Pocos aspectos de la vida humana están exentos de palabras. La relación que los hombres establecemos con el mundo sagrado se establece también a través de puentes lingüísticos que casi siempre son poéticos, como puede ejemplificarse en casi todas las lenguas del mundo. Sin embargo, esta relación con lo sagrado, ya normada por lo que podemos llamar “instituciones religiosas ” adquiere dimensiones políticas, económicas y sociales de las que no quedan fuera los estudios lingüísticos.
A través de la historia, se puede observar la relación entre la producción de estudios sobre las lenguas con campañas misioneras religiosas. Pareciera que una buena parte del interés por estudiar las gramáticas de las muchas lenguas mexicanas se correlaciona con la intensidad del deseo de evangelizar. Podemos comenzar con la Colonia, durante los primeros siglos después después de la conquista, se multiplicó el número de vocabularios, gramáticas (llamadas Artes), estudios, traducciones y material en escritura alfábetica en muchísimas lenguas del nuevo mundo. Aún cuando todos estos estudios tienen ahora un gran valor histórico y filológico, no podemos obviar que toda ella tuvo por estímulo el deseo de imponer una religión; al final, el estudio de las lenguas estaba supeditado a otro fin. De algún modo, esta copiosa producción lingüística contribuyó a la imposición de una religión que tuvo muchas veces consecuencias violentas y radicales en la forma de vida y organización de los pueblos originarios.
En contraste, el estado mexicano, ya en el siglo XIX, poco hizo por apoyar los estudios gramaticales de las lenguas de México. Fue hasta principios del siglo XX, en los años 30, que otra institución con objetivos claramente misioneros volvió a impulsar los estudios lingüísticos y la alfabetización en lenguas originarias: el Instituto Lingüístico de Verano. La Secretaría de Educación Pública de la época confió a esta asociación protestante presbiteriana la alfabetización de la población hablante de una lengua indígena. Para lograrlo, era necesario desarrollar vocabularios, diccionarios y gramáticas; sin embargo, al mismo tiempo, los misioneros de este instituto realizaron una intensa labor de evangelización y de traducciones del Nuevo testamento que, poco a poco, fue impactando en gram medida la organización de las propias comunidades. La conversión de muchos indígenas al protestantismo tuvo diversas consecuencias que explican en gran medida la configuración de los pueblos en la actualidad: en muchos casos, la convivencia entre católicos y presbiterianos ha sido armónica pero en otros casos ha desatado problemas que han tenido desenlaces violentos y en muchos casos se ha roto el equilibrio comunitario. A través del trabajo controversial del Instituto Lingüístico de Verano, se puede observar una vez más que la intensidad de la producción de estudios lingüísticos y de lingüística aplicada pareciera estar relacionada, de nuevo, con la evangelización.
En nuestros días, este fenómenos parece que no ha variado mucho. Los misioneros Testigos de Jehová, por poner un ejemplo, cada vez tienen mayor presencia en mi comunidad y me soprende encontrar su propaganda en una diversidad de variantes de la lengua mixe, algo que ninguna de las escuelas bilingües ha logrado. Resulta extraño observar como, a diferencia de la gran mayoría de las instituciones gubernamentales, los Testigos de Jehová paracen evidenciar mayor sensibilidad hacia la diversidad lingüística: no solo publican todo el material de evangelización en las distintas lenguas originarias, también tienen versiones en la lengua de señas mexicana y en braille. En lugar de estancarse en eternas discuciones sobre el alfabeto, llevan años publicando materiales en mixe y en otras lenguas originarias. Es una lástima que este interés esté supedidato por otros objetivos bastante cuestionables y de consecuencias impredecibles.
Aunque es muy lamentable, dice mucho de las políticas lingüísticas gubernamentales el hecho de que, para muchas de las lenguas de México, los únicos estudios gramáticales y materiales escritos que podemos hallar sean los producidos por instituciones misioneras y evangelizadoras. Pareciera que esto no ha cambiado mucho desde la Colonia.
¿Será posible que las instituciones misioneras religiosas tengan mayor sensibilidad a la diversidad lingüística que el estado mexicano? ¿Será posible que las campañas misioneras religiosas evidencien mayor sensibilidad hacia la diversidad de lenguas que otras campañas educativas y programas estatales? ¿Por qué los folletos de los Testigos de Jehová están impresos en mixe y los folletos del programa Oportunidades no? ¿Será posible disociar la copiosidad de los estudios lingüisticos de objetivos claramente religiosos? Espero que sí y creo que ya está sucediendo. De cualquier modo, si no se hace desde el gobierno, tengo la esperanza de que sea desde la sociedad civil que surjan los nuevos misioneros lingüísticos que tengan por objetivo convertir a más almas al disfrute y al respeto de la diversidad de las lenguas. Es la única campaña misionera con la que estaría de acuerdo.