¿A dónde conduce todo? ¿En qué nos convertimos? Aquellas eran
nuestras preguntas de juventud y el tiempo nos reveló las respuestas.
Conduce al otro. Nos convertimos en nosotros.
Patti Smith
En matlatzinca1 existe cuatro nosotros, en mixe son dos y en español uno. O bueno, también dos: nosotras, nosotros. Primera persona del plural en dos géneros. Una palabra de tres sílabas que contiene a los otros, a las otras. El que toma el turno en el habla, el emisor, enuncia la palabra cuando se refiere a él mismo y a alguien más. Mientras que la diferencia que establece el español se focaliza en el género del emisor, el mixe y el matlatzinca establecen distinciones para muchos insospechadas para construir los “nosotros”.
Ahora, para explicar mejor me dirigiré a ti que me lees, de manera más enfática, quiero decir. Pensaré que estamos hablando ante una copa de mezcal en este preciso momento y que podemos mudar la conversación del español al mixe y de ahí al matlatzinca. Además, en la mesa nos acompañan dos de mis más viejos amigos. De pronto, entre mezcal y mezcal, te digo “Nosotros bailamos muy bien”. Eso, tan simple, contiene una ambigüedad que pasa desapercibida para la mayoría de los hispanohablantes, esa pequeña oración puede contener dos lecturas: en una versión, quiere decir que mis dos viejos amigos y yo bailamos muy bien, pero tú no; en la otra lectura quiero decir que tú y yo bailamos bien como la pieza de salsa que acaba de hacernos dar vueltas puede atestiguar. En un caso ese “nosotros” te excluye a ti, en el otro, te incluye: en el otro tú eres parte de ese “nosotros”, tú también bailas muy bien. Para éstas dos situaciones, en español utilizamos una sola palabra: nosotros, una palabra que abre la puerta a las interpretaciones.
De pronto, comenzamos a hablar en mixe. Tenemos entonces que ser más específicos, si tú bailas bien, entonces utilizo la palabra “atom”, pero si en realidad te estoy informando que mis dos viejos amigos y yo bailamos bien, entonces uso “ëëts”. Dos palabras para nosotros en una lengua que no muestra la ambigüedad del español. “Atom” es un nosotros que te incluye, “Ëëts” es un nosotros que te excluye. Estos dos “nosotros” del mixe son sensibles a si el interlocutor está o no incluido en aquello que se narra, en aquello que se predica.
Ahora comenzamos a hablar en matlatzinca. El asunto se hace un poco más complejo pues, además de hacer la distinción entre singular y plural, esta lengua también marca el número dual. Si digo “Nosotros bailamos muy bien” y este nosotros te incluye a ti querido interlocutor o interlocutora, pero no a mis dos viejos amigos, entonces utilizaré “kákwewi”. Somos dos los que bailamos bien, tú y yo. Puede ser también que te diga “Nosotros bailamos muy bien” y no me refiera a ti, sino a mí y a uno de mis viejos amigos que nos acompañan con su copa de mezcal. En este caso, también somos dos los que bailamos bien pero tú, interlocutor, no estás incluido. En este caso en matlatzinca utilizaré esta palabra para este nosotros: “kakwebi”, un “nosotros” dual que te excluye. Puede ser también que te diga “Nosotros bailamos muy bien” y me refiera a que tú, mis dos viejos amigos que nos acompañan sonrientes y yo somos todos expertos bailarines. En este caso, somo más que dos: tú, yo y mis dos viejos amigos que siguen sonriendo con su mezcal en mano mientras escuchan esta conversación que ahora transcurre en matlatzinca, bella lengua de la familia otomangue: usaré “kakhowi” para este “nosotros” plural. Por último, utilizaré “kaakhǝbi” si al decir “Nosotros bailamos muy bien” me refiero a mis dos amigos y a mí excluyéndote a ti, querido interlocutor. Mis dos amigos y yo hacemos tres, más de dos, y además, te informo que bailamos muy bien. Éste último caso es el del plural excluyente, un nosotros plural que no te contempla en la acción de bailar muy bien.
Damos todos unos sorbos considerables a nuestras copas de mezcal ya casi por terminar. Orbitamos alrededor de la idea: en un universo tan pequeño que puede contener un “nosotros”, las lenguas sacan un fino bisturí del que el mixe extrae dos cortes finos mientras que el matlatzinca, haciendo cortes más atrevidos, extrae cuatro “nosotros”. Lonjas finas de referencia sobre ser nosotros: nosotros contigo, nosotros sin ti, nosotros dos, nosotros más de dos. Tantas maneras de ser nosotros. Yo y los demás, juntos.
Algunas personas ven implicaciones culturales en tales distinciones. He escuchado absurdos como que la organización comunal de ciertos pueblos indígenas está relacionada con el hecho de que la lengua correspondiente tiene más de un “nosotros”. Si hay una relación entre lengua, cultura y comportamiento social seguro es mucho más compleja que cualquier explicación determinista. Estoy segura de que el hecho de que una lengua tenga más de un “nosotros”, nos habla de que los contrastes en el mundo que se recogen en la gramática varían de lengua en lengua: para alguna la distinción marcada residirá en el género, para otras la inclusión del interlocutor o el número serán factores determinantes para elegir uno de los “nosotros” sobre las otras opciones. El matlatzinca me ofrece un menú de cuatro elementos y el mixe dos. Los otros nosotros.
Me parece que hay una errata en:
En un caso ese “nosotros” te excluye a ti, en el otro, te excluye:
el segundo excluye debería ser incluye, ¿no?