En 100 días pasa mucho. Se transmite el poder en medio del caos o el orden y dentro de un aparato de símbolos; se nombra el gabinete a base de olfato, visión, simpatías, cuotas, proyecto; se marca el tono de la relación con otras fuerzas políticas y otros poderes; se establecen líneas programáticas fundamentales, se acusa un estilo. Son días de señales más que de resultados específicos, pero también de definición, de indicar rumbo y echar a andar en una dirección. Son cruciales porque, establecido el rumbo, el costo de desviarlo es altísimo. 100 días son suficientes para evaluar no un Gobierno sino una idea y sus primeras consecuencias. Este País repasa lo sucedido en este tiempo dentro de nueve áreas fundamentales.
¿Son 100 días suficientes para establecer un estilo de gobierno? Sí, sin duda. ¿Suficientes para establecer el rumbo de una nación? No. El buque de una nación tiene inercias, tarda en reaccionar. Pero sí podemos leer el movimiento del timón, que nos indica mucho.
Las formas
Desde antes de tomar posesión, como presidente electo, Enrique Peña Nieto (EPN) dejó ver la recuperación ostensible de las formas en su operación política. Reuniones con líderes opositores desde el arranque, de él y de sus principales operadores. Miguel Ángel Mancera se pasea por Palacio Nacional después de una larga reunión. “Veo disposición”, declara al salir. Asistencia al informe del ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación con inesperadas palabras de elogio al trabajo de ese Poder. Cero alusiones personales, directas o indirectas, a su antecesor o su partido. Suavidad en los calificativos en las áreas donde hay cambios: cambios sin escarnio. Cuidada relación con su propio partido, pero desde Insurgentes Norte, apoyo total a su presidente, por aquello de evitar confusiones. Reunión con todos los gobernadores, por separado, por partido, y en la Conago. De esa reunión asombra a los periodistas la calidez del encuentro, el primero para EPN como presidente. Candidatura en Baja California, operación delicada sin estragos. Sorpresivo Pacto horas después de tomar posesión, mucho trabajo atrás pero, ¿y qué hay más allá de la foto?, se preguntan muchos. Más allá de la foto, el presidente cede su facultad de dos iniciativas preferentes para que se decidan en función del Pacto. Pasan las semanas, los meses y, a pesar de los múltiples intereses por bombardear el acuerdo, este sigue vivo. El presidente acude dos veces al Senado y va más allá de un encuentro formal. Notorio reconocimiento a las Fuerzas Armadas en su centenario, espada y sable aparecen en otra ceremonia, se instaura el día del Estado Mayor Presidencial. EPN recorre con el jefe de Gobierno la exposición militar en el Zócalo. Salvo una entrevista acompañado de su hija a una revista de las denominadas del “corazón”, EPN se mantiene cuidadoso. Su esposa no da pie para críticas, hay plena discreción.
EPN pasa fin de año en Acapulco, la segunda ciudad más violenta del mundo, brinda apoyo abierto a su gobernador, opositor por cierto. El mensaje es claro: adiós a la lectura partidaria. El presidente aparece con frecuencia en Palacio Nacional, lo cual imprime una solemnidad a sus actos. Formas, señales, un nuevo lenguaje político que empieza a distender el ambiente.
Imagen
De entrada, está la crítica fácil: EPN es pura imagen. “La percepción son hechos en tanto que la gente cree en ellos”, dijo Berkeley. México arrastra al interior y al exterior un severísimo problema de imagen, de percepción. Mientras estudios duros como los de la Onudi dan a México el lugar número 30 en competitividad industrial, y el Doing Business del Banco Mundial nos asigna el lugar número 48, con un ascenso de 5 posiciones; mientras México se convierte en el cuarto exportador de automóviles en el mundo y desplaza —quién lo diría— a Japón en las exportaciones a Estados Unidos, la percepción se desploma. México pierde 4 lugares en el Índice de Marca de País (lugar 51); el World Economic Forum (que registra únicamente la percepción) nos coloca, por crimen organizado, en el lugar 139 de 144 naciones, el sótano, y en el 135 por los costos que tienen el crimen y la violencia en los negocios. En el Índice de Percepción de Corrupción (IPC) de Transparencia Internacional, México viene en el lugar 105, con una calificación de 34 puntos sobre 100. Por encima de México están Gambia, Gabón, Senegal, Benín, Zambia, Burkina Faso, Sri Lanka, Túnez, Liberia, Ghana, Omán o Namibia, simplemente para hablar de una región del mundo. Con todo mi respeto a estas naciones, pero dudo que en desarrollo institucional superen a México. Ningún otro indicador nos dice lo mismo. Pero el hecho es que así nos están viendo. O sea que EPN hereda un gravísimo problema de imagen que debe atacar. Por eso la inversión extranjera no crece a la velocidad que debiera. La mala fama internacional de México es un problema real con consecuencias en el empleo y el bienestar de las familias. Qué bueno que cambiaron la estrategia de comunicación oficial, es solo el comienzo en la reconstrucción de una mejor imagen que nuestro país se merece y que le conviene.
Agenda
Nadie se puede llamar a engaño. En seguridad, cambio de estrategia sin cacería de culpables. Arraigo, simplemente marcha atrás con unas cuantas palabras del procurador Murillo. Mandos únicos, todo el apoyo federal. Corrupción, en los primeros lugares de la agenda. Telecomunicaciones, sobre aviso no hay engaño, y el aviso llegó el primero de diciembre. Hambre, 11 muertos en un año, simplemente intolerable. Ley de Amparo, para adelante a pesar de los múltiples y poderosos intereses que se manifestaron en contra. Ley de Víctimas, insostenible, pero no será EPN quien la frene. Deuda de estados y municipios, al banquillo. Educación, rápido y con destinatarios muy concretos. Se oyó en el salón de clases, Elba Esther a su sitio. En los hechos, 100 días han bastado a EPN para fijar un estilo propio y trazar el rumbo. El buque empieza lentamente a reconocer lo que el timonel le marca. Alguien da las instrucciones.
Estamos ante un ente político que conoce el valor de las palabras, de los gestos, de las formas, de las buenas maneras como instrumento para fines mayores. Adiós a las “bravuconadas”, a los “buscapleitos”. Eso en sí mismo supone recuperar una dimensión imprescindible para la conducción de cualquier país. Se llama política: no ofender, pactar lo posible, romper donde es inevitable, explicar mil veces, mantener y fomentar los vínculos con los opositores, recuperar el ánimo de un país herido. No es poca cosa para 100 días.
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FEDERICO REYES HEROLES es director fundador de la revista Este País y presidente del Consejo Rector de Transparencia Mexicana. Su más reciente libro es Alterados: Preguntas para el siglo XXI (Taurus, México, 2010). Es columnista del periódico Reforma.
Hoy lo escuché en el remedo de “pluralidad” de la mesa de análisis, junto con los deleznables, Aguilar Camín, Amparo Casar y Jorge Castañeda. Quizá por su apellido sentía un poco de respeto, pero escucharlo hablar con lujo de sarcasmo sobre una mentira que mil veces repetida, ya parece verdad gracias al eficiente trabajo que han realizado usted y todos los empleadillos de TELEVISA y del poder priísta. Porque usted no es ingenuo ni le falta información, a usted le pagan por mentir descaradamente. ¿O no ha oído acaso lo que expresó el Dr Díaz Barriga acerca de la Reforma Educativa? ¿O no ha leído un artículo que que publicó La Jorndada, firmado por Tatiana Col. Caray, valdría la pena que lo hiciera, por lo menos para tener el pudor de contrastar un poco lo que se dijo en esa mesa. Soy docente de bachillerato, ya hasta ahorita, no se me ha preguntado nada sobre esta Reforma. Tengo 2 licenciaturas, y diplomado en eseñanza de español a extranjeros, todos por la UNAM, y una especialidad en comptetencias docentes, y sabe qué, gano 500 pesos a la quincena por grupo. Ahora sólo tengo 3 grupos, así que calcule usted. Seguramente gano lo que usted deja de propina en los restaurantes donde asiste, gracias a lo que percibe por los “favores recibidos”. ¡Y NO SR. REYES HEROLES!! Los maestros no estamos en contra de la Evaluación, ésta es es efecto, una estapa de cualquier proceso de enseñanza-aprendizaje, estamos en cotra de una evaluación estadarizada, en condiciones totalmente desiguales y donde ni siquiera se ha hecho lo que es urgente: evaluar el actual sistema educativo. Todo esto lo sabe usted y lo sabe bien;sin embargo miente deliberadamente. ¡Qué vergüenza ser el hijo de quien es!
Recuerdo un texto, en los primeros días de Carlos Salinas denominado “Por la Vía de Los Hechos”, del mismo autor. Se repite la historia, coincidencias del destino.