El viaje a México del nuevo presidente de China, Xi Jinping, representa un logro importante para la política exterior de Enrique Peña Nieto. El flamante líder de la segunda potencia económica mundial recibió todo los honores de una visita de Estado, y, junto a Peña Nieto, firmó una larga lista de convenios comerciales menores. Mejor aún, es la segunda visita de semejante importancia a México en los pocos meses que lleva el gobierno peñista; Barack Obama visitó a su homólogo mexicano hace unas semanas.
Según los altos mandos de la administración, todo esto representa un intento de cambiar el papel de México dentro de la comunidad mundial y así obtener una mayor influencia. Como reportó Excélsior:
“Es claro, enfatizó [Canciller José Antonio] Meade, que bajo la administración del presidente Peña Nieto, en sólo seis meses, México ha ganado voz, imagen, presencia y alentado la construcción de oportunidades, con lo que se reafirma el compromiso de la presente administración de hacer de México un país que actúa con responsabilidad global.”
Son palabras ambiciosas y demasiado halagadoras para el gobierno pero es cierto que existe un espacio para modificaciones en las relaciones entre México y el resto del mundo.
La relación con China ha sido fría y distante desde hace años, debido principalmente a la competencia económica y los rencores sobre la reacción de los chinos a la influenza porcina. Con esta visita, Xi ya ha igualado la cifra de viajes a México de su antecesor, Hu Jintao, durante el mandato de Calderón. Y si bien China no tiene la misma cantidad de complementariedades con México que goza con los países sudamericanas, el hecho de que México envíe 6 mil millones de dólares en exportaciones a China habla de una gran oportunidad para un mercado nuevo.
Más allá de un debido acercamiento con China, la coyuntura en el sistema internacional— que está cambiando de un modelo unipolar con EE.UU. al frente, a uno multipolar con varios focos de poder— se presta para que México tenga una influencia cada vez mayor. Es un miembro prominente del G20, la agrupación de países que ha surgido como rival al G8 tradicional. Además, tiene la ventaja de ser un interlocutor íntimo de EE.UU. desde hace siglos. El potencial se hizo evidente en la cumbre sobre el cambio climático de Cancún, cuando el desempeño de la canciller de Calderón, Patricia Espinosa, fue la clave para concretar un acuerdo.
Pero si hay espacio para un México más activo en la comunidad internacional, no es un hecho que se vaya a convertir en un actor nuevamente influyente. El problema principal, a mi parecer, es la falta del porqué. Es decir, si bien el gobierno de Peña Nieto aspira a más, ¿qué busca en su nuevo rol? El éxito diplomático de Cancún se debe a que a Calderón le importaba mucho el asunto del cambio climático, y pidió una postura agresiva de su canciller.
Está todo bien, tiene la ambición de actuar, pero ¿Peña Nieto tiene una opinión formada sobre los grandes problemas globales de hoy? ¿hay una doctrina, o siquiera un conjunto de impulsos básicos y consistentes guiándolo? No hemos visto mucho que sugiera que sí, y eso es un requisito para que su país pese más internacionalmente.
Todos los asuntos más problemáticos de hoy presentan un balance delicado de intereses contrarios, no se prestan a soluciones fáciles. Por ejemplo, cualquier régimen para combatir el cambio climático impondrá un freno en el crecimiento económico mundial así, surge la pregunta de ¿cuánto deberían transferir los países ricos, que se han hecho ricos gracias a las emisiones de carbono que provocaron el cambio climático, a los países pobres para remediar los efectos de esta deceleración? O, frente a conflictos civiles como el de Siria ¿cuál es la obligación de la comunidad internacional para frenarlos? ¿Qué tanto se debería fomentar la democracia desde afuera en países soberanos y autoritarios?
¿Cuál es la respuesta de Enrique Peña Nieto a estas (y muchas más) preguntas? ¿Ha dicho algo sustancial José Antonio Meade al respecto? Por lo que sabe su bloguero, la respuesta es no.
Convertir a México en un país más influyente es una hazaña, eso sí, pero hasta que exista una respuesta más detallada a las interrogantes anteriores, sería una hazaña vacía.
Foto tomada de: http://www.flickr.com/photos/angelicarivera/8960384656/