La llegada de los españoles y la colonización suele verse como un parteaguas indiscutible en las vida de los pueblos indígenas. Sin lugar a dudas lo fue. Sin embargo, existen muchos fenómenos que han existido siempre en contextos en los que conviven distintas lenguas y culturas. El intercambio intercultural no comienza con la llegada de los españoles como tanto se enfatiza. El encuentro de dos culturas no fue un encuentro y tampoco estuvieron involucradas sólo dos culturas.
Las dinámicas interculturales previas a la llegada de los españoles fueron intensas, complejas y cambiantes a través de siglos y siglos de historia. Los pueblos indígenas, distintos en lengua, cultura y formas de vida que convivían en un territorio común, como es natural, generaron procesos de intercambio, de mutua influencia, de relación armónica o conflictiva. Los encuentros y choques entre culturas no comienzan en 1492 con la llegada de Cristóbal Colón ni en 1519 con la llegada de Hernán Cortés. Sin negar las profundas consecuencias de estos hechos, es importante reconocer que muchos fenómenos son previos y que no todo comienza a partir de la Colonia.
Esto también se refleja sobre todo en las interacciones lingüísticas. Es muy común escuchar quejas sobre la frecuencia en la que las palabras del español son tomadas como préstamos en las lenguas indígenas. El préstamo de palabras es un fenómeno natural que surge de la interacción entre pueblos y comunidades con lenguas distintas. Las lenguas de la familia mixe-zoque, por ejemplo, prestaron palabras al huave y a las lenguas de la familia maya. El náhuatl prestó palabras al mixe así como en otros lugares del mundo el inglés tomó muchísimos préstamos de lo que hoy llamamos francés. Los préstamos entre las lenguas indígenas han existido siempre y han sido intensos.
Es soprendente darse cuenta de que la palabra para conejo en huave es “koy”, como en mixe, así como “pom” es la palabra que las lenguas mayas tomaron de la familia mixe-zoque para referirse al copal. Por otro lado, el mixe de Tlahuitoltepec tomó “chiquihuitl” como préstamo del náhuatl para nombrar canasta y así en un interminable intercambio lingüístico que oculto subyace y evidencia la intensa relación entre las distintas lenguas que se hablaban aquí antes de que el español llegara a conformar parte de esta diversidad. Nadie se queja de que el tsotsil no sea puro porque la palabra para “hueso” proviene de una familia de lenguas muy distinta.
Además de los préstamos, seguramente antes de la llegada de los españoles, el multilingüismo de comunidades y personas debió ser frecuente. Me imagino a Teotihuacán en el perido clásico como una ciudad en la que era posible escuchar diferentes lenguas mesoamericanas, personas que podían hablar distintas lenguas. Si las evidencias arqueológicas sugieren que en Teotihuacán coexistían distintas culturas infiero también que lenguas distintas: una ciudad lingüísticamente diversa.
Por otro lado, en la actualidad aún quedan evidencias de cómo anteriormente el intercambio entre pueblos propiciaba el multilingüismo de las personas, en la frontera norte de la región mixe con la región zapoteca aún es posible encontrar personas que por la misma interacción cotidianda hablan ambas lenguas. El caso de Malitzin y de muchos otros intérpretes dan muestra de algo que no es tan complejo de inferir: las sociedades prehispánicas eran sociedades multilingües.
Actualmente pareciera que el único bilingüismo posible para los pueblos indígenas es el del español y una lengua indígena. Nada más falso. Existieron y existen muestras de bilingüismos o multilingüismos diversos en un país que, a pesar de esto, con necedad, hace todo lo posible por volverse monolingüe en español, negándose siempre a sí mismo y a su propia naturaleza.
que ondas que pacha todo esto es increible nada mas le hase falt que me pongan el nombre de las colonias