Es común escuchar que las lenguas indígenas son lenguas milenarias, lenguas ancestrales. Esta aparente apreciación positiva excluye a lenguas como el español o el inglés a las que implícitamente califica, por oposición, como lenguas modernas. Pero ¿es posible decir que una lengua es más antigua que otra? ¿Es posible decir que el yaqui es una lengua milenaria más antigua que el español? Como siempre, las respuestas a estas preguntas son siempre complejas.
A excepción de las lenguas criollas se podría decir que todas las lenguas vivas en la actualidad son lenguas milenarias. Hace dos mil años el español no existía como tal pero el latín fue cambiando tanto que ahora es español (y también francés, italiano y catalán); podríamos decir que en Madrid, en la Ciudad de México o en París se habla latín del siglo XXI. De igual modo, el mixe de hace dos mil años, que tal vez no debería llamarse mixe, era radicalmente distinto del que hablamos hoy en Oaxaca, pero aquella lengua fue cambiando tanto que se convirtió en mixe, en zoque, en oluteco y en varias lenguas más. Por esta razón, todas las lenguas del mundo que hoy siguen vivas son lenguas milenarias, lenguas ancestrales; por que todas parten junto con sus hermanas de un origen común que existió desde hace mucho, desde que nuestra especie utiliza lenguas para comunicarse.
Incluso, de cierto modo, podríamos decir que las lenguas criollas también son milenarias, la única diferencia es que podemos fechar mejor el momento en el que se convirtieron en una lengua nueva. Las lenguas criollas son lenguas que surgen en contextos en los que dos pueblos con lenguas distintas entran en contacto y necesitan comunicarse, toman unos elementos de una lengua y otros elementos de la otra para crear algo conocido como pidgin: una lengua que es una especie de combinación de dos lenguas que se utiliza en ciertos espacios concretos, como por ejemplo, para facilitar las interacciones del comercio. Cuando un pidgin es adquirido como lengua materna por una primera generación de niños, entonces se convierte en lengua criolla, una lengua materna, una lengua viva. Un ejemplo de lengua criolla es el chabacano, lengua hablada en Filipinas y que fue resultado de la interacción del español con el filipino y otras lenguas originarias del país. Aún en este caso, podríamos decir de algún modo, que una lengua criolla también es una lengua milenaria, pues sus estructuras vivían en las lenguas que le dieron origen.
Fuera de las lenguas criollas, las lenguas vivas del mundo vienen de una tradición de cambio ininterrumpida. Antes de ser como es hoy, el español era como la lengua que habló el Mío Cid, pero antes de eso era latín y mucho antes itálico; antes de ser itálico era celta-itálico y mucho, mucho, mucho tiempo antes era una lengua que los lingüistas históricos han llamado indoeuropeo. El indoeuropeo se fue diversificando tanto que con el paso del tiempo se convirtió en muchísimas lenguas que hablamos hasta hoy, una de ellas es el español que en este sentido es tan milenaria como cualquiera de las lenguas indígenas del país. ¿Se puede calcular en qué momento el latín dejó de serlo para convertirse en lo que ahora conocemos como español? Esa es otra historia que podemos abordar pronto y que implica diferentes metodologías que los lingüistas han desarrollado a través de los años.
Una vez más, la división entre lenguas milenarias o ancestrales y las lenguas modernas es solo una división aparente, todas las lenguas son milenarias, todas las lenguas son modernas pues están vivas. La próxima vez que escuches a alguien decir que habla una lengua ancestral o milenaria, con seguridad podrás responder que tú también, cualquiera que sea tu lengua materna.