En estos tiempos, las políticas lingüísticas del país, al menos en apariencia, han dejado de ser castellanizantes. Sin embargo, a pesar de los buenos deseos y de que cada vez se habla más del tema, la pasión con la que se castellanizó a los hablantes de lenguas indígenas a principios del siglo XX no es en ninguna medida comparable con la mediana fuerza que se destina para enfrentar el grave problema de la desaparición de lenguas. La aceleración con la que el español está despalazando a las lenguas indígenas del país se relativiza en el discurso mientras que las acciones que implementamos no se reflejan en los números ni en la proporción de hablantes. A continuación presento algunos mitos sobre la pérdida de las lenguas en México que escucho de manera frecuente en los medios y en los discursos institucionales.
Mito 1: La culpa de la desaparición de las lenguas indígenas mexicanas es de los españoles.
Yo diría más bien que la culpa la tiene la formación de México como país. Si bien durante la colonia sucedieron hechos terribles que diezmaron a la población de México, los españoles no estaban obsesionados con la desaparición de las lenguas indígenas y su estatus oficial en general era mucho mejor que el de ahora. Según los cálculos más conservadores, en 1820, es decir a finales de la Colonia, el 60% de la población hablaba una lengua indígena; en menos de cien años el número había disminuido considerablemente, para 1889 se calcula un 38%. El Censo de población de 1930 reporta sólo el 16% de hablantes de lenguas indígenas: en menos de 100 años se había reducido casi a la mitad. El Censo de 1990 reporta un 7.5 % y el de 2005, el más reciente, un 6.5% de hablantes de lenguas indígenas. Resulta evidente lo que la formación de México como país le hizo a la diversidad lingüística. Saquemos ahora las cuentas, si el ritmo de pérdida de las lenguas se mantiene como en los últimos 15 años, en 100 años habrán muerto todas las lenguas indígenas del país. Así de urgente es la situación.
Mito 2: Son diez las lenguas que se encuentran en riesgo de desaparecer.
El número puede variar, a veces dicen 10, 20 o la mitad pero siempre se focaliza un número concreto de lenguas en peligro de desaparecer ocultando un hecho que me parece básico: todas las lenguas indígenas de México están en riesgo de desaparición, en mayor o menor medida casi todas están perdiendo hablantes en lugar de incrementarlos. No hay una sola lengua en la que la proporción del número de hablantes haya aumentado con respecto de la población total. Todas están disminuyendo. Si sólo se atienden los casos más urgentes en pocos años todas serán casos urgentes. Las lenguas que están a punto de la extinción no son más que la punta de un iceberg, uno de proporciones que aún no terminamos de conocer.
Mito 3: Las lenguas como el náhuatl, el maya o el zapoteco son lenguas indígenas mayoritarias y de acuerdo con los números de hablantes no están en peligro de desaparecer.
El náhuatl y el zapoteco, más que lenguas, son agrupaciones de lenguas que, como en el caso del segundo, tienen una variación interna semejante a la variación entre las lenguas romances. Si sumamos el número total de los hablantes de las lenguas nahuas el resultado puede engañarnos y hacernos creer que se encuentra en buen estado de salud; si nos vamos a los detalles, se revela la gravedad del asunto: como el mar, el español va desplazando aceleradamente las tierras de estas lenguas, las rodea hasta convertirlas en islas que con los años se van haciendo más pequeñas. La pérdida de hablantes de estas lenguas en apariencia numerosos es acelarada y muy preocupante. Un diagnóstico de la vitalidad de las lenguas no puede partir sólo de sumar el número total de hablantes, se necesita una lupa mejor que dé cuenta del verdadero estado de vitalidad de las lenguas en particular y sus las agrupaciones.
Ante esta situación: ¿qué hay que hacer? ¿por dónde comenzar?