Suponiendo que Andrés Manuel López Obrador no logre alcanzar y rebasar a sus dos adversarios en la elección presidencial, las teorías sobre porque la campaña de la izquierda volvió a quedar corta empezarán a fluir a partir del 2 de julio. Un nuevo artículo en El Cotidiano de Dag Mossige, un investigador noruego de Davidson College y experto sobre la izquierda mexicana, ofrece un resumen comprensivo de todas las divisiones y defectos en la izquierda mexicana, y su escrito serviría para recordar el fondo de los porques del probable fracaso.
Uno de los factores limitantes, que no debería sorprenderle a nadie que en su vida ha leído más que dos notas periodísticas sobre el PRD, es la multiplicidad de corrientes —desde la Izquierda Democrática Nacional y la Izquierda Social hasta la Nueva Izquierda y la Alternativa Democrática Nacional— que en muchos casos se enfrentan con un vigor mucho mayor que el que demuestran enfrentándose con otros partidos. Gracias a las brechas enormes entre ellas, cada elección interna del partido se convierte en un pleito mayor, con un sinfín de acusaciones de cochinero.
Más allá que las corrientes —o más bien una causa principal de ellas— el problema fundamental que apunta Mossige es que hay dos conceptos contrarios sobre la función del PRD que generan conflictos irremediables. Es decir, por un lado, son los que quieren que el PRD funcione como cualquier partido normal, aceptando las derrotas y buscando victorias como puedan, aunque sean incompletas. Y por el otro, muchos miembros de la izquierda mexicana ven al PRD no como un partido político, sino como un movimiento social, y acepta solamente la victoria total de su visión. Este grupo «no sólo cuestiona si el PRD debe ser un partido tradicional como los demás, sino que también activamente se opone a su conversión hacia un partido autónomo y consolidado.»
Los políticos entrevistados por Mossige demuestran de sobra que este segundo grupo prefiere las acciones extremas, aunque provoquen un rechazo mayor para el partido, que triunfos parciales o las derrotas mitigadas. Según le comentó un dirigente del partido en el DF: “¿Nos vamos a poner con la derecha a hacer reformitas y reformas parciales a diferentes cosas? Nosotros dijimos, no vamos a hacer eso, no vamos a entrarle a discutir lo que quieran discutir y a aprobar lo que quieran aprobar de manera parcial…”
Más preocupante aún es la siguiente opinión de un diputado federal:
“…aquí han llegado a decirnos los diputados que tenemos que portarnos bien, la gente está harta de que andemos tomando tribuna, que andemos haciendo desmadres. Yo les digo, no, a ver… de a poco, qué fue lo que le reconocieron a Andrés Manuel ¿que negociaba, que se portaba bien, que se ponía de acuerdo? Lo que la gente reconocía en Andrés Manuel, además de trabajo y destinar recursos a la gente pobre fue que peleaba, había un fallo injusto y no lo reconocía y lo enfrentaba y se movilizaba. Eso es lo que la gente reconoció en Andrés Manuel, no el andar acá en la foto tomando cafecito en los restaurantes de lujo para ver cómo se reparten el presupuesto.”
Hay varios problemas con este tipo de discurso. Uno es que el diputado anónimo habla con admiración evidente sobre el reconocimiento de López Obrador, pero se le olvida que entre más duro se ha portado, más han crecido las opiniones negativas hacia al tabasqueño, cosa que ha imposibilitado su elección este julio. Si bien hay un sector del electorado al cual le gustan las tácticas de López Obrador, este es una minoría. Y aunque hablen con menosprecio sobre aprobar “reformitas” y “repartir el presupuesto”, estas son funciones básicas e indispensables de una democracia.
Es decir, no puedes ganar elecciones pensando así, y al haberlas perdido, no puedes ser una oposición constructiva y democrática, lo cual genera aún más problemas en ganar elecciones. Es precisamente por eso que el PRD está por sumar su cuarta derrota consecutiva en elecciones presidenciales.
El artículo de Mossige deja en claro que el problema del PRD no es uno de ideología, o por lo menos no principalmente. Eso lo distingue de otros partidos de la izquierda que simplemente han tenido que moderar su oferta hacia la sociedad y calmar el extremismo para ya tener posibilidades reales de ganar la presidencia. Como muchos han comentado, el programa de López Obrador en 2006 no fue exageradamente extremo, y, hasta el momento, menos este ciclo.
Pero la manera de practicar la política sigue siendo retrogrado, y hasta que cambie eso, es difícil ver que Los Pinos se incline hacia la izquierda. Esto es un problema no solamente para los votantes progresistas, sino para todo México.
[…] unos meses, escribí en este espacio de un artículo del académico noruego Dag Mossige, que se trataba de la izquierda mexicana. Lo que […]
Estoy de acuerdo con David Ornelas, aunque el PRD tiene fallas, la derecha es una…., la odio. La izquierda debe tener una oportunidad, y si fallare…¿Qué hacemos hay alternativa política?
le derrota de lopez obrador no se le puede achacar a la practica de la izquierda mexicana, recordemos frases celebres que confirman el fraude electoral del; haiga sido como haiga sido¡lo teniamos que parar a como fuera por que era un peligro para mexico, y otras que confirman y obligan a que la izquierda debe ser mas audaz y no descuidar ninguna forma de lucha
La izquierda en Mexico como en la mayoria de los países, se fundo a partir de ideologias que retoman las causas sociales de las mayorias que padecen las injusticias y abusos de poder de los partidos, en esencia las izquierdas son por antonomasia movimientos sociales, al mutar en partidos quedan sujetos al juego del poder. No veo porque considerar retrogradas las estrategias tribales, son parte del juego del poder.