Una parte no menor de la definición de las políticas culturales transita por el Poder Legislativo. Entre las funciones del Congreso está la de establecer las normas que rigen a las instituciones encargadas de ejecutar esas políticas. Este País conversó con la senadora Blanca Alcalá, presidenta de la Comisión de Cultura de la Cámara de Senadores, para conocer algunos de los planteamientos y propuestas de ese órgano en la materia. Alcalá es licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad de las Américas Puebla y maestra en Administración Pública por el Instituto Nacional de Administración Pública. Fue presidenta municipal de Puebla y diputada local, y desempeñó diversos cargos en el Gobierno estatal. ARM
ARIEL RUIZ MONDRAGÓN: ¿Cuál es la importancia que la cultura tiene para el país?
BLANCA ALCALÁ: Creo que uno de los grandes retos es cómo logramos que efectivamente la cultura pueda verse como algo importante y estratégico, que deje de ser solo parte del discurso para poder convertirse en algo no adjetivo sino sustantivo, tan importante como la seguridad y la economía.
En muchas ocasiones, parecería que solamente nos enfocamos en las consecuencias de los problemas y evitamos hacer el análisis a profundidad de las causas. En el tema de la seguridad, hoy estamos viendo que una de esas causas está en el desgarramiento del tejido social y que, efectivamente, la cultura es quizás uno de los mecanismos más adecuados para que las comunidades puedan reencontrarse. No olvido que las variables y las causas son múltiples pero, definitivamente, la cultura deberá tener un papel fundamental en los esfuerzos por mejorar la situación que se vive en nuestro país y en nuestras comunidades.
¿Qué planteamientos hay respecto al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta)?
Las prioridades de la Comisión de Cultura están, precisamente, en la posibilidad de reformar la legislación secundaria para que permita a los mexicanos disfrutar de los derechos culturales y, por supuesto, para que dé claridad al Conaculta como eje articulador de las diversas instituciones de cultura que hay en el país, respetando la competencia que tienen entidades como los institutos nacionales de Bellas Artes y de Antropología e Historia, así como la jerarquía y las atribuciones que en un momento dado ejerce la Secretaría de Educación Pública.
Pero, definitivamente, buscamos fortalecer al Conaculta y también que haya mayor claridad sobre cuáles son los fines de la política pública en materia de cultura, lo que tiene que ver con asuntos que van desde el presupuesto hasta, por supuesto, la coordinación con los estados y municipios en la materia.
En los últimos años se han destinado recursos a los temas de cultura. Sin embargo, me parece que hoy necesitamos una valoración que nos permita saber cuál es el impacto de estos recursos, tanto a nivel federal como estatal y municipal. Seguir invirtiendo solo en infraestructura me parece que sería insuficiente si, por ejemplo, no logramos tener al mismo tiempo los contenidos culturales que puedan transmitirse a través de ella. ¿De qué nos sirven nuevos escenarios al aire libre si en ocasiones no hemos podido fomentar manifestaciones culturales tan diversas como el teatro, la música, las artes plásticas? De lograrlo, hay la posibilidad de que las nuevas generaciones se acerquen a la cultura de una manera menos solemne, pero no por ello menos auténtica.
Por supuesto, también queremos dar un paso adelante en todo lo que concierne a las industrias culturales de nuestro país, las cuales juegan un papel fundamental, como lo indican los resultados de la propia cuenta satélite de cultura, elaborada por el INEGI.
¿Cuál es el papel del Senado en el cumplimiento de los cinco puntos dedicados a la cultura en el Pacto por México?
Si bien se han estado destinando recursos, no podemos quedarnos en que la sola asignación de recursos sea sinónimo del cumplimiento de un mandato y de todo lo que implican los objetivos en materia de cultura. Creo que aquí es donde hace falta fortalecer las acciones, empujar una estrategia mucho más articulada en todo el país. Me parece que el Senado ha venido haciendo esto hoy, de manera coordinada: por un lado, al revisar todo el marco jurídico y, por el otro, al buscar retroalimentación de quienes en su momento tienen la responsabilidad de las políticas públicas en materia de cultura. Incluso, ha habido un ejercicio permanente de rendición de cuentas.
Tengo la fortuna de que en la Comisión, amén de su integración, se habla del trabajo colegiado de todas las fuerzas políticas, pues logramos tener una comunicación permanente lo mismo con los funcionarios del Conaculta que con el resto de las instituciones involucradas en la cultura, y también, de manera muy importante, con los distintos actores de la sociedad.
Estas son las premisas sobre las cuales hemos ordenado el trabajo de la Comisión, y las que en definitiva nos permitirán fortalecer lo que, para mi gusto, tiene que ser visto siempre como un eje estratégico y no solamente como una acción marginal.
Estos son, desde mi punto de vista, algunos de los grandes desafíos que enfrentamos y en los que ahora estamos centrando nuestros esfuerzos. Una legislación clara y, sobre todo, que permita sentar los objetivos, los fines, los principios de la política pública en materia cultural, con la claridad y los alcances que exige un México que, insisto, requiere ver hacia dentro y valorarse, pero también, a la vez, transmitir hacia fuera la importancia que tiene nuestra cultura como identidad.
Recientemente, el presidente Peña Nieto ordenó crear en Michoacán el programa Cultura para la Armonía. ¿Qué retos supone implementar esta política cultural para prevenir la violencia y la delincuencia?
Estoy convencida de que, definitivamente, puede ser una de las estrategias más adecuadas para reconstruir el tejido social en las comunidades. He tenido la oportunidad de constatar cómo desde lo local —de abajo hacia arriba y no solamente de arriba hacia abajo— se puede construir una política cultural acertada que pueda, efectivamente, poner en movimiento a los ciudadanos y permita construir ciudadanía. La cultura, a través de sus diversas manifestaciones, permite crear los espacios de tolerancia, respeto y reconocimiento a la diversidad y la pluralidad. En ese sentido, estoy de acuerdo en que desde allí deberíamos fortalecer a la sociedad.
Hace algunos años, cuando tuve la oportunidad de ser alcaldesa de la ciudad de Puebla, pudimos observar, por un lado, cómo a través de las actividades culturales la comunidad convivía, se reconocía y también respetaba sus diferencias; por el otro, cómo incluso se generaba un movimiento en la economía local. Hoy, el teatro, la pintura, los conciertos y cualquiera de las manifestaciones populares involucran toda una cadena de valor que, me parece, debemos reconocer y visibilizar para, a partir de allí, realizar un ejercicio de reciprocidad de acuerdo con la importancia que tienen.
Aunque es más bien competencia de la Cámara de Diputados, ¿cómo observa la asignación del presupuesto federal en materia de cultura?
Consciente de que esta es una facultad exclusiva de la Cámara de Diputados, me parece oportuno que se puedan revisar, sobre todo, los criterios de asignación de los recursos.
Es cierto: cada día son más los actores que allí participan, ya sea a través de los gobiernos locales o estatales, pero me parece que hoy más que nunca necesitamos tener claridad sobre lo que implica la coordinación que debe haber entre las distintas instancias y la propia sociedad civil. También es importante que se tenga mucha claridad sobre lo que estamos buscando con esos recursos, y que nos permita tener una fiscalización adecuada. Creo que en ocasiones el tener más recursos no significa que tengamos mayores beneficios o que más personas puedan ejercer el derecho de acceso a la cultura.
En ese sentido, será oportuna la legislación que estamos buscando construir en el Senado. En su momento, presentaremos esquemas para que temas como la coordinación, los recursos públicos y la rendición de cuentas puedan entrar en una nueva fase.
¿Tiene el Senado algún proyecto de cultura digital?
Las propias premisas de la ley secundaria tendrán que contener los principios de lo que implica el nuevo acceso a las tecnologías, amén de que todo lo que está relacionado con internet formará parte de nuestro análisis. Debemos aprovechar también la oportunidad de impulsar estos temas en ocasión de la legislación secundaria que en materia de telecomunicaciones pronto habremos de abordar.
Estoy convencida de que hoy la cultura tiene que verse con un enfoque eminentemente transversal. Esto impacta no solo en lo que tradicionalmente asociamos a la educación sino también en temas de comunicaciones, economía, política exterior y turismo, entre otros.
Creo que solo si lo hacemos de esta manera, y aprovechando las nuevas tecnologías, podremos realmente pensar en mecanismos que democraticen la cultura. Este proceso es resultado de un acceso a la cultura más libre y, sobre todo, más real, de los más diversos sectores de la sociedad, incluyendo los que tradicionalmente han estado excluidos.
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ARIEL RUIZ MONDRAGÓN es editor. Estudió Historia en la UNAM. Ha colaborado en revistas como Metapolítica, Replicante y Etcétera.