“Há certos protestos que cimbran o mundo.
A crescente e estancada “classe média” parece ter esse poder.
Mais os lucros não se atingem tão só com tremores.”
“Desde faz tempo, muito, tem tido gente que grita.
Só que não têm querido os escutar.”[i]
“¡El Gigante ha despertado!” Esta fue la frase favorita en los medios de comunicación tras las protestas de los últimos días en varias ciudades de Brasil. La idealización de dichas protestas multitudinarias no se hizo esperar. Comenzó a hablarse de la primavera brasileira y de los cambios por venir en América Latina. Después de asistir a dos marchas la última semana, convocadas por dos organizaciones distintas, mi primera pregunta fue si realmente “los brasileiros” habían estado dormidos. Me preguntaba quienes eran esos brasileiros de los que se hablaba y sobre todo, de los que no se hablaba. Y también que es lo que se decía y hacía fuera de los medios ¿Cómo vive la gente las protestas y su difusión mediática en la capital de Brasil?
Día Nacional de Lutas contra la mafia del transporte
“Vem, vem, vem pra rua vem.”[ii]
Las protestas en distintas ciudades de Brasil comenzaron contra el alza de los precios en el transporte público, para seguir con el gasto excesivo en la infraestructura para el mundial del 2014, la PEC 37 y la propuesta de “cura gay”. La mayoría de manifestantes, los que tomaban las calles, pertenecían a la “clase media” y eran estudiantes.
En Brasilia, los muros de la universidad estaban tapizados de volantes: la cita para el Día Nacional de Lutas era a las cinco de la tarde para salir en un contingente hacia el Congreso. Desde temprano los jóvenes prepararon sus pancartas y un par de horas antes de la cita comenzaron a tocar los tambores que encabezaban el contingente universitario. Yo me uní a este grupo, formado por unos cien jóvenes, y los acompañé en la primera parte del recorrido, por la avenida L2 Norte hacia la zona de ministerios. Antes de llegar a la avenida el contingente se detuvo frente a la escuela preparatoria, donde los estudiantes adolescentes mostraron sus pancartas a través de los barrotes y pidieron unirse al contingente. El líder de nuestro grupo entró a negociar con las autoridades de la escuela, quienes con evidente molestia negaron la salida de los jóvenes y recibieron como respuesta los abucheos del grupo.
Dejamos atrás, entre barrotes, las caras tristes de los más jóvenes y seguimos la marcha al lado de los coches y autobuses que hacían sonar las bocinas en señal de apoyo, mientras los manifestantes respondían con gritos e invitaciones a unirse. Las personas desde los balcones y ventanas saludaban con trapos y algunas se unieron al contingente. Una mujer de unos treinta años, vestida con traje sastre y tacones, dejó la parada del autobús y sin dudarlo se incorporó al grupo entre aplausos y gritos. Lo mismo sucedió con un hombre de traje y portafolios. Los demás sólo pasaban con los pulgares en alto, pero no se bajaban de los autos. La mayoría eran personas en sus cuarentas y cincuentas.
Felizes por estarmos uns ao lado dos outros, ainda que não soubéssemos exatamente por que estávamos lá… [iii]
Al llegar a la explanada que está frente al Museo Nacional, la gente comenzó a correr y a integrarse a la fila de miles de personas que marchaban hacia el Congreso por el Eixo Monumental. La imagen era impactante. La gente caminaba aprisa, con las pancartas levantadas. Terminaba de ponerse el sol y las luces de los edificios blancos alumbraban desde su imponente blancura algunos trechos del camino. Las banderas verde-amarelas usadas como capas y las pancartas que hablaban de patria, corazones brasileiros, injusticia y corrupción, dominaban el paisaje. Las explanadas estaban tomadas.
Perdí de vista el contingente universitario. Algunos minutos más tarde lo encontré por las enormes banderas anarquistas que ondeaban a lo lejos en contraste con el verde y el amarillo dominantes en el centro de la explanada, a pocos metros del cerco policial.
La gente no paraba, se movía, cantaba, reía. Había un barullo difuso, con cornetas aisladas, silbatos, ovaciones. Habían dejado de escucharse las consignas. Algunas intentaban sobrevivir bajo el canto nacionalista: “Eu sou brasileiro, com muito orgulho, com muito amor!”[iv] Daba la impresión de ser un estadio de futbol. La gente con los colores de la bandera hechos cuerpo. En algunos momentos no se entendía lo que pasaba, los referentes se confundían. Pasaban personas vestidas de superhéroes, motociclistas, atletas con silbatos, todos eran ovacionados a su paso. Todos seguían su camino hacia el Congreso. Un grupo de Kayapós caminaban rodeados de camarógrafos y gente que imitaba sus pasos y sonidos al andar. Aplaudían cada cierto tiempo como si fuera parte de un espectáculo cultural. En momentos parecía también un carnaval, un desfile, una fiesta. “É uma mistura de tudo. É Brasil.”[v]
Terminé el recorrido de la marcha y me quedé alrededor de una hora en la explanada mientras sacaba algunas fotos. Regresé por el camino andado, agotada y asustada por el primer acecho de la policía y por un esbozo de marabunta humana. Minutos después de mi partida algunos manifestantes prendieron fuego a la entrada del Palacio de Itamaraty, lugar en el que descansé antes de emprender el camino de regreso.
Durante mi retorno me encontré con gente que iba y venía con sus pancartas. Se detenía para ser fotografiado. La mayoría de los mensajes exhaltaban el ser brasileiro y denunciaban la corrupción y la injusticia o utilizaban el sarcasmo para criticar al gobierno de Dilma Rousseff:
“Minha ideología é o Brasil.”
“É tanta merda que nem cabe em um cartaz.”
“Vote Goku para presidente.”
Encontré pocas demandas concretas en las voces y en los textos de la gente. Las mantas con leyendas sobre el transporte público y la rendición de cuentas, se quedaron al frente de la explanada en los contingentes de los estudiantes. Parecía que tomar las calles era el principal objetivo. Caminarlas, abarcarlas a lo largo y ancho, con las pancartas. Mostrarse y alzar la voz. Todas las voces. Brasil somos todos, aunque sea solo hoy.
La unión entusiasma, hasta que uno se da cuenta de que no existe tal más allá del discurso. La negación de los otros Brasiles que se han manifestado desde hace tiempo, duele. Estas voces son silenciadas por los nuevos manifestantes, los que estaban dormidos, por los medios. Desde las personas con buenas intenciones que ignoran lo que hay más allá de las protestas multitudinarias, hasta quienes explícitamente declaran que las prioridades en medio de una crisis como la que vive Brasil, no pasan por exigir equidad de género.
Las demandas en las “grandes protestas” son tan diversas y abstractas, que se disuelven con facilidad después de la apropiación de los espacios públicos.
¿Ahora que sigue? Hay pocas pautas que le muestren a aquellos que “estaban dormidos” por donde ir. Las luchas con mayor tradición y experiencia no son tomadas en cuenta. Tal vez porque en su especificidad, esa clase media que hace cimbrar al mundo, no se siente identificada. No se siente en peligro de dejar de ser. Lo más urgente no es lo más importante. Lo más urgente es no perder lo que se siente que se ha ganado. Lo más urgente es evitar el riesgo de caer en la pobreza. El tema económico ligado a la injusticia, desigualdad y corrupción, es el centro de las preocupaciones. Los derechos de “las minorías”, aunque estén vinculados a estos grandes temas, para esa mayoría, para ese gigante del que se habla, pueden esperar.
La Marcha das Vadias[vi].
“Vem, vem, vem para rua vem com tu machismo. Vem.”[vii]
¿Se pude hablar de clase media a secas? ¿Cuáles son los apellidos? El ser de clase media, ser mujer, feminista, negra, joven, marca diferencias importantes en la forma de estar en el mundo. No es que las diversas formas de ser feminista y mujer, no estuvieran en las protestas del 20 de junio. No es que sea una cosa u otra. Es que hay otras luchas dentro de las llamadas clase media y juventud, que se ignoran.
La Marcha das Vadias se realiza en junio de cada año desde 2011. Esta vez la concentración fue frente al centro comercial Conjunto Nacional. Desde las dos de la tarde la gente empezó a llegar para alistar sus pancartas, banderas, tambores y atuendos. Había mujeres vestidas de Frida Kahlo, Simone de Beauvoir y varones que portaban faldas y maquillaje. El labial rojo y los delineadores negros decoraban muchos de los rostros tanto femeninos como masculinos.
La ruta trazada tuvo que ser cambiada para evitar provocaciones con otra marcha, la Marcha do Vinagre, quien no accedió a cambiar la fecha o la sede, a pesar de que la Marcha das Vadias se realiza cada año con un recorrido fijo. Por lo tanto, este año las representaciones y performances en el Museo Nacional, no se llevarían a cabo y la concentración final sería en la torre de TV, pasando por la Rodoviaria y el Eixo Rodoviario[viii]. Desde un inicio se estableció un contingente central formado por unas diez mujeres que tocaban tambores y dirigían las consignas. A lo largo de la fila que se fue formando se distribuyeron otras con megáfonos que orientaban a la gente tanto en la dirección y tiempos de la caminata, como en las consignas.
Esta vez los automovilistas no tocaron las bocinas como señal de apoyo y al parecer ninguna persona se integró espontáneamente a la marcha. Sin embargo, la gente miraba y escuchaba atónita las consignas coreadas en sincronía con los tambores en los espacios tomados. La Rodoviaría se convirtió en una cueva que magnificaba el sonido, dejando que este se escuchara en toda la estación.
Algunas mujeres comenzaron a quitarse las playeras. En los torsos desnudos se leían varias consignas:
“Eu tambem sento calor”
“Meu corpo é mío”
“Vadia é ser libre”
Las banderas de arcoíris contrastaban con el cielo nublado. Las protestas contra la cura gay se entendían mejor en este contexto. “Esta marcha sente-se mais nossa”. Las demandas fueron concretas: legalización del aborto seguro, políticas para combatir y castigar el estupro y la violencia contra las mujeres. Se retomaban las exigencias sobre un mejor transporte público de las recientes protestas, agregando la demanda de seguridad para las mujeres durante los tránsitos, menor gasto en los estadios y mayor inversión en programas de salud para las mujeres y sus hijos, mejores condiciones de educación y menos discriminación para la juventud negra.
Se ser livre é ser vadia, então somos vadias!
El recorrido fue largo. Me atreví a soltar una queja de cansancio, que fue seguida de un comentario amable y sonriente que, palabras más, palabras menos, me recordaba que las luchas son largas y cansadas, nada comparable con caminar unos cuantos kilómetros. Había que hacer notar la presencia de las “vadias”, ya que habíamos sido desplazadas por los que recién habían despertado y se habían apropiado de los espacios públicos para la protesta.
Recuperé el aliento al ritmo de los tambores que seguían sonando con fuerza al centro de la fila de tres mil personas. A mí me pareció que éramos millones cuando un par de hombres se atrevieron a hacer un comentario sobre los cuerpos de las mujeres que pasaban desnudas y algunas comenzaron a sonar unas cornetas que atrajeron a otras que hicieron lo mismo. Una estrategia que logró que los hombres huyeran del ruido y salieran de la fila, bajo la mirada atenta del resto de los manifestantes. Me impacto ver y escuchar esto un par de veces seguido del grito de “Fora eles!”[ix], a lo que los transgresores no tenían más remedio que abandonar el espacio tomado por nosotras las “vadias” y nuestros acompañantes de lucha (que también se asumían como “vadias”).
Ya bajo la torre de TV, lo que para mí era el mismísimo edén después de caminar no sé cuantos kilómetros, la gente se abrazaba, brindaba, reía. Había un ambiente de armonía que no encontré en la marcha anterior. Quizá por el número de manifestantes, quizá por la cercanía de los mismos en esta marcha, o quizá porque en la Marcha das Vadias se cerró un ciclo y se cumplió un objetivo específico, marcado por cada una de las acciones organizadas en grupo: las pancartas, las consignas, los tambores, la ruta, la toma de la Rodoviaria y el Eixo Rodoviario, las fotografías y videos para hacer una memoria, la concentración final. Todo tenía sentido y fluía en un espacio colectivo que caminaba la ciudad.
A revolução será feminista ou não será![x]
No es mi intención deslegitimar las protestas que en términos más generales, se han realizado en distintas ciudades de Brasil. Sería absurdo pensar en que no pasa nada, en que no hay una fuerte crisis, en que los que protestan multitudinariamente no tienen el legítimo derecho de hacerlo. Sin embargo considero que es necesario detenerse para reflexionar sobre quienes están haciendo las demandas, cuáles son estas demandas y de qué manera están incluyendo o excluyendo las otras más específicas que son también parte de la molestia y la injusticia social de las clases medias y populares.
La desigualdad, no sólo económica sino de derechos, es generadora de pobreza, de malestar, de sufrimiento. Mientras estas y otras luchas de “minorías” no sean tomadas en cuenta, respetadas e integradas de manera organizada a las agendas de protestas mayores, es probable que la unión no pase de ser una ilusión similar al bienestar económico, social y político que se daba por hecho en Brasil. El gigante no es homogéneo y cada una de las cabezas de ese gigante ha de ser escuchada y atendida no sólo por el gobierno federal, sino por la misma gente que grita el dolor de “su Brasil”, como si no antecedieran otros dolores que no sólo no se han atendido, sino que además, ahora se les trata de triviales.
[i] Hay ciertas protestas que cimbran el mundo. La creciente y estancada “clase media” parece tener ese poder. Más los logros no se alcanzan tan sólo con tremores
“Desde hace tiempo, mucho, ha habido gente que grita. Sólo que no han querido escucharlos.”
[ii] “Ven, ven, ven a la calle ven.” Consigna principal en el primer tramo de la marcha del 20 de junio del 2013.
[iii] “Felices por estar unos al lado de los otros, aunque no supiéramos exactamente por qué estábamos allá.”
[iv] Soy brasileiro, con mucho orgullo, con mucho amor.
[v] Es una mezcla de todo, es Brasil.
[vi] La traducción es Marcha de las perras, y es equivalente a la Marcha de las putas que se realiza en diversas ciudades del mundo en pro de los derechos de las mujeres.
[vii] “Ven, ven, ven a la calle, ven con tu machismo. Ven.” Una de las consignas principales gritada durante toda la Marcha das Vadias.
[viii] La Rodoviaria es la estación de autobuses de la ciudad de Brasilia. Está en el centro del Eixo monumental, avenida que cruza la ciudad y que se identifica como el cuerpo del avión (forma de Brasilia) y donde se encuentran los edificios famosos como la Catedral, el Museo Nacional y el Congreso.
[x] La revolución será feminista o no será.