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¿Y usted qué ocupa?
Cultura | Este País | Ocios Y Letras | Miguel Ángel Castro | 01.04.2013 | 0 Comentarios

Es importante, concluíamos en el número anterior, advertir a los estudiantes sobre las variantes regionales o dialectales del español para alejarlos de la rancia idea del prestigio de una sobre otra y, particularmente, para que estén atentos a las diferencias que se presentan al hablar, de modo que puedan identificarlas y enriquecer su conocimiento lingüístico, su cultura. Sabemos que no es estrictamente cierto, y por tanto no es recomendable, decir que hay dos formas de hablar español, la de España y la de América. Deben hacerse las precisiones necesarias, pues ni allá ni acá hay una sola forma de hablarlo. Es frecuente que los aprendientes extranjeros con un nivel avanzado de posesión del español, que viajan a diversas regiones de nuestro país, se topen con dificultades para comprender algunas expresiones, ya sea por la pronunciación o por el uso particular o local de algunas palabras. Para evitar su frustración lo que conviene recordar es que esos problemas también los tienen los hablantes nativos y que se resuelven mediante diversas estrategias.

De aquí la importancia que tiene insistir en que todas las variantes dialectales del español que se hablan en cada país americano son igualmente válidas, y que sus diferencias no afectan al español estándar, a esa koiné que alentaba las aspiraciones de Antonio Castro Leal. Por otra parte, el estudio y descubrimiento de las variantes resulta interesante como fenómeno lingüístico y muchas veces, para el hablante común, curioso y divertido.

Para demostrar lo anterior, y atender una amable solicitud de nuestros amigos, nos ocuparemos del uso que se le da al verbo ocupar en una región de nuestro país. Quien viaje por primera vez a Colima puede confundirse con preguntas como “¿Ocupas tortillas?”, o con afirmaciones como “Y le dije que ocupaba ir al médico y no me hizo caso”, o con peticiones como “Ocupo dinero para pagar el teléfono, préstame dos mil pesos”. Es claro que en todos estos casos ocupar se usa como sinónimo de necesitar, de modo que los colimenses tienen dos formas para expresar tal idea.

Si bien este uso de ocupar está documentado en los diccionarios locales de colimotismos, la explicación de su origen no queda clara; nosotros encontramos en el Corpus diacrónico del español (corde) de la Real Academia Española, disponible en línea, el siguiente caso tomado de una Relación de Miguatlán… escrita en 1609 por un autor desconocido: “No ocupa indios en la labor de su hacienda, porque no la tiene; ni se le conocen más armas que espada, daga y arcabuz, y los caballos que ha menester para su servicio”. Se trata de un uso de ocupar que asocia tanto la idea de ‘necesitar’ con la de ‘emplear’ o ‘usar’. Habrá que seguir, sin embargo, las averiguaciones para tratar de determinar en qué momento se fijó en esa región de México el uso de ocupar con el sentido de ‘necesitar’. Ahora, ya entrados en materia, repasemos la familia del vocablo.

Ocupar procede del latín occupare y significa, según el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española (drae): 1) ‘Tomar posesión o apoderarse de un territorio, de un lugar, de un edificio, etc., invadiéndolo o instalándose en él’; 2) ‘Obtener, gozar un empleo, dignidad, mayorazgo, etc.’; 3) ‘Llenar un espacio o lugar’; 4) ‘Habitar una casa’; 5) ‘Dar que hacer o en qué trabajar, especialmente en un oficio o arte’; 6) ‘Embarazar o estorbar a alguien’; 7) ‘Llamar la atención de alguien; darle en qué pensar’; 8) ‘Emplearse en un trabajo, ejercicio o tarea’; 9) ‘Preocuparse por una persona prestándole atención’; 10) ‘Poner la consideración en un asunto o negocio’; 11) ‘Asumir la responsabilidad de un asunto, encargarse de él’. Si el paciente lector busca ejemplos para cada una de estas acepciones tendrá dificultades cuando más en un par de ellas, la mayoría forma parte del catálogo general y cotidiano del verbo ocupar en nuestra lengua. La edición de 2010 del Diccionario de mexicanismos de la Academia Mexicana recoge el significado de ocupar como ‘usar’: “Estoy ocupando el libro, no te lo puedo prestar”; y la forma pronominal ocuparse, que se emplea en forma coloquial para decir que una prostituta presta sus servicios. El ejemplo que se ofrece para ilustrar este uso no resulta convincente.

Llama la atención no encontrar en el drae los usos del adjetivo ocupado que, si bien pueden inferirse de las definiciones anotadas consignadas del verbo, extraña el de ‘hacer algo que impide hacer otra cosa’, tan frecuente entre nosotros en expresiones como “No me molestes ahora, estoy ocupado”, o de no estar libre porque una situación determinada (el trabajo, el estudio, un entretenimiento, un problema, un largo etcétera) posee o se apodera de una persona y la ocupa, o bien alguien se apropia de algo: “Este asiento está ocupado”. El Diccionario de mexicanismos señala que ocupado ‘referido a un número de teléfono o una línea telefónica’, significa ‘que da la señal indicadora de que está bloqueado por otra comunicación’: “Te estuve llamando toda la tarde, pero siempre sonaba ocupado”.

Desocupar es ‘dejar un lugar libre de obstáculos’ y ‘sacar lo que hay dentro de algo’, por ejemplo: “Desocupen la cama para que Jorge se recueste” y “Nos pidieron que desocupáramos la oficina”. Con el pronombre se, la acción de desocuparse, es ‘desembarazarse de un negocio u ocupación’, pues es dejar de estar ocupado: “¿A qué hora te desocupas?”. El DRAE registra un uso de esta forma verbal que me parece poco frecuente o inexistente en México, y no solamente en Argentina, Uruguay y Honduras, como sinónimo de parir, ‘expeler el feto’, pues no recuerdo haber escuchado a nadie decir algo como “La mujer de mi primo ayer se desocupó: tuvo gemelos”. Esta acepción consignada en el lexicón nos conduce a pensar que es probable que así se haya empleado la voz desocuparse pero también a considerar que ha sido bueno que se desechara uso tan poco elegante.

El adjetivo desocupado hace referencia al ‘vacío de personas o cosas’: “Los socios encontraron el salón desocupado”, a no tener algo que hacer, a estar libre de obligaciones u ocioso en un momento determinado. Como sustantivo un desocupado alude al infortunio de no tener empleo o trabajo, en los países hispanoamericanos es equivalente a ‘desempleado’, y por considerar que se trata de una ‘situación de paro forzoso’, en España se usa la voz parado.

No sobra enumerar los valores del sustantivo ocupación: 1) ‘Acción y efecto de ocupar u ocuparse’; 2) ‘Trabajo o cuidado que impide emplear el tiempo en otra cosa’ (con este sentido suele emplearse también en plural: ocupaciones); 3) ‘Trabajo, empleo, oficio’; 4) ‘Actividad, entretenimiento’; 5) en Derecho es ‘Modo natural y originario de adquirir la propiedad de ciertas cosas que carecen de dueño’; y 6) en Retórica es ‘Anticipación o prevención de un argumento’. Una ocupación militar es la ‘permanencia en un territorio de ejércitos de otro Estado que, sin anexionarse aquel, interviene en su vida pública y la dirige’.

Una preocupación es, como lo sentía Sor Juana, un ‘desasosiego’, un ‘temor’, una ‘inquietud’, una ‘intranquilidad’ que ocupa la mente y los pensamientos. Según el lacónico drae es la ‘acción y efecto de preocupar o preocuparse’, que es algo de lo siguiente: 1) ‘Ocupar antes o anticipadamente algo’; 2) ‘Prevenir a alguien en la adquisición de algo’; 3) ‘Dicho de algo que ha ocurrido o va a ocurrir: producir intranquilidad, temor, angustia o inquietud’; 4) ‘Dicho de una cosa: interesar a alguien de modo que le sea difícil admitir o pensar en otras cosas’; y 5) ‘Estar interesado o encaprichado en favor o en contra de una persona, de una opinión o de otra cosa’. Es evidente que entre nosotros valen la tercera y cuarta acepciones: “Nos preocupa el deterioro del medio ambiente”, y la de prestar o dar atención o especial interés a un asunto determinado: “Preocúpate de tu vida y no de la de otros”.

Entre las observaciones que hace el Diccionario panhispánico de dudas al uso de preocupar y preocuparse, y que conviene recordar tenemos: 1) “Cuando significa ‘causar temor o inquietud’, por tratarse de un verbo de “afección psíquica”, dependiendo de distintos factores el complemento de persona puede interpretarse como directo o como indirecto”. Esto es que puede usarse con los pronombres lo, la y le: “A él eso no lo preocupaba”, “Claro que le preocupa que le quieran”. Añade que la causa del temor o la inquietud es, en esta construcción, el sujeto gramatical, que no debe ir precedido de preposición de: “Le preocupa que...”, y no “Le preocupa de que…”. 2) Cuando significa ‘sentir temor o inquietud por alguien o algo’ y dedicar atención a alguien o algo’ suele construirse con por o de: “Tus hijos no se preocuparán por su abuelo” y “Jamás se han preocupado de mí”.  ~

 

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MIGUEL ÁNGEL CASTRO estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Ha sido profesor de literatura en diversas instituciones y es profesor de español en el CEPE. Fue director de la Fundéu México y coordinador del servicio de consultas de Español Inmediato en la Academia Mexicana de la Lengua. Especialista en cultura escrita del siglo XIX, es parte del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la máxima Casa de Estudios y ha publicado libros como Tipos y caracteres: la prensa mexicana de 1822 a 1855 y La Biblioteca Nacional de México: testimonios y documentos para su historia. Castro investiga y rescata la obra de Ángel de Campo; recientemente sacó a la luz el libro Pueblo y canto. La ciudad de Ángel de Campo, Micrós y Tick-Tack.

 

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