. Sabemos qué sectores son los más relevantes, pero no la concentración por número de empresas. Se piensa que las exportaciones están concentradas en pocas empresas, la mayoría en las grandes firmas mexicanas o multinacionales, pero no hay datos exactos. Sabemos que las pequeñas y medianas empresas (Pymes) están poco ligadas al comercio exterior pues no tienen el tamaño ni la competitividad —lo que en sí es grave—, pero falta informaicón precisa. Si consideramos que las Pymes generan alrededor de 72% del empleo en el país y 50% del PIB, resulta preocupante no saber qué participación tienen en el comercio. Este problema no es exclusivo de México: es aun mayor en otras partes del mundo. Sin embargo, es importante conocer su dimensión para impulsar la participación de las Pymes en las exportaciones y su competitividad. La liberalización ha forzado a muchas de estas empresas a competir con las importaciones, pero sin beneficiarse del acceso a otros mercados. En las empresas ligadas al comercio exterior los salarios pueden ser mayores, por lo que un porcentaje importante de los trabajadores tampoco se ha beneficiado con la apertura.
Asimismo, es importante conocer el papel de las empresas multinacionales en las exportaciones mexicanas, y cuál es su contribución al comercio del país. La participación de las empresas multinacionales en el comercio de un país es un fenómeno propio de globalización. Pero conocer el grado de esa participación es útil para medir qué parte de la oferta exportable del país está en empresas mexicanas, y así poder ayudarlas a ser más competitivas, o a desarrollar sectores, generar oportunidades e impulsar la innovación. Los principales sectores de exportación de manufacturas están dominados por empresas extranjeras localizadas en el país.
La creación de empresas nacionales ha sido una prioridad para muchas economías que han seguido el camino de la apertura. Tal es el caso de Corea del Sur, China, Taiwán, Singapur y, antes, Japón. En China, particularmente, el Gobierno ha puesto sus mayores esfuerzos en la formación de empresas chinas que puedan competir con las grandes multinacionales, dentro y fuera de las fronteras nacionales. Gracias a estas políticas, la transferencia de tecnología y conocimientos, la innovación y la productividad se han incrementado de manera importante en algunos sectores (trenes de alta velocidad y energías renovables, por ejemplo). Uno de los incentivos de atraer inversión extranjera, además de la creación de fuentes de trabajo, es la transferencia de tecnología y conocimiento a la industria nacional. Si después de 25 años un porcentaje importante de nuestro comercio depende de las empresas multinacionales, entonces la transferencia de tecnología y conocimiento no ha sido relevante.
Por último, México tiene muchos tratados, pero el comercio con Estados Unidos sigue predominando (80% del comercio total). En el sector exportador mexicano participan de manera importante empresas multinacionales cuya meta es satisfacer el mercado norteamericano. Esta concentración provoca que la economía mexicana dependa mucho de las condiciones económicas de Estados Unidos y sea muy vulnerable a cambios negativos en la economía de ese país, como sucedió en 2009, cuando nuestro PIB se contrajo cerca de 6.5%, la peor caída entre los países en vías de desarrollo. Lo anterior también indica que la competitividad de México recae en su ubicación geográfica y en los costos laborales, y no en la innovación y la productividad.
La escasa presencia del país en el mercado asiático —cuyo crecimiento está muy por encima del de cualquier otra zona económica del mundo— es significativa. Ha existido un crecimiento en los últimos años, principalmente en las exportaciones a China y Japón. Sin embargo, podrían buscarse más oportunidades. Nuevamente, la causa podría estar en el perfil de la oferta exportable de las empresas mexicanas —sin contar las multinacionales, que satisfacen primordialmente el mercado estadounidense.
Saber más sobre nuestro comercio será de gran ayuda para prepararnos mejor y medir la verdadera contribución de la apertura del país, iniciada hace casi 25 años. El mundo es cada vez más competitivo, y no sería grato darnos cuenta de que México se ha convertido en una plataforma de producción para otros, y no para nuestras propias empresas.
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1 Con cifras del Banco de México.
2 Cifras de la OMC. México comercia con el mundo 1.4 veces lo que Brasil, segundo lugar en América Latina, y 1.1 veces lo que Argentina, Colombia, Perú, Venezuela y Chile juntos. Lo anterior es significativo porque estos son los cinco países latinoamericanos más relevantes en el comercio mundial después de México y Brasil. Las exportaciones mexicanas, además, son superiores a las de economías desarrolladas como España, Australia, Suiza y Austria.
3 China e India; algunos países del sudeste asiático como Tailandia, Malasia e Indonesia, y Costa Rica y Chile en América Latina, son ejemplos de economías que han crecido a tasas mayores que México en los últimos 30 años. Brasil, cuyo nivel de apertura es menor, también ha crecido más rápido que México en este periodo. Es cierto que el menor PIB de algunas de estas economías respecto al de México hace que su crecimiento pueda ser más grande en términos porcentuales, al partir de un menor valor. Sin embargo, es significativo que han alcanzado mejores resultados económicos, y algunas de estas economías han cerrado la brecha o superado a México en términos del pib per cápita. En 2000, por ejemplo, el pib per cápita de México (en dólares) fue 1.3 veces el de Chile, 1.2 veces el de Brasil y 7.2 veces el de China. En 2011, el PIB per cápita de México representó solo 70 y 80% del pib de Chile y Brasil, respectivamente, y 1.8 veces el de China.
4 La relación entre nivel de comercio y crecimiento económico ha sido estudiada por muchos economistas, quienes se han preguntado si hay suficiente evidencia empírica para demostrar que existe una relación positiva. La mayoría sostiene que sí la hay. México es un caso muy citado y singular en este debate entre crecimiento y globalización, porque su nivel de éxito comercial no corresponde al crecimiento relativamente bajo de su PIB. T. J. Kehoe y Kim J. Ruhl, Why Have Economic Reforms in Mexico Not Generated Growth?, The Federal Reserve Bank of Minneapolis, 2010.
5 Después de ser consideradas pobres, estas economías se encuentran hoy, con excepción de China, en el escalafón de economías ricas, en gran parte gracias a un modelo de desarrollo enfocado en el comercio, principalmente a la exportación de manufacturas. No ha sido este el caso de México, a pesar de que hoy cerca de 60% de nuestro PIB se explica por el comercio.
6 “Trade Patterns and Global Value Chains in East Asia: From Trade in Goods to Trade in Tasks”, OMC/IDE-Jetro, junio de 2011.
7 El fenómeno se conoce como integración en cadenas de producción global. Los países han tendido a concentrarse en procesos de producción donde tienen ventajas comparativas. Este fenómeno ha sido impulsado en parte por las propias empresas trasnacionales, que desagregan su producción para disminuir costos. Para la OMC, los países se han concentrado en el comercio de tareas más que de bienes, y esto afecta la forma como se debería contabilizar el comercio. El incremento en la firma de tratados comerciales bilaterales y regionales en los últimos 15 años y el aumento de la eficiencia en transportación y logística mundial también han hecho que proliferen las cadenas globales de producción.
8 Es cierto que estos bienes deben de cumplir con las reglas de origen y componente nacional, pero aún así hay insumos importados en su interior.
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SERGIO SAN SEBASTIÁN es licenciado en economía por el ITAM. Actualmente cursa la maestría en Negocios Internacionales y Asia en la Universidad Nacional Chengchi, en Taiwan. Le interesan la creciente economía asiática, la poesía y el arte objeto.