El grado de movilidad social es un buen indicador del desarrollo de un país en el largo plazo. A mayor movilidad social, más igualdad de oportunidades. En ese sentido, la construcción de un sistema de protección social universal que garantice un piso mínimo de bienestar para toda la población es un instrumento de política que puede ayudar a reducir la desigualdad de oportunidades e incrementar las opciones de movilidad social ascendente para aquellos mexicanos que parten de una condición de desventaja socioeconómica. RVG
México es un país de baja movilidad social. Lo anterior significa que la posición socioeconómica de un mexicano está determinada en gran medida por la posición que ocupaba el hogar de sus padres. Además, el país se caracteriza por tener altos niveles de desigualdad y pobreza. En dicho contexto, la condición de baja movilidad social tiene consecuencias preocupantes. En lo que se refiere a la desigualdad, la evidencia muestra que las sociedades de baja movilidad también son altamente desiguales.2 Si a esto se añade que la baja movilidad se concentra en los extremos de la distribución socioeconómica —donde el extremo inferior está compuesto por población en condición de pobreza—, es posible que la sociedad se encuentre inmersa en un proceso de polarización creciente. Una primera implicación de lo anterior es que la pobreza, de hecho, se hereda. Otro posible efecto es que la cohesión social se vea afectada negativamente y, por lo tanto, los arreglos sociales existentes sean difícilmente sostenibles.
Con base en los resultados del Informe de Movilidad Social en México 2013, publicado por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), se plantea la necesidad de que la movilidad social se constituya en el eje rector de la política social de México y, por lo tanto, sea incluida como tal en el Plan Nacional de Desarrollo. En el análisis del CEEY se identifican varios instrumentos de política que resultan necesarios para lograr la movilidad social. Entre ellos, destaca la propuesta de crear un sistema de protección social universal que asegure un piso mínimo de bienestar para toda la población mexicana.
Para el año 2010, más de la mitad de la población mexicana no tenía acceso a la seguridad social. Además, prácticamente 25% de la población total no era beneficiaria de algún programa social.3 Por otro lado, y como se muestra en este artículo, el origen —independientemente de la realización socioeconómica de las personas— condiciona el acceso a mecanismos de protección social.
Dicho lo anterior, aunque en los últimos años ha habido avances, se reconoce que la política de desarrollo social actual no es suficiente para ofrecer protección social integral a todos los mexicanos.4 La construcción de un mecanismo de protección social que garantice un piso mínimo de bienestar es el primer paso que el país debe dar para construir una sociedad más móvil en términos sociales, es decir, más cohesionada, donde prevalezca la meritocracia y en la que los recursos humanos no se desperdicien por la presencia de limitantes para el desarrollo del potencial de las personas. El primer reto para lograrlo es generar las condiciones de política hacendaria que aseguren la sostenibilidad del sistema a través de impuestos generales.
¿Qué es movilidad social?
Las respuestas son tan diversas como diversos son los públicos. Algunos piensan que se trata de un concepto relacionado con el fenómeno de la migración. Otros lo ven como un tema de transporte relacionado con lo que en los últimos años se ha llamado “movilidad vial”. También hay quienes lo identifican con los cambios en el nivel de vida de las personas. Esta última es, precisamente, la respuesta más cercana a la definición de movilidad social. Al acompañarlo del adjetivo social, el concepto de movilidad se acota a un campo de estudio que se concentra, en general, en el análisis de las opciones que tienen los miembros de una sociedad para cambiar su nivel socioeconómico y, en particular, en identificar la facilidad con la que dichos miembros pueden moverse a lo largo de la estructura socioeconómica.
El intercambio de posiciones en la escala socioeconómica, que es en el que se concentra el presente análisis y que es conocido como “movilidad relativa”, es un arreglo donde los que ganan posiciones en la estructura socioeconómica lo hacen, irremediablemente, a costa de otros. En este caso, la búsqueda de movilidad se justifica a partir de objetivos como la meritocracia, la cohesión social y el aprovechamiento óptimo del talento de los miembros de una sociedad.5 No se trata de un juego de suma cero, sino de un arreglo conveniente para todos los miembros de una sociedad, en este caso los mexicanos.
¿Qué es protección social?
De acuerdo con Ferreira y Robalino, la protección social tiene dos objetivos principales: (1) la seguridad social, es decir, suavizar el consumo a lo largo del ciclo de vida a través de distintos esquemas, por ejemplo el seguro de desempleo, y (2) la redistribución, es decir, redistribuir el ingreso a través de esquemas de asistencia social.6 En otras palabras, el sistema de protección social, a diferencia de uno de seguridad social, busca establecer un piso mínimo de bienestar para las personas.
En general, los beneficios de la seguridad social son distintos para cada persona, ya que dependen de la condición laboral de esta. En México, las personas empleadas en trabajos formales reciben los beneficios de la seguridad social financiados con el pago de cuotas al sistema, tanto por parte de ellos como de los empleadores (vivienda) y el Gobierno (pensión).7 Los empleados informales, por otro lado, no cuentan con dichos beneficios. Hay que hacer notar, además, que la informalidad —aunque no en su totalidad— se encuentra más ligada a empleados con menores niveles de capital humano, es decir, que se encuentran en pobreza o con mayores posibilidades de caer en ella (más vulnerables). Para eliminar dicha dualidad, y para asegurar el piso mínimo de bienestar al que se hizo referencia anteriormente, se puede migrar a un sistema de protección social universal. De esta forma, toda la población quedará protegida ante contingencias que bajo otro esquema pueden derivar en choques catastróficos, con efectos permanentes e intergeneracionales.
El contexto de movilidad social en México
¿Qué significa que la movilidad social relativa en México sea baja en los extremos de la distribución? Como se puede observar en la Gráfica 1, 48 de cada 100 mexicanos adultos con origen en un hogar que se ubicaba en el quintil más bajo de la distribución socioeconómica, no lograron ascender.8 Entre los que sí lo hicieron, resalta el hecho de que la mayoría no ascendió más allá del segundo quintil. En resumen, 70 de cada 100 mexicanos con origen en el quintil más bajo hoy forman parte del 40% de la población más pobre en términos relativos. En el contexto actual de pobreza, esto significa que en gran medida la pobreza en México se hereda.
Por otro lado, al observar el patrón de movilidad de aquellos mexicanos con origen en el quintil más alto de la distribución, resalta el hecho de que 52 de cada 100 no sufren descenso alguno. Si además sumamos a quienes no descienden más allá del quintil 4, resulta que 78 de cada 100 mexicanos con origen en el estrato más alto no caen al estrato socioeconómico medio por debajo de este. En este caso, lo que se puede concluir es que el statu quo de la población relativamente más rica persiste entre generaciones (ver la Gráfica 2).
La movilidad social en México en el contexto internacional
¿Qué tan baja es la movilidad social en México? En la Gráfica 3, las columnas de la izquierda en las distintas parejas de columnas que se presentan, permiten comparar entre países las proporciones de población con origen en los quintiles más bajos de la distribución socioeconómica que no logran cambiar de posición. México resulta ser el país con mayor inmovilidad de este tipo. Resalta el hecho de que el país más cercano en términos de esta inmovilidad sea Estados Unidos. Sin embargo, hay que recordar que el modelo norteamericano, a diferencia del de los Estados de bienestar, no establece como objetivo central la reducción de la desigualdad a través de la provisión de bienes públicos como salud o seguridad social.
Por otro lado, si lo que se compara es la movilidad socioeconómica de largo alcance, es decir, la proporción de individuos con origen en el estrato más bajo que logran escalar hasta el más alto, se reafirma el hecho de que México es un país con baja movilidad ascendente desde el extremo inferior de la distribución. Como se puede observar en las columnas derechas de las distintas parejas de columnas que se presentan en la Gráfica 3, México tiene la menor movilidad de este tipo. Incluso Chile —que como México pertenece a la región latinoamericana, la más desigual del mundo— presenta una proporción de movilidad del doble de la mexicana. En cuanto a los países del norte de Europa, la proporción de movilidad de máximo alcance, en promedio, triplica la de México.
Protección social: vulnerabilidad por
condición de origen
¿Son similares los mexicanos con origen distinto que al final se ubican en el mismo estrato socioeconómico? Resulta interesante analizar si al interior de los quintiles socioeconómicos se observan características distintas entre los mexicanos que los conforman. Para esto, en la Gráfica 4 se compara la condición de aseguramiento médico para dos tipos de mexicanos, los de origen en el quintil socioeconómico más bajo y los de origen en el más alto. Dicha condición de aseguramiento se refiere únicamente a la recibida, como prestación laboral, en el IMSS, el ISSSTE y otras instituciones públicas. En resumen, la diferenciación entre las personas surge de la condición de formalidad o informalidad de su trabajo.
Los resultados muestran que la condición de origen, independientemente del logro socioeconómico relativo de los mexicanos, establece diferencias en la condición de aseguramiento médico. Por ejemplo, la proporción de mexicanos con origen en el quintil socioeconómico más bajo que se ubican en el quintil 1, 2 o 3 y que cuentan con prestación laboral de seguro médico no es mayor a 22%. De hecho, solo alrededor de 10% de quienes se ubican en los primeros dos quintiles cuentan con dicha prestación. Al mismo tiempo, la proporción de aquellos con origen en el quintil más alto que descendieron a los quintiles 1, 2 o 3 y que cuentan con la prestación laboral de seguro médico no es menor a 40%. La proporción de asegurados —para reafirmar lo anterior— entre los individuos de origen en el estrato más bajo que ascienden al quintil 4 también es menor a 40%. De lo expuesto se deriva que el origen de los mexicanos que se ubican en los estratos medios y bajos condiciona sus opciones de aseguramiento ante la posibilidad de que enfrenten adversidades. En otras palabras, el origen resulta un factor diferenciador en el grado de protección social que gozan los mexicanos, que hace que los de origen en los estratos bajos resulten más vulnerables que los de origen en el estrato más alto.
Protección social universal como instrumento para incrementar la movilidad social
¿Qué instrumentos de política pueden incrementar la movilidad social? En general, se identifican dos etapas que influyen directamente sobre las opciones de movilidad de las personas. La primera tiene que ver con la formación de capacidades, por ejemplo, el acceso y la calidad de la educación y la nutrición. La segunda, con la realización socioeconómica de los individuos, por ejemplo, el esfuerzo personal, y con factores externos como el buen funcionamiento de mercado laboral y la existencia de un sistema de protección social.
Con el fin de cambiar los patrones descritos, en México deben establecerse mecanismos que incrementen el piso mínimo de bienestar, para así eliminar la pobreza, reducir la desigualdad persistente y lograr una mayor movilidad ascendente. Con este fin, en términos de las características de movilidad por estrato descritas anteriormente, se identifican al menos dos condiciones necesarias: (a) que los mexicanos con origen en los estratos bajos de la distribución socioeconómica sean dotados de instrumentos para poder alcanzar, como mínimo, las condiciones de vida de los estratos medios, y (b) que los mexicanos con origen en los estratos medios cuenten con instrumentos que los hagan menos vulnerables a las adversidades, que pueden provocar que caigan por debajo de su estrato de origen.
Una política adecuada para dotar a la población de dichos instrumentos es la creación de un sistema de protección social universal que se caracterice por garantizar un piso mínimo de bienestar para la población mexicana. Para lograrlo, se requiere establecer un sistema que incluya el acceso efectivo a la salud, una pensión mínima y un seguro de invalidez y vida que evite que las familias sufran las consecuencias económicas de algún suceso catastrófico.9 Si se logra lo anterior, se eliminará, en buena medida, la posibilidad de que grupos de población con origen en estratos bajos, o aquellos que sufren choques adversos a lo largo de su vida, hereden dichas desventajas a la siguiente generación.
Consideraciones finales
La baja movilidad en México se concentra en los extremos de la distribución socioeconómica. Esto, además, se da en un contexto de alta pobreza y alta desigualdad. Un efecto de lo anterior es que la pobreza, de hecho, se hereda. Y un peligro latente es que el tejido social se resquebraje y los arreglos sociales existentes se rompan. Para revertir lo primero y evitar lo segundo, se necesita establecer un sistema de protección social universal que garantice un piso mínimo de bienestar para todos los mexicanos.
La vulnerabilidad de la población descrita en la sección cuatro de este artículo muestra una de las principales debilidades de la política social en México. En particular, el éxito de los programas de combate a la pobreza no puede ser medido en términos de la salida de dicha condición en el corto plazo, sino en la perdurabilidad de una mejor condición. En la medida en que se diseñen mecanismos de protección social que reduzcan la probabilidad de que las personas sufran choques catastróficos, como lo puede ser el costo de un accidente o una enfermedad crónica de alguno de los miembros de una familia, se incrementarán las probabilidades de que los recursos enfocados al desarrollo social resulten socialmente redituables. No hay que olvidar, sin embargo, que el primer reto para construir un sistema de protección social con estas características radica en la necesidad de crear las condiciones de política hacendaria que aseguren la sostenibilidad de dicho sistema a través de impuestos generales.
1 La mayor parte del presente documento es una síntesis de: Roberto Vélez Grajales, Raymundo M. Campos Vázquez, Juan Enrique Huerta Wong y el CEEY, Informe de movilidad social en México 2013, ceey, 2013. Sin embargo, cabe mencionar que el presente análisis, al enfocarse en el tema de la protección social, aporta nueva evidencia obtenida de la fuente de datos primaria utilizada para elaborar el documento antes citado: la Encuesta esru de movilidad social en México 2011 (emovi-2011). Tanto el documento como la base de datos se encuentran disponibles en .
2 Investigaciones empíricas como las de M. Jantti, et ál., “American Exceptionalism in a New Light: A Comparison of Intergenerational Earnings Mobility in the Nordic Countries, the United Kingdom and the United States”, Institute of Study Labor (iza), Discussion Paper núm. 1938, 2006; G. Solon, “Intergenerational Income Mobility in the United States”, en American Economic Review, vol. 82, núm. 3, 1992, pp. 393-408, y “Cross-Country Differences in Intergenerational Earnings Mobility”, en Journal of Economic Perspectives, vol. 16, núm. 3, 2002, pp. 59-66, entre otras, han confirmado que existe una correlación negativa entre la desigualdad y la movilidad.
3 Jorge A. Chávez Presa, Fausto Hernández Trillo, Luis Felipe López-Calva y el ceey, El México del 2012: Reformas a la hacienda pública y al sistema de protección social, ceey, 2012, p. 136.
4 Ibíd., p. 134.
5 J. Serrano y F. Torche (eds.), Movilidad social en México: Población, desarrollo y crecimiento, ceey, 2010.
6 F.H.G. Ferreira y D. Robalino, “Social Protection in Latin America: Achievements and Limitations”, World Bank Policy Research Working Paper 5305, Banco Mundial, Washington, 2010.
7 La seguridad social incluye: seguros de salud, de vida, de invalidez y contra riesgos laborales; beneficios de guarderías, centros deportivos y culturales; pensiones de retiro y crédito para la vivienda.
8 El índice de estatus socioeconómico del hogar de los hijos adultos y del hogar de origen de estos se construye con base en F. Torche, “Gender Differences in Intergenerational Mobility in Mexico”, documento de trabajo del CEEY, 2012. Para hacerlo se elabora, en primer lugar, un índice de activos que combina un conjunto de bienes y servicios en el hogar; este se calcula mediante un análisis de componentes principales. Posteriormente, se realiza un ajuste con base en una medida del estatus ocupacional individual. El estatus ocupacional se mide a través del isei (índice que asigna a cada ocupación un valor en una escala numérica que refleja el nivel de ingresos esperado para esa ocupación, dada la escolaridad promedio de quienes la ejercen). La asociación intergeneracional del estatus socioeconómico se calcula para mujeres y hombres ocupados de entre 30 y 50 años de edad.
9 Jorge A. Chávez Presa et ál., El México del 2012, óp. cit.
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ROBERTO VÉLEZ GRAJALES es director del Programa de Movilidad Social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias. Correo: <[email protected]>; Twitter: <@robertovelezg>.