El jueves pasado, salió el nuevo reporte mensual de empleo del Departamento de Trabajo de Estados Unidos y el contenido era muy alentador: 288 mil nuevos empleos fueron creados en todo el país durante el mes de junio, muy por encima de los 215 mil que se esperaban. Mejor aún, el Departamento recalculó hacia arriba sus cifras de meses anteriores, para reflejar la creación de 29 mil empleos más, previamente no contemplados. Durante los tres meses pasados, el promedio de nuevos trabajos fue 272 mil, convirtiéndolo en uno de los mejores trimestres en tiempos recientes.
Gracias a esta oleada de contratación la tasa de desempleo disminuyó de 6.3% a 6.1%, el nivel más bajo desde el colapso de Lehman Brothers que estalló la crisis en septiembre de 2008. El mismo viernes, varios de los índices bursátiles de Nueva York rompieron récords. Pero para variar, las buenas noticias no fueron solamente para la clase inversionista, como reportó The New York Times, los avances se dieron en las industrias de ingresos bajos y medianos también. En pocas palabras, la economía estadounidense está en su mejor momento desde la recuperación que se inició después de la crisis de 2008.
Sin embargo, no es la primera vez que la economía estadounidense parece haberse quitado el peso muerto mientras una nueva desaceleración sigue latente. Y como siempre, hay retos por delante—la Fed tendrá que subir las tasas de interés en algún momento no tan lejano, cosa que frenaría el crecimiento, mientras los salarios siguen sin despegar al mismo ritmo que el empleo. Aunque cabe destacar que, una parte de la disminución en el desempleo se debe a aquellas personas que han dejado de buscar trabajo y por tanto, ya no forman parte del mercado laboral. Es decir, no toda esta baja refleja una mejoría en la calidad de vida.
Pero repito, la economía más grande del mundo se ve mejor ahora que en cualquier momento desde hace seis años. Es una muy buena noticia para México, que depende del mercado estadounidense como ningún otro país comparable. Es una buena noticia para el mundo entero también, una economía estadounidense más fuerte representa un colchón si el crecimiento de los BRIC sigue desacelerándose y si Europa continúa siendo incapaz de superar sus malestares recientes.
Curiosamente, el arranque económico no se ha convertido en tan buena noticia para Obama pues un sondeo reciente de Quinnipiac University lo ubica como el peor presidente desde la Segunda Guerra Mundial. Claro, tal opinión refleja un prejuicio contra los presidentes actuales (llama la atención que George W. Bush fue el segundo peor, arriba de Nixon, obligado a renunciar por actos criminales y responsable de cientos de miles de muertos en Vietnam) y refleja además la polarización política que domina hoy en día. Sin embargo, la falta de apoyo popular para un presidente cuyos resultados económicos son cada vez mejores es un poco sorprendente. De seguir así, deja pocas posibilidades para una victoria demócrata este noviembre, cuando se renueva la tercera parte del Senado y toda la Cámara de Representantes.
Pero ni modo, hay cosas de más importancia que la aprobación del mandatario y una economía que levanta el bienestar material de millones es una de ellas.
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Fotografía tomada de https://www.flickr.com/photos/lendingmemo/11696941604/