A pesar de los cambios en la economía mexicana a lo largo de los últimos 20 años, que son bastantes, un indicador ha quedado igual: la recaudación tributaria sigue siendo bajísima. En 1990, el país recaudaba 9.78 por ciento del PIB, según la Comisión Económica para América Latina (Cepal); 20 años después, la cifra había bajado a 9.64.
Es decir, mientras México, de haber sido un país cerrado, se ha convertido en uno de los países más abiertos en el mundo, con tratados de libre comercio con 41 países y membresía en el TLC más grande en el mundo, el país hizo muy poco para aumentar su régimen fiscal. Según una de las conclusiones del libro reciente del economista Dani Rodrick, The Globalization Paradox, esto es justamente lo contrario de lo que debería pasar: entre más expuesto sea un país al comercio internacional, más debería crecer el tamaño del gobierno.
Independiente de los cambios dentro del país, en cuestiones tributarias, el resto del mundo está dejando a México atrás. Todos los demás países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), hasta los que no son altamente desarrollados como Turquía, tienen ingresos impositivos mayores a los de México. No es solamente en este club de ricos donde México está rezagado; también está muy por debajo de sus vecinos. Según Cepal, los ingresos del gobierno federal en Argentina equivalen a 13.73 del PIB. En Brasil, el gobierno recauda 15.36 por ciento del PIB, en Colombia 12.21, y en Chile 16.93 por ciento. Más preocupante, en todos estos países, la cifra ha crecido notablemente en los últimas dos décadas, mientras en México ha bajado.
Más allá que la hipótesis de Rodrick, esta falta de recaudación es alarmante porque el gobierno que menos tiene, menos puede gastar. (México ha disfrutado de la bendición de Cantarell por las últimas tres décadas, pero éste se está agotando, y aún tomando en cuenta las ganancias petroleras, tanto los ingresos como los gastos del gobierno han sido relativamente pocos.) No es que México tiene que imitar, por decir, a Suecia; sería una estupidez pensar que todos los problemas del país se resolverían con solo subir los impuestos. Y cualquier esfuerzo para incrementar los ingresos gubernamentales tiene que ir de la mano con una labor simultanea de aumentar la capacidad de gastar el dinero de manera sabia.
Sin embargo, lo que es innegable es que a un país en medio de una reforma judicial (una reforma que ha sido limitada por recortes presupuestarios), que lleva una generación intentando formar una policía federal comparable con las mejores del mundo, no le vendría nada mal más recursos. Estas son tareas carísimas. La falta de ingresos ha impedido la inversión de infraestructura por todo el país, sobre todo en el sur. Fue esa misma falta de recursos que frenó el plan contracíclico de Calderón, que podía haber mitigado el impacto de la crisis en 2009. La cantidad del gasto no lo es todo en cuanto a la reforma educativa, pero no es una casualidad que México es de los peores países de la OCDE tanto en los resultados del examen PISA como en el gasto por alumno: no se puede mejorar la primera cifra sin tratar la segunda.
Queda claro, pues, que la reforma fiscal de 2008 no ha funcionado, que soluciones a medias como el IETU no bastan, y que México tiene que volver a pensar en cambios a su régimen impositivo. Hay varios caminos posibles. Una propuesta impopular (porque pega más a los que menos tienen) pero eficaz (porque sí es una medida segura) es aplicar el IVA a los alimentos y las medicinas. Otra propuesta más popular para algunos sectores sería gravar el consumo del alcohol y el tabaco. Como deja muy claro este reporte del OCDE, hay un sinfín de maneras de subir los ingresos del gobierno, cada una con implicaciones mayores para el crecimiento y la igualdad dentro del país. Por eso urge un debate de fondo.
Lamentablemente, el último tema que los políticos quieren tocar durante una elección presidencial es un aumento de impuestos, así que tengo pocas esperanzas de que próximamente se debatan a fondo la forma ideal de incrementar la recaudación de impuestos. Ni modo. Ojalá y el próximo mandatario, sea quien sea, empiece la discusión pronto.
Armando, gracias por el comentario, disculpa la tardanza en contestar. En cuanto al IVA, estoy de acuerdo, primero preferiría ver otras medidas que no pegan tanto a los que menos tienen. Y entiendo lo que dices sobre la evasión fiscal y el costo del gobierno. Sin embargo, a largo plazo, creo que México tiene que tener más ingresos, y el petróleo no va a durar para siempre. No estoy diciendo de un día a otro, pero a largo plazo no veo una solución que no implique más impuestos. El chiste, para mí, es debatir como aplicarlos.
Creo que antes de pensar en cobrar IVA a alimentos y medicinas, con millones de familias luchando para sobrevivir y para comprar medicamentos necesarios, algunos de ellos para tratar padecimientos crónicos -soy residente de psiquiatría y sé que mucha gente lucha demasiado para conseguir el medicamento que necesita-, primero debería pensarse en dos cosas:
1) combatir de manera eficiente la evasión fiscal que está auspiciada por el sistema legal impositivo actual y 2) reducir el costo del gobierno, haciéndolo mucho menos obeso e ineficaz, mediante el combate a la corrupción y la eliminación de privilegios y gastos superfluos.
Me agradó tu artículo pero creo que no debe ser necesario pensar en aumentar los impuestos como única opción de solución, porque si se sigue gastando mal y en exceso no habrá reforma que sea suficiente para alimentar este animal burocrático en que se ha convertido nuestro gobierno.