El pasado 8 de marzo como cada año se conmemoró el Día Internacional de la Mujer. Las acciones y reacciones respecto a esta fecha, tanto de varones como de mujeres, comenzaron a fluir con rapidez en las redes sociales en internet. Después de pasar el día a la expectativa de lo que aparecía en la sección de noticias de mi Facebook, me animé a agrupar en tipos algunas de las principales reacciones que desde mi punto de vista, expresan parte de las contradicciones que muchos de nosotros encarnamos en la vida cotidiana.
1. Las mujeres orgullosas y, la mayoría de las veces, rosas. Divididas entre las que desde el estereotipo más tradicional y arraigado, soltaban la lágrima virtual, mientras hablaban de la maternidad, la fragilidad, la feminidad, y las que daban valor al trabajo, la libertad, la condición “multitask” de “la mujer moderna” (así en singular). Destacaban la amiga, la tía y la suegra buena onda que reconocían los triunfos cotidianos y felicitaban a un grupo selecto de mujeres, que consideran, cumplen con los requerimientos para ser una mujer modelo. Sus principales acciones consistían en mandar “mensajes cadena” por todos los medios posibles: mensajes de texto, whatsapp, email, Facebook y Twitter.
2. Las mujeres que estaban en contra de la felicitación. En la mayoría de los casos no sólo era una postura crítica, sino que prohibían, amenazaban o en el mejor de los casos, solicitaban que no se les felicitara. Algunas de estas mujeres acompañaron a lo largo del día esta demanda con otros mensajes, entre los que se encontraban datos duros sobre violencias hacia las mujeres, aclaraciones sobre su exigencia de no felicitación (#NoesAmargura) e incluso frases como “A la mujer se le conquista a diario.”
3. Los varones bohemios y románticos. La prima de una amiga recibió un correo donde un ex-amante la felicitaba por ser luchadora y estudiosa de los géneros oprimidos, cuya firma iba precedida de la galante frase: “Paciencia con los hombres, ya nos haremos dignos de ustedes algún día.” La prima, de otra amiga, recibió un mensaje de un «pretendiente feminista» que se tomó el tiempo de buscar un video en Youtube sobre el 8 de marzo y se lo envió en un mensaje privado de Facebook junto con la frase «Para tí bonita, porque sin duda eres una de las mejores.” En Facebook circulaban los siguientes mensajes en los muros de varones: «Feliz día pinches viejas, las amo» “A las indignadas, a las revolucionarias, a las indecentes, a las no religiosas, a las migrantes, a las de baja escala social, a las madres, a las maestras, a las cocineras, a las que no se rinden, a las que nos acompañan. Felicidades!”.
4. Las posturas institucionales u organizacionales que promueven en la red actividades de dos tipos: la entrega masiva de rosas y poemas a las trabajadoras, lo cual puede ir acompañado de unas horas libres o algún convivio y por otro lado, las actividades conmemorativas como las rodadas de bici en tacones, iniciativas como #cuelgatusbragas, las marchas reclamando justicia por las mujeres asesinadas y desaparecidas, los conciertos en plazas públicas.
5. Las expresiones de hartazgo, de mujeres y varones, sobre el exceso de publicaciones referentes al Día Internacional de la Mujer, en contraste con la constante apatía hacia acciones reivindicativas e igualitarias en el trato cotidiano durante el resto del año.
De lo dicho anteriormente, hay tres puntos que me gustaría destacar. En primer lugar, que existen muchas y variadas formas y experiencias de ser mujeres, por lo que me parece imperativo pluralizar el término “mujer”, que utilizado en singular, oculta la diversidad y abona el terreno para la construcción y reafirmación de los estereotipos del “ser mujer”. No todas las personas poseemos los mismos referentes para construir nuestra identidad de género y por tanto me parece un tanto duro el juicio a las mujeres (y varones) que envían mensajes rosas. Lo anterior no quiere decir que yo esté de acuerdo con estos mensajes. Me parece que como he dicho, contribuyen a la reafirmación de los binomios mujer-hombre, débil-fuerte, frágil-duro, sensible-racional, entre otros. Mi postura respecto a este punto es que habrá que aportar mayores referentes culturales no sólo en un día como este, sino en nuestras cotidianidades. Movernos de nuestras zonas de confort donde a veces el ser mujer, frágil, débil y sensible, trae consigo ganancias secundarias. Tengo amigas convencidas de muchas de las luchas por los derechos de las mujeres, que evalúan de mejor forma a un varón que paga la cuenta, al menos en la primera cita, que a uno que no lo hace. Otras que dicen respetar la diversidad de formas de ser mujer, pero cuestionan a las mujeres que tienen una sexualidad libre o que han decidido retrasar la maternidad o simplemente no ser madres. Uno de los mensajes que me llegó por la mañana fue: “Estoy muy orgullosa de ti, eres un ejemplo de mujer luchadora y trabajadora. Ya cosecharás lo que estás sembrando y verás que encuentras a un hombre que te merezca, que te valore y te amé y tendrás una familia hermosa.” El problema con estos mensajes es que traen implícito el discurso de “una mujer no está completa si no tiene un hombre a su lado y no ha formado una familia”, y esto, justamente, es negar la diversidad de formas de ser mujer, que incluyen mujeres solteras por convicción, o que prefieren estar con una mujer y no con un hombre, entre muchas otras posibilidades.
En segundo lugar, me pregunto si de verdad no hay nada que celebrar. ¿Porqué no festejar hasta la saciedad los derechos ganados? ¿Porqué no hacer una gran fiesta para homenajear a mujeres y hombres que han luchado para conseguir esos derechos? Cuando pienso que en el siglo XIX tendría que estar en un depósito de mujeres, que bien podría ser una tocinería, una atolería o un convento, por ser una “mujer separada de su marido”, o que no tengo una hilera de hijos sin desearlos, que puedo opinar y votar, que tengo derecho al placer sexual, entre otras muchas cosas que han sido impulsadas sobre todo, por mujeres en lucha, me dan unas ganas tremendas de convocar a un convite por los logros en la historia. Faltan muchas luchas que ganar. Hay mujeres cerca y lejos que no gozan de muchos de estos derechos. Sin embargo, me parece necesario reconocer y festejar los logros para que nos demos cuenta de que las acciones en este sentido generan resultados. No estoy de acuerdo en que no hay nada que celebrar. En este sentido “El Día de” me parece una herramienta política necesaria, que o bien se puede banalizar, o bien, aprovechar según lo decidamos. No hay que permitir la despolitización del día, misma que incluye el reconocimiento y celebración de los logros.
Por último, no deja de llamar mi atención dentro de cualquiera de los tipos de acción-reacción que he mencionado, la ausencia del carácter relacional del género, es decir, más allá de los varones que desde una postura romántica celebran y elogian a “la mujer” ¿dónde quedan ellos en las luchas feministas y sus logros? No soy partidaria de las dicotomías, pero en este texto he venido usándolas para ilustrar sobre todo este último punto. Se dice que el Día de la Mujer es sólo de la mujer, se odian o se aman los feminismos y sus luchas como parte de la vida de las mujeres, se habla de seguir estas luchas como un legado para “nuestras hijas”. Se dice que este día es para que las mujeres cambiemos el mundo (no basta con la triple jornada, ahora también nos exigimos nosotras mismas ser las heroínas de nuestros tiempos). Yo me pregunto, ¿no se benefician los varones de las luchas feministas y sus logros? ¿Qué hay del cuestionamiento hacia las masculinidades hegemónicas y las exigencias de ser hombres caballerosos, proveedores, perfectos conversadores y amantes, valientes, racionales, buenos padres? ¿No hay ganancias para los varones que buscan vivir su masculinidad de maneras alternativas?
De la avalancha de comentarios y opiniones el pasado 8 de marzo, los más propositivos a mi juicio, fueron los que cuestionaron alguno de estos tres puntos. Más que regañar a la gente que envía mensajes rosas, ya sean mujeres o varones, e intentar normar las formas de “ser mujer”, me parece mucho más fructífero para las sociedades de las que somos parte hombres y mujeres, celebrar en conjunto los logros, reconocer en conjunto lo que aún falta y pensar en conjunto, en vías para la organización, exigencia y seguimiento de derechos para las mujeres.
Eso de celebrar o no, depende si consideras que los derechos se otorgan o se reconocen; yo considero que los derechos son inherentes al ser humano, entonces celebrar que se ganó un derecho es un sinsentido.
No había tenido oportunidad de comentar. Es muy difícil cambiar las actitudes que imitamos por costumbres o inconsciencia y también por falta de información, por no decir ignorancia que seguimos cometiendo los mismos errores generacionales. Y artículos como LA RESACA nos hacen reflexionar. Gracias Ana Paulina Gutierrez.
Los artículos de Ana Paulina Gutierrez son escensiales para esta época donde lops valores humanon dejan de ser humanos