Pedro Junco, compositor y pianista cubano.
Con el pretexto de hacerle un pequeño homenaje a Eydie Gormé quien recién murió, quizá sea buena idea recordar un bolerito que le ha dado la vuelta al mundo. Quizá usted ya se sepa la historia, quizá no. Es posible que sea mentira, pero quizás es verdad. De cualquier manera, contar de nuevo una anécdota que toca el corazón de todos (no finja, todos somos cursis alguna vez) nunca está de más.
Comenzaba la década de 1940, cuando María Victoria Mora Morales, de veinte años, alta, hermosa, de larga cabellera bruna e insondables ojos oscuros llegaba a vivir a Pinar del Río, Cuba. Sus padres la internarían en el colegio Inmaculado Corazón de Jesús para que terminara sus estudios; fue ahí en el colegio donde un día cualquiera cruzaría miradas con Pedro Buenaventura Jesús Junco Redondas (parece telenovela, ¿verdad?), que estudiaba en el Instituto de Segunda Enseñanza, tenía aproximadamente la misma edad, era compositor, pianista, habilidoso nadador, y don juan en ciernes. Como ya se imagina fue amor a primera vista (¡clásico!).
Se dice que María Victoria fue la musa que inspiró varias de las 36 canciones que Junco lograra escribir, entre las que se cuentan: “Me lo dijo el amor”, “Tu mirar”, “Te espero”, “Soy triste” y “Cuando te vi llorar” (de las cuales sólo he podido escuchar la de la historia, pues no encontré ninguna de las tales mencionadas, si usted sabe algo, compártalo).
Su idilio continuó por dos años más, hasta que en septiembre de 1942 Pedro va al médico y le detectan una mancha pulmonar, que según él y algunos periodistas (que escribieron la historia más tarde) no era grave. Los amigos dijeron que jamás lo vieron enfermo, que era sonrosado, de labios encarnados, alto y garboso, apasionado por la vida y sus noches licenciosas, y por supuesto, por las chicas: “aunque amores sí tuvo muchos, yo sólo le conocía una novia, María Victoria” (no lo dude, mire el retrato).
Pedro se interna tres meses, y a pesar de que los amigos lo ven tan rozagante, el médico recomienda llevarlo a La Habana, donde le hacen una serie de estudios para descartar el bacilo de Koch. Mientras él se dedica de lleno a la música, a escribir canciones y a dejarlas por aquí y por allá en las radiodifusoras de la capital.
Para finales de 1942, Junco se encuentra de vuelta en Pinar del Río para continuar engulléndose la vida y los besos de María Victoria. Un par de meses más y alguien lo ve en la calle caminando bajo la lluvia, comienzan los cuchicheos, se sabe que ha estado en el hospital pero no se puede confirmar nada, y el hombre, ¡con toda su galanura caminando bajo la lluvia!
La historia popular dice que al final terminaron por diagnosticarle tuberculosis, que en aquella época era incurable y es altamente contagiosa. Entonces, Pedro, derrotado por la enfermedad y dolorosamente embriagado de amor, le escribe a María Victoria el bolero “Nosotros”.
Eydie Gormé y Los Panchos
Atiéndeme…
Quiero decirte algo, que quizá no esperes,
doloroso tal vez.
Escúchame, aunque me duela el alma,
yo necesito hablarte, y así lo haré.
Nosotros
que fuimos tan sinceros,
que desde que nos vimos
amándonos estamos.
Nosotros
que del amor hicimos
un sol maravilloso,
romance tan divino.
Nosotros
que nos queremos tanto
debemos separarnos;
no me preguntes más.
No es falta de cariño,
te quiero con el alma,
te juro que te adoro
y en nombre de este amor
y por tu bien te digo adiós…
¿Cómo continuar junto al objeto del deseo cuando se sabe que es probable ocasionarle la muerte? Lo mejor es la tortuosa despedida, a pesar de todo, el amor nunca basta. (¡Amor provenzal en mitad del siglo XX!)
El 25 de abril de 1943, Pedro Junco murió a los 23 años, se dice que fueron más sus amoríos que sus años vividos (claro, la catedral siempre fue María Victoria). Y aunque la tragedia popularizó el bolero que le ha dado la vuelta al mundo y ha sido interpretado infinidad de veces por incontables cantantes, su acta de defunción dice que murió de anoxemia y bronconeumonía. A mí me da lo mismo, las enfermedades son muy cercanas, qué más da cuál haya sido la causa de la muerte.
Lo cursi y románticamente hermoso es que la historia ha trascendido y el bolero también, lo mejor es que aún sigamos teniendo historias de amor venidas de otras épocas; de otras, porque en éstas parece extinto.
Para ponerle la cereza al pastel, también se dice que Junco expiró en el mismo momento en el que en la habitación del hospital se dejaba escuchar por la radio “Soy como soy”, interpretada por el Tenor de Las Antillas, René Cabel, que le había prometido popularizar sus composiciones. Excelente intervención del Deus ex machina. (¿Quién habrá sido el imprudente que llevó un radio a un hospital en el que había gente agonizante?)
Siga escuchando a Eydie Gormé que se despidió de este planeta el pasado 10 de agosto, a los 84 años de edad, y que aunque a muchos no les gusta, a mí me parece memorable ese su acento de gringuita cantando boleros en español. ¡Larga vida al bolero!