Los impuestos son muchas cosas: fuente de recursos gubernamentales, instrumento de autoridad, herramienta de distribución y redistribución de la riqueza, expresión de un pacto social. También, los impuestos pueden ser vistos como el reflejo del compromiso de individuos, empresas y organizaciones de un país con la sociedad a la que pertenecen (asumiendo, por supuesto, que los ingresos tributarios se usan en beneficio de dicha sociedad), es decir, pueden ser percibidos, justificados acaso, como una manifestación de la reciprocidad y solidaridad presentes en un cuerpo social, la contribución que cada quien hace, de acuerdo a sus posibilidades, para el bienestar colectivo. Esta última apreciación respecto del pago de impuestos podría ser especialmente valorada en sociedades desiguales, donde el Estado cumple una función redistributiva de la riqueza individual a favor del progreso social.
De ser válida la vinculación entre solidaridad/reciprocidad social e impuestos, ¿es posible observar empíricamente su asociación? Sí es posible: la correlación entre los porcentajes de impuesto al ingreso salarial y los niveles de confianza interpersonal arrojan luz sobre esta pregunta. El ejercicio muestra que en general, y sin indicar ningún tipo de relación causal, a mayor porcentaje de impuesto al salario en un país es más alto el porcentaje de personas que tienen altos niveles de confianza en otros; además, la correlación entre las variables es alta (R2 de 0.48). Es decir, ahí donde se cobran porcentajes de impuesto al ingreso salarial más altos también se encuentra que la gente confía más en las personas. Como ilustración, en países como Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Noruega o Suecia se cobran altas tasas de impuestos al salario (entre 36.2 y 17.9%) y en ellos más de 80% de las personas afirman que se puede confiar mucho en la gente. Con 8.1% de impuesto al ingreso y 26.1% de la población con altos niveles de confianza, México se ubica en los últimos lugares dentro los países de la OCDE analizados aquí (29 en total): lugar 24 en porcentaje de impuestos al ingreso salarial y 27 en confianza interpersonal.
Una correlación similar, e incluso un poco más estrecha (R2 de 0.54), se aprecia entre el gasto social gubernamental per cápita y el grado de confianza interpersonal —otra forma de acercarse a comprender el pacto social fiscal presente en un país. Parecería que si los impuestos son importantes en términos de su vinculación con mayores niveles de confianza entre las personas, igualmente lo es, y aún más, el volumen del gasto social de los Gobiernos (uno de los componentes de la calidad del gasto). De nuevo, los países escandinavos y Bélgica muestran los niveles más altos de gasto social gubernamental per cápita (entre 12 mil 700 y 10 mil 500 dólares). De los países analizados, México es el que registra el nivel de gasto social por persona más bajo (mil 200 dólares).
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EDUARDO BOHÓRQUEZ <@ebohorquez> es director de Transparencia Mexicana. ROBERTO CASTELLANOS <@robcastellanos> es coordinador de Investigación Aplicada en la Fundación Este País.