La crisis financiera y económica global que detonó en 2008 ha provocado un extendido periodo de bajo crecimiento económico y empleo en buena parte de los países más desarrollados del mundo. También conocido como la Gran Recesión, este periodo aún no ha concluido del todo. Aunque las economías más industrializadas se encuentran entre las más afectadas, las emergentes y otras menos desarrolladas no han escapado a los efectos de la crisis. La interdependencia económica y financiera hace casi imposible aislarse de los efectos de las recesiones y crisis globales.
El efecto de la crisis de 2008 en la distribución del ingreso era esperable. Qué tanto afectaría los niveles de desigualdad y con qué intensidad, era algo menos claro. En meses recientes, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha estimado los efectos de esta crisis en la desigualdad y la pobreza entre las economías que integran ese organismo. La conclusión general del análisis de la OCDE es que la desigualdad y la concentración del ingreso en el mundo han seguido su marcha, aunque los efectos han variado de país a país. En la mayoría de las 17 economías de la OCDE para las cuales existe información sobre ingreso por un periodo amplio (México no es una de ellas), la desigualdad aumentó más entre 2007 y 2010 que entre 1995 y 2007. En Italia, por ejemplo, la desigualdad entre 1995 y 2007 aumentó en 3% mientras que entre 2007 y 2010 lo hizo en 5.1%. Quizá dos de los casos más pronunciados de aumento en la desigualdad son España e Irlanda, donde se registró un incremento en la desigualdad de 13% entre 2007 y 2010.
La crisis ha afectado más a los pobres, jóvenes y niños, sectores de población especialmente vulnerables a la inestabilidad económica. Luego de la crisis, entre 2007 y 2010, el ingreso disponible promedio del 10% de la población más pobre que integra los países de la OCDE (33 naciones) se redujo en más del doble (1.9%) que el ingreso del 10% de la población más rica (0.8%). En el caso de México, el ingreso del decil (10% de la población) más pobre se redujo en 9.4%, mientras que el ingreso del decil más rico se redujo en 7.5%. La mayor afectación de la crisis a la población de menores ingresos ocasionó que la brecha entre las poblaciones de mayores y menores ingresos se ampliara: en 2010, el 10% de la población más rica tiene un ingreso 29 veces superior al del 10% de la población más pobre del país, lo que hace de México la nación más desigual de las que integran la OCDE —junto con Chile.
Entre los países más afectados por la Gran Recesión, las transferencias gubernamentales y la política fiscal ayudaron a compensar las pérdidas de ingreso derivadas de la crisis, con la única excepción de México, según la OCDE, donde las transferencias hicieron poca o ninguna diferencia. Este resultado exige revisar los alcances redistributivos de los programas de transferencias públicas en México (como ya lo han hecho otros estudios en el país) y enfatizar la importancia de la reforma fiscal, en ciernes, desde una perspectiva redistributiva, dadas las condiciones de desigualdad que prevalecen aún en México, el país más desigual, junto con Chile, de los que integran la OCDE.