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Gerontecnología, promesa de una mejor vida al envejecer
Este País | María de Lourdes Ávila Alva | 01.11.2013 | 1 Comentario

Si bien la vejez es un proceso irreversible que supone una merma en las facultades mentales y físicas, existen alternativas para prolongar notablemente la autosuficiencia. Algunas se deben a la ciencia y otras al factor humano: la voluntad de ajustar nuestros paradigmas culturales sobre lo que significa envejecer.

¿Qué es la gerontecnología?

La gerontecnología es la habilidad de usar y aplicar conocimiento proveniente de diferentes campos para resolver las necesidades, problemas y expectativas de las personas que transitan por el envejecimiento. De manera formal, el concepto surgió en Europa, en los años noventa, con la utilización de diversas tecnologías —principalmente de información y comunicaciones (TIC)— para el desarrollo de productos y servicios en diferentes esquemas de cuidados a distancia. Esto dio inicio a una corriente de análisis conceptual y al desarrollo de aplicaciones tecnológicas con el objetivo de prolongar la vida independiente de las personas el mayor tiempo posible, promover el envejecimiento en casa y disminuir la institucionalización, bajar los costos del cuidado de la salud y, sobre todo, mejorar la calidad de vida en las primeras sociedades envejecidas del planeta.

Las demandas que genera el progresivo envejecimiento de la población son cada vez más grandes y se hacen presentes en todas las regiones del mundo. México se encuentra en etapas avanzadas de la transición demográfica: se espera que para 2050 una de cada cuatro personas tenga 60 años o más,1 en un contexto socioeconómico difícil y, en la mayoría de los casos, sin una estrategia adecuada para hacerle frente. Se proyecta así un futuro complejo, con grupos heterogéneos y necesidades diversas derivadas de los actuales problemas de salud pública, seguridad social y cambios en las familias.

El abordaje de la gerontecnología y la discusión de su impacto han tomado diferentes matices que van desde lo conceptual hasta lo estratégico, viéndola como un medio para alcanzar el bienestar social. Se analiza la interacción del individuo que envejece con su medio ambiente desde una perspectiva sistémica, donde la relación es dinámica y susceptible de modificarse por intervenciones tecnológicas. Además, se busca incentivar una industria de dispositivos y servicios de alta rentabilidad con impacto positivo en el desarrollo económico y, por supuesto, una disminución del gasto en salud ejercido por los países para atender las necesidades de las personas de edad avanzada. Todas las aproximaciones convergen en el ámbito de la política ya que, a diferencia de otras tecnologías, las dirigidas al envejecimiento tienen un impacto en la salud pública de las naciones.

©iStockphoto.com/KeithBishop

La tecnología representa y materializa el progreso de la humanidad. Es conocimiento aplicado para resolver un problema o necesidad, o para alcanzar un objetivo específico; se expresa a través de procesos, productos y servicios. La tecnología articula conocimiento y técnicas provenientes de diferentes campos y disciplinas, transitando desde las ciencias básicas hasta el dominio de las ingenierías. De este modo se han establecido círculos virtuosos de generación de conocimiento que dan paso a campos emergentes tan poderosos que han transformado el mundo al menos cinco veces en los últimos 200 años. Hablamos de un cambio tecnológico y una nueva organización en los mercados productivos con impacto en la sociedad en su conjunto,2 afectando, tarde o temprano, la vida de todas las personas en el planeta. Si sabemos que estas transformaciones están ocurriendo y la evidencia histórica nos muestra los patrones de cambio —y, además, los mecanismos que determinan su impacto—, usemos entonces ese conocimiento para vivir mejor los años que hemos ganado de vida.

Las implicaciones de envejecer

El envejecimiento es un proceso multivariado, dinámico y acumulativo. A nivel individual, conlleva un deterioro físico y cognitivo que afecta el desempeño de las personas en sus actividades de la vida diaria.3 A esto se suma el estado de salud y otras condiciones de índole socioeconómicas en las que los hábitos juegan un papel determinante, más aún quizá que los genéticos. Esta causalidad no es nueva, siempre ha sido así; lo diferente es que ahora vivimos más tiempo y, por tanto, duramos más años en un cuerpo que seguirá sintiendo los embates del tiempo y las consecuencias del estilo de vida adoptado. Si perdemos funcionalidad, la independencia se compromete y llega la discapacidad que, en sus diferentes grados, condiciona la calidad de vida no solo de la persona envejecida, sino de todos los que la rodean. Esto sin mencionar los altos costos de la dependencia en cualquier etapa.

También el medio ambiente influye como catalizador o inhibidor de la dependencia, que es el principal problema a resolver en la vejez. Lawton4 habla de la relación que se establece entre el individuo que envejece y su medio ambiente para explicar lo que ocurre a las personas y su contexto con el paso del tiempo. La gente cambia y el medio ambiente también. El motor del cambio puede estar impulsado por diferentes factores; en este caso, por la transición demográfica y epidemiológica. El medio ambiente está obligado a cambiar —por lo menos a la misma velocidad, idealmente más rápido— para responder a una creciente demanda de productos y servicios derivados de los cambios en la estructura poblacional.

Cuando el medio ambiente y las personas cambian a velocidades distintas se genera una brecha entre ambos, mientras que cuando lo hacen al mismo tiempo, se mantienen congruentes, en un equilibrio de necesidades satisfechas. Para ejemplificar, mencionemos lo que ocurre con las rampas para el tránsito seguro de personas con discapacidad en la Ciudad de México: no hay suficientes y las que existen no son respetadas en su totalidad, lo que genera un obstáculo para la movilidad de quienes usan sillas de ruedas. La respuesta del medio ambiente ha sido lenta, acentuando la discapacidad de estas personas. La misma brecha se abre cuando el que se separa es el individuo. En el caso de los adultos mayores, los ejemplos son variados y vastos: casi todos coinciden en la dificultad que tienen para interactuar con dispositivos digitalizados, desde el cajero automático en el banco hasta sus teléfonos celulares.

Por un lado, el ambiente ofrece soluciones a los problemas, necesidades y expectativas de quienes envejecen; éstos, por otra parte, deben poder acceder a esas soluciones y, además, asimilarlas. Es decir, las personas no solo deben cambiar, sino evolucionar. Si bien resulta violento pedir a las personas envejecidas que se sigan “modernizando” para cambiar a la misma velocidad que su medio ambiente, sí podemos esperar de este que provea las interfaces que permitan al envejecido permanecer insertado en su contexto social, lo cual constituye parte de la solución. Esta congruencia estructural es a la que idealmente se aspira en todas las etapas de la vida. El segmento de las personas envejecidas es ahora más grande, e irá aumentando de manera progresiva; puede esperarse que sus necesidades también lo hagan. Por lo tanto, podemos decir que la congruencia estructural es un asunto de capacidad resolutiva, accesibilidad y adopción tecnológica.

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Hoy en día tenemos una generación de adultos mayores que nacieron y vivieron en un mundo con patrones tecnológicos, formas de organización y estructuras sociales muy diferentes a las que ahora gobiernan el mundo digital. La forma de hacer las cosas, de relacionarse, de comunicarse —incluso de pensar— son muy distintas a las que ellos aprendieron y practicaron gran parte de su vida. Esto se repite con cada generación, portando un sello característico definido, entre otras cosas por las tecnologías dominantes en la primera mitad de su vida, tiempo en el que adquieren la educación o instrucción con la que más tarde se incorporan al mercado productivo. Bronswijk y otros5 proponen cuatro fases funcionales en la vida de las personas, no definidas por tiempo, sino por desempeño: (1) años formativos, (2) etapa productiva, (3) etapa de retiro, (4) fragilidad y dependencia. Puede decirse que en las dos primeras fases o etapas se forman las competencias del individuo, como el cúmulo de conocimiento + habilidades + experiencia. En las dos últimas, esas competencias determinarán su forma de acoplarse con el medio ambiente que, por supuesto, cambió.

Cuando la estructura social que determina el medio ambiente se modifica más rápido que las habilidades de las personas para asimilar los cambios, el individuo simplemente se atrasa, se aleja de esa estructura, el desarrollo de sus competencias se frena, se ve excluido y, por lo tanto, no puede beneficiarse de lo que su medio le ofrece. Es así que la planeación, el diseño y la implementación adecuados de productos y servicios específicos para la vida y la salud del adulto mayor pueden prevenir o disminuir la brecha entre este y su medio ambiente, impactando en su independencia y, por lo tanto, en su calidad de vida, objetivo principal de la gerontecnología.

Las particularidades de la transición demográfica y epidemiológica de cada región definen una demanda de productos y servicios que obligan a una transformación estructural de los sistemas de salud para poder hacer frente a ese cambio. Se hacen necesarios servicios que antes no existían o que al menos no se brindaban en esa escala. Se plantea la reorganización de la capacidad instalada para migrar a un modelo de atención acorde con las nuevas exigencias en salud. La evidencia internacional sugiere que el camino es pasar de un modelo centrado en la clínica a uno centrado en el paciente, orientado a la comunidad y con énfasis en el primer nivel de atención, con la particularidad de integrar el componente de la asistencia social a la asistencia sanitaria en su concepción y operación.

Cada país define sus prioridades en salud y, con base en ello, manipula las variables que intervienen para alcanzar sus objetivos: calidad, costos, cobertura, accesibilidad, etcétera. Independientemente de las políticas, las tecnologías se están dirigiendo al punto nodal de estos modelos: acercar los cuidados al paciente, tanto como sus necesidades lo demanden, hasta llegar a su propio domicilio. Las TIC y otras tecnologías ofrecen esa posibilidad. Además del fortalecimiento de la telemedicina, se ha detonado una industria de bienes y servicios de teleasistencia, cuidados domiciliarios, de acompañamiento y afectivos, e incluso tecnologías intuitivas, capaces de interactuar con el entorno y quienes lo habitan, dando paso a ambientes inteligentes.

Las posibilidades que ofrecen las tic son muy amplias; el reto para la gerontecnología es cómo combinarlas para utilizar de mejor forma los recursos ya existentes en los sistemas de salud, pues no se trata de impulsar desarrollos completamente nuevos; el reto es lograr mayor eficiencia con lo que ya se tiene. Se trata de una reingeniería de lo que se queda y propuestas innovadoras para integrar las tecnologías maduras con los nuevos desarrollos, buscando cómo potencializar las estrategias centrales de estos innovadores modelos de atención. Se trata, también, de prevención y cuidado de la salud desde edades tempranas, para un envejecimiento activo y saludable, para lograr que los años que nos toque vivir estén libres de dependencia; un diagnóstico temprano realizado con tecnología de bajo costo; rehabilitación física y multisensorial de la funcionalidad a distancia y en ambientes virtuales; cuidados de largo plazo y agudos para quienes enfrentan la dependencia y las complicaciones de la multicomorbilidad, usando tecnologías y algoritmos para la toma de decisiones por parte del personal de salud que atiende a pacientes con situaciones complejas, como los pacientes con Alzheimer y otras demencias. La tecnología es, sin duda, un medio de portabilidad no solo de datos, sino de cuidados a bajo costo y para todos, sin importar qué tan lejos y qué tan solo se esté.

Desarrollo gerontecnológico

Para desarrollar soluciones gerontecnológicas se propone la integración de al menos cuatro dimensiones de aproximación: (1) el impacto que se persigue al usar una tecnología en las actividades que mantienen a una persona activa dentro de la sociedad en su conjunto; (2) el conocimiento relevante para diseñar y materializar esa tecnología en un bien, integrando la variable gerontológica con la tecnológica; (3) la caracterización de las capacidades tecnológicas del usuario (cada generación se distingue por un sello sociotecnológico determinado por las tecnologías dominantes de su entorno en sus años de formación y su experiencia de vida) y (4) el medio ambiente del usuario y las características del contexto socioeconómico y de los recursos disponibles en su ámbito cercano para el funcionamiento de diversas aplicaciones tecnológicas son determinantes para que la solución diseñada se adapte a la realidad de su vida; de otra forma, la tecnología no será adoptada y no logrará su propósito.

Impacto de la tecnología

A lo largo del desarrollo de la gerontecnología se han discutido ampliamente sus usos y alcance en el conjunto de actividades de la vida diaria. Bronswijk y sus colaboradores6 proponen colocar en una matriz de convergencia los cuatro principales usos y ubicar su aplicación en cinco áreas de la vida diaria en las que la intervención tecnológica afecta de forma positiva el desempeño de las personas. El objetivo central es mejorar la calidad de vida de quienes viven el envejecimiento, es decir, de quien envejece y de quienes lo cuidan. La variable principal es la funcionalidad y cómo esta se ve comprometida con el deterioro físico y cognitivo, de modo que los desarrollos se encauzan de acuerdo a cuatro propósitos específicos: (1) proporcionar bienestar por comodidad y/o para la mejora de la autoestima y de las aspiraciones —no solo necesidades, sino también expectativas; (2) prevenir la dependencia derivada de enfermedades asociadas al envejecimiento y sus complicaciones o como consecuencia de situaciones adversas en la vida diaria; (3) compensar o sustituir las capacidades perdidas por el deterioro físico y/o cognitivo o por algún padecimiento; (4) apoyar a los cuidadores y la organización de cuidados para personas con diferentes grados de dependencia (tecnologías para la movilización, el monitoreo y la vigilancia), permitiendo gestionar cuidados a distancia a diferente escala y que los cuidadores conserven su estilo de vida y puedan atender sus necesidades personales.7

Estos desarrollos se aplican en el amplio conjunto de actividades que conforman el espectro de vida de las personas (llamado “dominios de vida” en la literatura). En el caso de la vejez, cinco dominios son relevantes: la salud, el hogar y la vida diaria, la movilidad y el transporte, la comunicación, el trabajo y el ocio.

En la parte central de la Tabla puede observarse la convergencia de usos en los dominios de vida, para definir el impacto que se pretende con una gerontecnología. Esta matriz —tomada de la literatura— se complementa con las otras tres dimensiones mencionadas: la integración del conocimiento relevante, las competencias tecnológicas de los usuarios y el medio ambiente donde se encuentran.

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La base de conocimiento

La gerontecnología es un traje hecho a la medida. No es el dispositivo que se adquiere en el mercado. Es una estrategia, una intervención tecnológica que se fundamenta en conocimiento transdisciplinar con un propósito de bienestar social y dirigido a su contexto de aplicación. Construirlo requiere de un equipo multidisciplinar que trabaja con una metodología transversal y que logre conjuntar sus habilidades heterogéneas para cumplir la fórmula gerontología + tecnología. Es una acercamiento integral al envejecimiento que en su fase de desarrollo es dominado por el campo de las ingenierías. Se puede acotar el espectro enfocándose en las tecnologías dominantes en este momento sociotecnológico, que se asocian a los dominios de vida. Algunas son muy específicas, como el grupo de las bioingenierías, la mecatrónica y la robótica, la arquitectura y el diseño industrial; o las tecnologías de información y comunicaciones, con su indiscutible alcance transversal en todos los dominios de vida. Aunque esto no es limitativo y sin duda otros campos pueden contribuir a la conformación de soluciones de base tecnológica, el componente protagónico se basa en las tecnologías ya mencionadas. Con el vertiginoso avance de la ciencia y la tecnología, los campos dominantes se irán modificando.

Las competencias de los usuarios

El uso y la difusión de las tecnologías dependen de muchos factores. En la gerontecnología tiene especial relevancia que el usuario se enfrente a dispositivos y servicios que lo enganchen fácilmente, que le resulten amigables e intuitivos, que lo hagan sentir cómodo y que el aprendizaje para utilizarlo se fundamente en las habilidades que ya posee. De no ser así, el proceso de aprendizaje tecnológico debe emplear esos referentes para ayudarlo a dar ese paso en su interacción con los nuevos desarrollos. No hay mejor ejemplo que el que ahora vivimos con nuestros abuelos adaptándose a este mundo dominado por las TIC. De hecho, no solo ellos se adaptan; quienes no somos nativos digitales debemos recordar el encuentro con nuestro primer celular o nuestra primera cuenta de correo electrónico. Para unos fue más fácil que para otros, ¿se imaginan cómo fue para los más viejos?

Como se menciona arriba, las competencias del individuo se conforman del cúmulo de conocimiento, habilidades y experiencia adquiridos a lo largo de la vida. Esto se puede caracterizar de acuerdo con las tecnologías dominantes y vigentes con las que creció y se formó. El reto es desarrollar tecnologías que hablen el mismo lenguaje y se integren a estructuras mentales y de razonamiento conocidas por cada generación. Esto no implica perder complejidad tecnológica, sino al contrario.

Medio ambiente

Depende del medio ambiente la construcción y el mantenimiento de una infraestructura gerontecnológica y la capacidad resolutiva que soporten los ambientes, productos y servicios diseñados para el adulto mayor en México: acceso a servicios de telecomunicaciones —como ancho de banda suficiente e irrestricto para diversas aplicaciones dentro y fuera del hogar—; disponibilidad de tecnologías de apoyo comunitarias que faciliten de manera segura su desplazamiento fuera de casa; servicios de salud con capacidad para resolver las demandas de atenciones a distancia e in situ; un marco legal en constante evolución que se encargue de todos los aspectos éticos en el manejo de los datos generados y del uso seguro de las tecnologías de consumo, porque —como en muchos casos— no todo lo que se oferta en el mercado tiene un efecto positivo y probado científicamente. La gerontecnología debe distinguirse por cumplir normas en su manufactura y contar con el respaldo de la validación clínica. Gerontecnología debe entenderse como un grado de certificación. El medio ambiente se encarga de ese marco normativo. Los temas del financiamiento y la accesibilidad por parte del grueso de la población son determinantes para detonar la producción. Es necesario diseñar un esquema económico capaz de favorecer esta dinámica, que hoy parece corresponder a una versión distorsionada de mercados con demanda inelástica. Son temas complejos que se asocian a cambios estructurales que merecen ser discutidos con cuidado desde el ámbito de la política pública.

Sugerencias para la discusión

El desarrollo gerontecnológico implica la integración y participación de diversos actores, dado el alcance que tendrán estas aplicaciones en la vida de las personas. La estrategia debe tener una dimensión intersectorial que incluya a la academia, la industria, el Gobierno y la sociedad en su conjunto, además del Sistema Nacional de Salud, para favorecer una transformación paulatina del medio ambiente hasta lograr un contexto sociotecnológico y gerontorresponsable que participe y favorezca el diseño de ambientes, productos y servicios para el adulto mayor mexicano, sin importar en qué parte del territorio nacional decida o le toque envejecer.

Se hace indispensable el fortalecimiento de los programas académicos, en ciencia y tecnología, de las áreas que naturalmente nutren a la gerontecnología. Es indispensable la sensibilización en el tema para que los grupos de investigación se aboquen a identificar las necesidades, problemas y expectativas de quienes viven el envejecimiento; para diseñar e implementar productos y servicios acordes con el heterogéneo contexto socioeconómico de los viejos en México; para discutir el tema de la accesibilidad gerontecnológica como un factor determinante en la salud del adulto mayor mexicano, y para la implementación de políticas que incentiven su desarrollo en el espectro completo: investigación + desarrollo + innovación.

La tecnología es el arte de manipular el conocimiento a nuestro favor. Ahora es el momento de hacer algo para mejorar la vida y la salud de quienes ya envejecieron y de quienes nos dirigimos hacia allá.

_________

MARÍA DE LOURDES ÁVILA ALVA es ingeniera biomédica por la UAM-Iztapalapa y maestra en Economía y Gestión del Cambio Tecnológico por la UAM-Xochimilco. Realizó estudios de doctorado en Ciencias Sociales en el área de Desarrollo Tecnológico. Actualmente es subdirectora de Investigación Biomédica del Instituto Nacional de Geriatría.

Consulte las notas de este texto en la versión electrónica <www.archivo.estepais.com>.

Una respuesta para “Gerontecnología, promesa de una mejor vida al envejecer
  1. Excelente articulo! Los retos son trabajar en que los gobiernos y otros ofrezcan estas herramientas tecnologicas y que los adultos mayores esten capacitados para utilizarlas. Agradecere me proporcionen informacion de que se esta haciendo en Mexico al respecto.

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