Friday, 15 November 2024
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El espejo roto: percepciones de México entre los extranjeros
Este País | Guillermo Máynez Gil | 01.01.2013 | 0 Comentarios

¿Por qué a México le importa tanto su imagen? ¿Cuánta atención se nos presta en el mundo? La percepción que se tiene del país, ¿varía sustancialmente de una parte a otra? ¿Corresponde nuestra imagen a la realidad medida? El siguiente artículo se ocupa de estas preguntas.

©istockphoto.com/pixelremix


—¡Qué país! —exclamaba—, ¡Dios, qué país!…
Cada vez que hacías dinero,
había una revolución.
Graham Greene, Los caminos sin ley, 1939

La primera impresión puede ser
de importancia si solo se la toma como tal;
mas si se le concede el valor de una
opinión definitiva, ¡en cuántos errores
se puede incurrir!

Madame Calderón de la Barca,
La vida en México, 1843

Cuando estudiaba la primaria a fines de la década de 1970, corría entre los profesores y alumnos una información que nos llenaba de orgullo: en un concurso mundial de himnos nacionales, el mexicano había quedado en segundo lugar, solamente detrás de La Marsellesa. Nadie decía cuándo y dónde se había realizado tal concurso, y mucho menos quién había formado parte del jurado, pero si tomamos en cuenta que en 1978 la selección mexicana había quedado en el último lugar en el Mundial de futbol de Argentina, el segundo lugar en himnos nacionales sabía a gloria.

México es un país obsesionado con su imagen, tanto interna como externa. Nunca he conocido a una persona de otro país a la que le preocupe tanto la imagen de su patria, con excepción de los colombianos en la década de 1990, que pasaban por un trance similar al que nos aqueja hoy en día a los mexicanos: el crimen y la violencia como tema preponderante, cuando no único, de la noticias que se difunden fuera de las propias fronteras. Hoy en día, Colombia es presentada como un caso de éxito, a pesar de que su tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes para 2011 fue de 35.9,1 mientras que la de México, que ha tomado la estafeta, fue de 33.2 La noticia, por supuesto, va más allá de las cifras: lo que llama la atención es la tendencia, que en Colombia es de mejoría, mientras que en México es de un acelerado deterioro si se compara con los números de 2007, por ejemplo.

Pero las percepciones se forman no solo con cifras, sino también con muchos otros datos que distan de ser científicos y que están fuertemente influenciados por los intereses, prejuicios y fuentes de información de cada individuo. Así, podríamos decir de entrada que no existe una imagen de México para todos los extranjeros, sino muchas percepciones que, esencialmente, dependen de las relaciones de cada individuo y su entorno cercano con el país, así como de la actividad profesional y las aficiones.

Quizá lo primero que hay que decir, para decepción de muchos, es que a la gran mayoría de los habitantes del planeta México les importa un pepino. Lo siento, pero así es, y probablemente sea para bien: los países sobre los que casi todo el mundo tiene alguna opinión definida suelen ser potencias odiadas por quienes, de alguna manera, se sienten oprimidos o ninguneados por ellas. El caso paradigmático de nuestra época es Estados Unidos, que con mucha frecuencia despierta en las mismas personas una mezcla de admiración y desprecio. El periodista Tony Horwitz recuerda en su libro Baghdad without a Map un episodio que le ocurrió en el funeral del ayatolá Jomeini: durante la larga marcha que acompañaba al féretro, vio que un hombre ya mayor se sentaba a descansar un poco; llevaba una pancarta que rezaba “Muerte a América”. Horwitz, no solo norteamericano, sino además judío, se atrevió a sentarse junto a él y conversar un poco. Cuando el hombre se enteró de que Horwitz procedía de Estados Unidos, le confió que la gran ilusión de su vida era llevar a su nieto a Disneylandia. Luego se levantó, recogió su pancarta y siguió adelante.

México, por fortuna, no despierta estas pasiones en el extranjero, excepto entre quienes tienen ciertas aficiones para las cuales nuestro país ofrece maravillas particulares —la arqueología o la gastronomía, por ejemplo— y que con mucha frecuencia desarrollan una relación de amor/odio con el país. En general, la buena gente del mundo no tiene opinión sobre México. ¿Por qué habría de tenerla? ¿Tiene usted, amigo lector, alguna opinión particular sobre, digamos, Uzbekistán? ¿O sobre Paraguay? Y, salvo que trabaje para una empresa alemana, o tenga amigos de ese país, o alguna de sus aficiones lo haya llevado a aprender más, ¿podría añadir algo a una imagen parecida a: “los alemanes son ordenados, fríos y trabajadores”?

Incluso entre nuestros vecinos, los habitantes de Estados Unidos, es común que exista una desinformación pasmosa sobre nosotros, más allá de que somos un país desordenado, corrupto, con comida picante y hermosas playas. La gran mayoría de los norteamericanos que viene a México se limita a Cancún y anexas, o bien a Tijuana y similares. Justamente lo que, para muchos de nosotros, es lo menos “mexicano” de México.

©istockphoto.com/Daxi

Desafortunadamente, de unos años para acá México ha sido noticia en todo el mundo, por la triste razón del aumento inusitado y acelerado en los niveles y la crueldad de la violencia. Eso es lo que difunden los programas “informativos” porque sí, porque es noticia, de la misma manera que a lo largo de nuestras vidas nos han atiborrado de imágenes de tipos en turbantes lanzando piedras o cohetes; y esa es la imagen que la mayoría tiene de lo que se llama “el Medio Oriente”, que sin duda tendrá otras muchas cosas más positivas que ofrecer al mundo, pero que se ven opacadas por la muy frecuente violencia que sufren. Ni modo, así son las noticias.

Inevitablemente, para quienes no tengan otra fuente de contacto con nuestro país, la imagen de México será durante muchos años la de un país donde no se puede salir a comprar algo a la tienda sin que vengan unos encapuchados y lo dejen a uno sin cabeza a media calle. ¿Cómo se imagina usted a Ruanda hoy?

Así que, en la nueva imagen, el hombre con sombrero dormido junto a un cactus se ha levantado, ha tomado su AK-47 y se ha despachado a todos los que pasan, para posteriormente cruzar la frontera cargado de cocaína y mariguana. Esta es la nueva imagen que se ha añadido a la del mariachi, el tequila y la Quebrada.

Pero ahora, desde hace unas semanas (literalmente), la corriente comienza a cambiar de dirección. En su edición del 24 de noviembre, la revista The Economist, como ya sabrá cualquiera que preste la menor atención a los medios de comunicación, dedica un reportaje especial a México. Si bien no deja de reconocer las viejas taras que nos distinguen, en particular la corrupción y la desigualdad, el reportaje destaca los muchos avances y fortalezas de nuestra economía y nuestra sociedad. Lo mismo pasa con CNN,3 que también “descubre” el próximo gigante y la próxima historia de éxito del mundo de los negocios. Adiós brics, hola México. Poco a poco las noticias sobre crimen empezarán (ojalá) a dejar su lugar a información sobre las ventajas de México para un sinnúmero de industrias, y lo que ahora es novedad se convertirá en cliché: cómo la mano de obra china ha multiplicado su costo en los últimos años, por lo que ha perdido su ventaja comparativa respecto a México; la solidez macroeconómica que nos caracteriza; las ventajas logísticas para llevar productos al mercado norteamericano; etcétera. Y volveremos a la imagen de México en el sexenio de Salinas, antes del subcomandante Marcos, Mario Aburto y los Ruiz Massieu (el asesinado y el suicidado, ¿o testigo protegido?). Seremos la estrella refulgente y en ascenso del TPP (Trans Pacific Partnership). ¿Ya supo que esta será nuestra nueva área de libre comercio?

Tristemente, corremos el riesgo de que este auge acelere de nuevo nuestra condición de pacientes crónicos de trastorno bipolar. Somos, al parecer, un país que no conoce la serenidad: o estamos a punto de irnos al caño o, después de todo, no solo no somos una basura sino que nos la rifamos con los mejores del mundo. Lo más común que le ocurre a un técnico de futbol que queda campeón es que lo despidan en las primeras fechas del torneo siguiente y, de la misma manera, después de décadas de quejarnos de los gobiernos priistas, recordamos que ellos sí saben gobernar y los reinstalamos en la presidencia, como en los buenos viejos tiempos. De manera que ahora que nuestra “imagen” está a punto de convertirse otra vez en buena, tengamos presentes los malos tiempos y procuremos no dejarnos llevar por la euforia.

Pero esa no es más que la imagen general que tienen las masas consumidoras de noticias. ¿Qué nos importa? Lo más probable es que las inversiones vengan, o no, dependiendo de las ventajas o desventajas concretas que el país ofrezca para cada sector en lo particular: automotriz, minería, alimentos, textiles, electrónica, etcétera. No existe un solo conjunto de atractivos o repelentes para toda la economía. Y cada quien hablará de la feria según le vaya en ella: habrá quien disfrute de nuestra maravillosa hospitalidad, calidez de trato y confianza instantánea, y habrá a quien transen de manera que no vuelva a dar golpe en su vida, si sale vivo (o si por lo menos lo entierran completo).

Así, México ofrece muchas imágenes, según de quien se trate: paraíso para biólogos, antropólogos y arqueólogos; refugio para jubilados que huyen de los inviernos de Michigan o Minnesota; infierno para migrantes centroamericanos; Nirvana de gastrónomos; segunda mejor opción para futbolistas sudamericanos que sueñan con Europa, o para actricitas y actorcitos sudamericanos que sueñan con Hollywood; futuro lugar de trabajo para fámulas y obreros de países más desafortunados (una vez que agotemos el bono demográfico), y desde luego, imán para turistas: en 2010, de acuerdo con un reporte, 3 de cada 10 norteamericanos que visitaron México regresaron menos de 12 meses después,4 lo cual representa una tasa singularmente alta.

En todo caso, la imagen que de México tengan los extranjeros hay que buscarla en cifras concretas que nos den luz: obras son amores y no buenas razones. ¿Qué ha ocurrido con los flujos de visitantes a México, y con los extranjeros residentes en nuestro país, en los últimos años? De acuerdo con el Instituto Nacional de Migración (INM), entre enero y octubre de 2012 se registraron 15 millones 563 mil 312 entradas de extranjeros a México, cifra ligeramente superior a las 15 millones 320 mil 175 del mismo periodo de 2011.5 Pero estos son ya años de crisis de inseguridad. ¿Cómo ha evolucionado esta cifra desde años con una mejor percepción en cuanto al crimen? Desde 5 millones 220 mil en 1991, el flujo fue aumentando hasta topar en 2008 con 21 millones 629 mil 865, y de ahí hasta los 18 millones 861 mil 860 totales de 2011. No parece haber pánico, excepto en una categoría, la denominada “trabajadores fronterizos” (extranjeros que cruzan a trabajar a México, supongo), cuyos números pasaron de 118 mil 502 en 2011 a 55 mil 274 en 2012, pero aquí hay algo muy raro: en 2010 esta cifra representó ¡57 mil 563! ¿Qué ocurrió en 2011 que el número se elevó de manera tan pronunciada para luego volver a bajar? El INM no lo informa.

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En cualquier caso, la reducción en las cifras no admite una explicación única, por ejemplo el miedo de los extranjeros a visitar México por las noticias sobre la violencia, ya que estos años han coincidido con la crisis internacional que ha afectado de manera especial a Estados Unidos y Europa, lo cual puede haber influido sobre las decisiones de la gente de viajar, tanto por negocios como por vacaciones.

¿Qué ocurre con los nacidos en el extranjero que viven en México? De acuerdo con el INEGI,6 y según las cifras del Censo 2010, el más reciente disponible, en México viven 961 mil 121 personas originarias de otros países, prácticamente el doble de las que había en 2000 (492 mil 617), y 0.9% de la población total. Esto quiere decir que, sean cuales sean los motivos, México se ha ido convirtiendo en un país más, y no menos, atractivo para los extranjeros. Un dato aún más llamativo: los cinco municipios con mayor cantidad de extranjeros residentes son, en ese orden, Tijuana, Ciudad Juárez, Mexicali, Nuevo Laredo y Matamoros, todas ciudades fronterizas y casi todas afectadas de manera muy importante por la violencia. Cabe destacar que ya para 2010, año del censo, México contaba con varios años de mala imagen por la situación de inseguridad.

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De manera que México sigue siendo, o es cada vez más, un país atractivo para visitar o residir, y de ello podría inferirse que la imagen general del país, entre quienes tienen alguna opinión específica, es buena. Es más difícil encontrar razones claras para que así sea, pero se pueden aventurar algunas hipótesis:

1. Si bien hay algunas zonas de México afectadas de manera grave por la inseguridad, muchos otros países experimentan tasas de delincuencia más altas, además de situaciones políticas más inestables y peligrosas. Es, muy probablemente, el caso de Centroamérica y algunos países de América del Sur. Entre 2000 y 2010, la población de hondureños en México casi se triplicó (de 3 mil 722 a 10 mil 991), o un poco más, como la de venezolanos (de 2 mil 823 a 10 mil 63);

2. La economía mexicana, a pesar de sus crecimientos mediocres, es estable y ofrece buenas oportunidades, tanto para mano de obra barata como para extranjeros con habilidades apreciadas en los mercados empresariales y laborales. Podría ser el caso para argentinos (de 6 mil 465 a 13 mil 696), cubanos (de 6 mil 647 a 12 mil 108) o incluso brasileños, una aparente historia de éxito según la percepción internacional (de 2 mil 320 a 4 mil 532). Un ejemplo de atracción de extranjeros seguramente provocada por buenas oportunidades de inversión y negocios podría relacionarse con un país innegablemente próspero y pacífico, como Corea del Sur, cuyos nacionales residentes en México pasaron, en el mismo periodo, de 327 a 3 mil 960;

3. El costo de la vida en México es muy bajo a nivel internacional. De acuerdo con la consultora Mercer,7 la ciudad más cara de nuestro país, el Distrito Federal, ocupa la posición 148 entre las ciudades del mundo (en 2011, contra el lugar 166 en 2010), mientras que en la encuesta sobre calidad de vida de la misma consultora la Ciudad de México ocupa el lugar 121.8 Así, hay una buena relación entre calidad y costo de vida. Un lugar aún mejor lo tiene Monterrey, que es la ciudad número 183 en costo, pero la 104 en calidad. En ambas encuestas se pueden encontrar comparaciones de diversos tipos entre varias ciudades, tales como los costos de renta de departamentos, de boletos de cine, o de litros de gasolina y leche. México parece tener una buena relación general entre lo que cuesta la vida y su calidad;

4. Además, México tiene una buena combinación de atractivos más allá de la seguridad y la economía: una oferta gastronómica de primer nivel (por ejemplo, en la primera encuesta que aparece en Google, México queda en segundo lugar mundial por su cocina, superado únicamente por Perú9), no solo por su cocina nacional, sino por el aumento en la oferta de buenos restaurantes de diversos tipos que, sin necesidad de encuestas, es observable a simple vista en prácticamente todo el país; buen clima, sobre todo comparado con países fríos; una geografía diversa y una oferta cultural rica que pueden satisfacer al turista de aventura, cultural, urbano, rural, etcétera, y una tradición de hospitalidad hacia los extranjeros. Más allá de discursos tipo Señorita México, parece claro que la mezcla de atributos mexicanos es favorable.

La imagen de México puede compararse a la de un espejo roto, en el que un mismo objeto se ve reflejado de muchos tamaños. Cuál de ellos se elija depende de las preferencias o inclinaciones del espectador. Está claro que hay muchas cosas negativas en México, y que los extranjeros las conocen de manera más o menos específica. Pero parece que, también, cada quien encuentra lo que busca, y que muchos aspectos del país, al menos comparados con los de otras naciones, son positivos. Hay elementos para pensar que, en todo caso, el deterioro indudable de la imagen de México en lo general, sobre todo para públicos no particularmente interesados, ha sido obra de nosotros mismos, en particular gobernantes y medios de comunicación.10

¿Cómo mejorar nuestra imagen? Hay dos campos de acción obvios: uno, arreglar lo que está mal (aplicar estrategias efectivas para reducir la violencia y el crimen; detectar y castigar efectivamente la corrupción; combatir la pobreza o, mejor aún, generar más riqueza y ampliar las oportunidades para acceder a ella); y dos, diseñar y lanzar una estrategia inteligente de difusión de nuestras muchas ventajas, basada en hechos comprobables y testimonios creíbles. Es posible crear un círculo virtuoso que encadene acciones positivas consumadas con formas astutas de comunicarlas. Nos encontramos en un buen momento para relanzar la “marca México”, basados en nuestras fortalezas reales y en esfuerzos serios, de largo plazo, para mejorar lo que está mal. Si esto suena a verdad de Perogrullo, entonces ¿por qué no lo hemos hecho en tanto tiempo?

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1 http://noticias.terra.com.co/nacional/segun-medicina-legal-se-reduce-tasa-de-homicidios-en-el-pais,0155769b52229310VgnVCM5000009ccceb0aRCRD.html
2 http://www.animalpolitico.com/2012/04/ aumento-en-2011-tasa-de-homicidios/#axzz2 DYGO9Wva
3 http://globalpublicsquare.blogs.cnn.com/ 2012/11/27/mexicos-misconceptions/
4 http://www.examiner.com/article/some-perceptions-of-mexico-vs-reality
5 http://www.inm.gob.mx/estadisticas/Sintesis_Grafica/2012/Sintesis2012.pdf
6 http://www.inegi.org.mx/inegi/contenidos/espanol/prensa/contenidos/Articulos/sociodemograficas/nacidosenotropais.pdf
7 http://www.mercer.com/press-releases/ 1420585
8 http://latam.mercer.com/press-releases/encuesta-calidad-de-vida-2011
9 http://listas.20minutos.es/lista/el-pais-con-la-mejor-gastronomia-del-mundo-35160/
10 http://www.wilsoncenter.org/sites/default/files/Restoring%20Mexico%20Report.pdf Excelente análisis, de 2011, realizado por Roberto Newell para el Mexico Institute del Woodrow Wilson International Center for Scholars, que abunda en otros campos no incluidos en este artículo.
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GUILLERMO MÁYNEZ GIL (Torreón, 1969) es maestro en Estudios Internacionales por la Universidad Johns Hopkins. Su carrera profesional ha transcurrido por el Gobierno Federal, el sector privado y la consultoría. Ha publicado en El Economista y Nexos.

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