Saturday, 23 November 2024
Artículos relacionados
Ocios y letras: Don Ernesto de la Peña, el misterio de la poesía
Cultura | Este País | Galaxia Gutenberg | Ocios Y Letras | Miguel Ángel Castro | 01.11.2012 | 1 Comentario

Si efectivamente el estar en el terreno de los justos, de los premiados, en el más allá, según las doctrinas que le inculcaron a uno, fuera verdad, sería un mundo positivamente muy aburrido, por eso se dice muy comúnmente en México, yo prefiero el infierno porque ahí están las muchachas malas, ahí está la borrachera, ahí está todo lo que nos divierte pero, por desgracia, pues la eternidad parece que no se da en la naturaleza, no se da siquiera en el cosmos físico, entonces pues todo está condenado a desaparecer.

Ernesto de la Peña

El pasado 6 de septiembre fue distinguido con el XXVI Premio Internacional Menéndez Pelayo 2012, y cuatro días después falleció uno de los pocos sabios mexicanos que han llegado a la segunda década del caótico siglo XXI. Don Ernesto de la Peña se fue pero no se ha separado de nosotros. Su Obra reunida, editada en tres volúmenes por el Fondo de Cultura Económica en 2007, conserva la profundidad de su palabra, y su voz serena y reposada se puede escuchar en los programas “Testimonio y celebración”, “Música para Dios” y “Al hilo del tiempo” que grabó en el Instituto Mexicano de la Radio, y por los cuales recibió en el 2009 el Premio Nacional de Periodismo José Pagés Llergo, en su modalidad de publicación o programa cultural por radio. Vale recordar que también ganó el Premio Xavier Villaurrutia en 1988 por su libro Las estratagemas de Dios; que en el 2003 recibió el Premio Nacional de las Ciencias y Artes, en el área de Literatura y Lingüística, y en el 2007 la Medalla de Oro que otorga Bellas Artes; que en el 2008 le fue concedido el Premio Alfonso Reyes y que este año obtuvo de la Embajada de Austria en nuestro país la Medalla Mozart.

La generosidad intelectual de don Ernesto era proverbial, regalaba sus conocimientos porque estaba convencido de que así adquiría mayor sentido el haberlos acumulado. Su interés por conocer todo lo que le rodeaba, el ser curioso, como él confesó en varias ocasiones, lo condujo desde muy temprana edad a los estantes de la biblioteca de su tío Francisco Carlos Canale, “helenista profundo y médico de diagnóstico impar”, que, por cierto, fue el tercer tesorero que tuvo la Academia Mexicana de la Lengua y ocupante de la silla VIII, de 1915 a 1934. Otro ilustre antepasado de don Ernesto, que se distinguió en la casa mexicana de la lengua española, fue su bisabuelo Rafael Ángel de la Peña, autor de una importante Gramática teórica y práctica de la lengua castellana publicada a fines del siglo XIX, y que se sentó en la silla VI de 1875 a 1906. A ella estaba destinado don Ernesto pues en 1993 se convirtió en su sexto ocupante.

En una entrevista que le hizo la periodista Silvina Espinosa de los Monteros, con motivo del premio otorgado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Cantabria, don Ernesto declaró que “el lenguaje es la invención más portentosa del hombre”, nueva ratificación de su vocación por la palabra. Para recordar la inteligencia de nuestro humanista me referiré someramente a su discurso de ingreso a la corporación académica, leído el 18 de junio de 1993 y respondido por Manuel Alcalá.

“La obscuridad lírica” es el título del ensayo en cuyos primeros párrafos don Ernesto recuerda a los miembros de su familia materna Francisco Carlos, Eleazar y Margarita Canale; hace elogio de sus compañeros de juventud y colegas José Luis Martínez, Manuel Alcalá y Guido Gómez de Silva; y rememora a Salvador Azuela, su antecesor en el sitial académico.

Con la modestia que no podía evitar aunque se lo propusiera, porque don Ernesto era modelo de elegancia y refinamiento, señala los alcances de su reflexión sobre el lenguaje poético y se sirve de una cita de Roman Jakobson para entrar en materia: “La poesía nos protege contra la automatización, contra la herrumbre que amenaza a nuestra fórmula del amor y del odio, de la revuelta y de la reconciliación, de la fe y de la negación”. Interesado más en “divagar por el huerto cerrado de la poesía”, considera la dificultad que se ha establecido entre el razonamiento lógico y la emoción lírica: “Si intentar definir el lenguaje poético parece empresa descompasada, si no irritante, repetir ese conato frustráneo con la lírica, y en especial con aquella que puede calificarse de críptica, es completamente absurdo. No solo: sería torpeza grave, porque los elementos de lo real, al igual que los ingredientes de lo vivencial, no tienen, por definición, definición. ¿Podríamos describir, siquiera, la electricidad o el magnetismo o, todavía más cercanos, mi sillón favorito, mi preferencia por el tabaco entrefuerte o mis suposiciones acerca de cuál es la mirada más promisoria de una mujer?”.

Convence la apreciación que don Ernesto hace del silencio en la poesía: “Y al decir que la poesía guarda este peculiar silencio, aludo exclusivamente al hecho de que ciertas expresiones del idioma cotidiano, ciertas palabras nuestras, se han escapado de sus alvéolos habituales y han venido a este lugar indefinible a convivir con sus congéneres, que también se han apartado del sentido que comúnmente tienen, para habitar su residencia duradera, que les confirió un poema, un momento de la lengua en que todo su espesor y su hondura pudieron enunciar, o trasmitir, o aludir a la totalidad del poeta, que es testificar, imprimir en el fluir del tiempo, la totalidad del hombre”.

La palabra poética alcanza el momento de la revelación, de la epifanía, sale de su cauce cotidiano para elevarse, de modo que para explicar este valor de la poesía en Occidente, don Ernesto repasa la tradición judeocristiana y la grecolatina, que nos condujeron a la sacralización de lo verbal. Tras el análisis de claves de la poesía mística y de las visitas a las costas de la poesía de Rilke, Huidobro y Vallejo, observa cómo el lenguaje poético trasciende el sistema general y la ejecución individual, y concluye así su discurso, con una emoción digna de un final poético: “[…] la lengua y el habla, pese a su distancia y sus exigencias específicas, se dan la mano en ciertos momentos imprevisibles y crean una realidad diferente, inaccesible para la mayoría, difícil para los entendidos e irrepetible por definición. Estos momentos de tan exigua contextura y aparición tan reacia confieren al lenguaje común un correlato que me atrevería a llamar sobrehumano y que tiene vinculación soterrada con la oración, el delirio de los sentidos, la visión profética y la sílaba iterativa del encantamiento. Siempre cegadores, tienen la virtud de pasar inadvertidos para muchos, pero el ardimiento que los calcina sin menoscabarlos quema sin dejar huella y de su propio fuego sigue viviendo”.

El 21 de noviembre de 1927 nació don Ernesto, damos aquí y ahora modesto testimonio y celebración sincera a su persona y su legado en Este País por su 85 aniversario e invitamos a los amables lectores, a sus radioescuchas y confidentes a conversar con él, escuchando sus programas radiofónicos disponibles en el sitio electrónico del IMER en su sección de Radio México Internacional; o a disfrutar su erudición perpetuada en el disco “Homenaje sonoro” que le dedicó esa institución, una de su privilegiadas casas; o a seguir la amena entrevista que le hizo Cristina Pacheco el pasado 24 de febrero en su programa de Canal Once; y si el afecto es profundo entonces están las páginas de sus libros para interpretar lo que fue la literatura para don Ernesto: “Y es que para él —afirma Ignacio Padilla— cada libro, cada página y cada línea son parte de un diario de fatigas, la bitácora de un recorrido vital por el asombro que le provocan así los libros como las cosas”.

Una respuesta para “Ocios y letras: Don Ernesto de la Peña, el misterio de la poesía
  1. María Luisa Tavernier dice:

    Acabo de leer el artículo que dedican a mi esposo Ernesto de la Peña. Apenas lo descubrí. Me sorprende gratamente que hayan recordado su discurso de ingreso a la Academia al que llamó La oscuridad lírica. Para Ernesto la poesía era la manifestación más importante de la expresión humana. Me habría gustado que hubieran enriquecido el artículo insertando alguna de sus poesías de Palabras para el desencruento. Y también que le antepusiern el don, lo grandes no necesitan esa formalidad, simplemte Ernesto. Gracias

Dejar un comentario



La historia de las palabras en la RAE
Cronopio, la camaradería de Julio Cortázar
Este texto estará disponible en el transcurso del mes. Por favor, visite el sumario general o el sumario del suplemento de Cultura regularmente. Los títulos subrayados indican que el artículo completo ya está disponible. Suscríbase a Este País y reciba la versión impresa cada mes a la puerta de su casa o cómprela con su […]
Novedades de la edición 2014 del DRAE: precuela, dron y bótox
La Real Academia Española (RAE) ha anunciado que la vigesimotercera edición del Diccionario de la lengua española, conocido como DRAE (acrónimo de Diccionario de la Real Academia), se publicará el próximo 21 de octubre en todos los países hispanohablantes del mundo. Conviene insistir en que, a pesar de parecer producto de la añeja institución (el año […]
Puto en fuera de lugar
Hay remedios que dañan más que las enfermedades. Así lo consideró el caricaturista Paco Calderón en su cartón dominical Jugador N° 12 (Reforma, 22 de junio de 2014), que aborda el asunto de la llamada de atención que hizo la FIFA a los directivos mexicanos del futbol, porque nuestros compatriotas gritaban a todo pulmón la palabra […]
Un ojo siempre abierto
Eduardo Mosches, El ojo histórico, Universidad Veracruzana,  México, 2014. Pensad que esto ha sucedido: Os encomiendo estas palabras. Primo Levi En una de sus novelas más famosas, 1984, George Orwell imaginó una presencia inquietante, un ojo siempre abierto que prolongaba hasta lo inconcebible el viejo mito griego de Argos Panoptes. Su esencia misma, una curiosa […]
Tirar la piedra
Víctor Cabrera, Guijarros, La Dïéresis, México, 2014. Hace más o menos diez años leí por primera vez unos poemas de Víctor Cabrera incluidos en la antología Un orbe más ancho. Los textos, pertenecientes al hasta ahora inédito El libro de la arena, resonaron estentóreos para mí desde entonces. Ha pasado, pues, una década de escritura, […]
Más leídos
Más comentados
Los grandes problemas actuales de México (153.161)
...

La economía mexicana del siglo xx: entre milagros y crisis (65.929)
...

Con toda la barba (48.034)
...

¿Por qué es un problema la lectura? (30.529)
Desarrollar el gusto por la lectura no es cuestión meramente de voluntad individual. El interés por los libros aparece sólo en ciertas circunstancias.

La distribución del ingreso en México (26.629)
...

Presunto culpable: ¿Por qué nuestro sistema de justicia condena inocentes de forma rutinaria?
Bas­tan­te han es­cri­to y di­cho ter­ce­ros so­bre Pre­sun­to cul­pa­ble....

Los grandes problemas actuales de México
Se dice que el país está sobrediagnosticado, pero en plenas campañas y ante...

I7P5N: la fórmula
Homenaje al ipn con motivo de su 75 aniversario, este ensayo es también una...

China – EUA. ¿Nuevo escenario bipolar?
No hace mucho que regresé de viaje del continente asiático, con el propósito...

La sofocracia y la política científica
Con el cambio de Gobierno, se han escuchado voces que proponen la creación...

1
Foro de Indicadores
Debates que concluyen antes de iniciarse
El proceso legislativo reciente y sus números

Eduardo Bohórquez y Javier Berain

Factofilia: Programas sociales y pobreza, ¿existe relación?
Eduardo Bohórquez y Paola Palacios

Migración de México a Estados Unidos, ¿un éxodo en reversa?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Donar no es deducir, donar es invertir. Las donaciones en el marco de la reforma fiscal
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Impuestos, gasto público y confianza, ¿una relación improbable?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Los titanes mundiales del petróleo y el gas
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La pobreza en perspectiva histórica ¿Veinte años no son nada?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La firme marcha de la desigualdad
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia. 2015: hacia una nueva agenda global de desarrollo
Roberto Castellanos y Eduardo Bohórquez

¿Qué medimos en la lucha contra el hambre?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Bicicletas, autos eléctricos y oficinas-hotel. El verdadero umbral del siglo XXI
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Parquímetros y franeleros: de cómo diez pesitos se convierten en tres mil millones de pesos
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Una radiografía de la desigualdad en México
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Más allá de la partícula divina
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: El acento está en las ciudades. Algunos resultados de la base de datos ECCA 2012
Suhayla Bazbaz y Eduardo Bohórquez