Apareció este mes en Foreign Affairs, una de las revistas más prestigiosas de los Estados Unidos, un nuevo artículo de Robert Bonner, ex-jefe de la DEA. El tema de su escrito es la seguridad pública en México, y el argumento es sencillo: la estrategia de Calderón ha sido un gran éxito. Sí, la violencia se ha disparado, admite Bonner, pero 50,000 mil muertos representan el costo necesario para un gran avance en la calidad institucional y el debilitamiento de los grupos de crimen organizado.
Como hemos comentado en este espacio, hay una tensión perpetúa entre dos metas de la seguridad pública: 1) traficantes más débiles, y 2) ciudades más tranquilas. A largo plazo, hay una convergencia entre los dos objetivos—no creo que los grupos de crimen organizado en Suecia, donde la tasa de homicidio típicamente está por debajo de 1 por 100,000 ciudadanos, son muy fuertes—pero en un país como México, el aplacamiento repentino de los grupos de crimen organizado que han operado con impunidad por generaciones suele fomentar la violencia.
La creencia de que el debilitamiento de los criminales es lo único que importa, pese a sus consecuencias sanguinarias, es común entre los que, como Bonner, apoyan a Calderón. En lo personal, yo no estoy de acuerdo, pero como el debate existe en un terreno abstracto, no hay forma de demostrar que tengo razón. Es un simple asunto de opinión.
Sin embargo, aún si aceptamos su marco filosófico, Bonner fracasa en su intento de demostrar una mejoría histórica que valdría cualquier costo. Veamos sus argumentos:
- ”Calderón utilizó las fuerzas armadas como una muestra de fuerza en áreas azotadas por la violencia de los cárteles, como Juárez…”
Como es bien conocido, los momentos más violentos en la historia reciente de Juárez coincidieron con la Operativo Conjunto Chihuahua. Fue hasta la salida del ejército que los niveles de violencia empezaron a bajar en esa frontera.
- Como muestra de la anarquía criminal que encontró al llegar a la presidencia, escribe Bonner, “Uno de los cárteles hasta robaba y vendía el mismo petróleo del gobierno de los ductos que pasaban por su territorio”.
De hecho, el robo del crudo ha empeorado a lo largo del sexenio actual; un reporte reciente de Excélsior ubica las perdidas para el paraestatal en 6 mil millones de pesos tan solo en 2011. Además, los reportes indican que el crimen organizado está cada vez más metido en la operación de las tomas clandestinas. Es decir, este ilícito no representa una justificación para la postura agresiva de Calderón, sino parece una consecuencia de la misma.
- ”Como resultado de la determinación de Calderón y su éxito contra los cárteles, su aprobación se encuentra actualmente en 52 por ciento.”
La cifra de 52 por ciento (presuntamente de Mitofsky) representa un descenso importante en la aprobación de Calderón, ya que el promedio en 2007 fue 61.6 por ciento, en 2008 fue 61.3 por ciento, y en 2009 se subió a 62.3 por ciento. Bajó a 54 por ciento en 2010 y a 51 por ciento en 2011. Además, la bajada que se dio a partir de 2010 empezó precisamente después de la muerte de Arturo Beltrán Leyva, el primer de varios capos grandes que han caído durante la gestión de Calderón. Es decir, su aprobación era mayor cuando no estaba tumbando a los capos más fuertes, y simplemente no existen las bases para decir que la caída de ellos ha impulsado la popularidad de Calderón.
- Bonner dice e implica en varias ocasiones que los candidatos para la presidencia quieren “negociar” y “pactar” con los narcos.
De hecho, pese a los susurros de un pacto, cada candidato ha afirmado su compromiso al combate al crimen organizado.
- ”Cuando México tumbe a los capos, sus sucesores, y sus operadores claves, y los cárteles se fracturarán y se caerán, ya incapaces de amenazar al estado”.
Esta oración es la más comprometedora de todas. Bonner no se da cuenta que este proceso ya está pasando. Los cárteles sí se están fracturando, y es por eso que hemos visto el auge de un sinfín de nuevas organizaciones en los últimos cinco años: la Mano con Ojos, el Cártel Independiente de Acapulco, el Cártel del Pacifico Sur, la Resistencia, el Cártel de Jalisco—Nueva Generación, los Caballeros Templarios, y muchos más. Y como siempre, la amenaza que representan los grupos de crimen organizado para el estado es muy exagerada; los narcos no pueden ni quieren derrocar al estado. Entonces, sí las condiciones puestas por Bonner para una victoria ya se han logrado, ¿por qué no se siente como una victoria?
Una parte es que, como expliqué hace unas semanas en este espacio, el propósito de ganarle al narco es imposible, y por lo tanto, algo absurdo. Otro factor es que resulta bastante difícil ignorar el segundo objetivo mencionado arriba; 50,000 mil muertos y una duplicación en la tasa de homicidio representa un costo altísimo para una mejoría institucional y el debilitamiento de los grupos criminales.
Pero más aún, finalmente no queda demostrado que los avances de Calderón han sido tan impresionantes, que el estado de derecho es mucho más fuerte hoy que hace cinco años. Bonner dice que sí, pero sus evidencias no convencen.
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