Convicción
Para poder gritar
hay que saber callar.
Guardar silencio
durante muchos años.
Sedimentar la rabia,
hacer que la impotencia
anide entre las tripas.
Después
subir al campanario
y competir
con el bronce
de un tañido
Lejano
De dos siglos. ~
***
Invitación
¿Y tú
cuándo subirás
al campanario oriental
para lanzar el grito?
Para quitarte el cepo
el yugo
los grilletes
Para alzarte
en armas
contra ti
Contra toda memoria
de ti mismo
que te obliga y te ata
que te encierra y asfixia
que te atenaza
el cuello
¿Cuándo tocarás
la campana
de tus pasiones y glorias
de tus delirios y abismos?
¿Cuándo vendrá
el tiempo
de armar la artillería
y emboscar
al enemigo?
¿O eres tú mismo
tu adversario? ~
***
Alucinación
Se llama Dolores
la morena
del pantalón acampanado
que entra al bar
Largo el cabello
rizadas las pestañas
con la boca roja
pinta
el caballito
de tequila
Lo beberá de Hidalgo
y en sus tobillos
sonará la campana
de mezclilla
Para después lanzar un guaco
de ebriedad
o de lujuria
Un grito de contento
al tomarse de golpe
el ruidoso licor
Y allende su cintura
el galopar
de unas bragas
encendidas de blanco
olorosas a crin
Acampanada mulata
que bebe hasta las heces
cada copa de agave
Y a cada Hidalgo
que le piden
sonriendo
los amigos
del bar
suena una campana
silenciosamente dulce
entre sus piernas negras. ~
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SERGIO BRICEÑO GONZÁLEZ (Colima, 1970) es autor de varios libros de poesía, entre los que se encuentran Ella es Dios, La hembra humana y Trance. Tradujo para la UNAM La bruma y otros elementos, de Oskar Milosz, y reunió poemas de mujeres colimenses en el volumen titulado Ala rosa. Recibió el Premio Internacional de Poesía Salvador Díaz Mirón, el Balbino Dávalos y el Agustín Santacruz. Su obra ha sido traducida al francés y al lituano.